El hombre de Vitrubio también sufre la indigestión de la Bicéfala
"... porque en ese preciso instante sonaron al unísono el teléfono y el portero automático, ambos ruidosos y torturados, y tan abruptamente que parecieron penetrar a través de un agujero diminuto en el gran balón de silencio coloreado en el que él estaba sentado esperando, y primero avanzó hacia el teléfono y luego hacia el portero automático, luego convulsivamente hacia el teléfono y entonces intentó avanzar de algún modo en ambas direcciones a la vez, y finalmente, permaneció allí con las piernas separadas, los brazos agitados y frenéticos como si hubiera algo por el aire, sepultado entre los dos sonidos, sin un solo pensamiento en la cabeza" (David Wallance Foster: La broma infinita)
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