La cuestión más difícil es mirar.
Para mirar, las manos ordenaron crecer a los ojos que simularon imperios, bibliotecas y super-ordenadores
y los ojos articularon extremidades
y las extremidades instrumentos de navegación.
Después de aquellos días que la épica canta, la cantidad de instrumentos, extremidades articuladas y ojos de visión extendida fue tal que las manos comprendieron la necesidad de palpar esos ojos articulados, esas extremidades navegantes y los propios instrumentos de visión que nos permitían mirar.
Al final todo era cuestión de tocar y dejarse derrumbar en el tacto.
Las manos se quedaron quietas sobre el paisaje. Reflexionaban, acariciando el aire que las cosas exhalaban, sobre su objeto y su tarea pendiente:
¿qué mirar?
¿aquello que la mano palpaba en la lejana jornada en la que decidió que le crecieran los ojos y las extremidades articuladas?
¿O los propios ojos, las propias extremidades, aquello que media entre el deseo de ver y lo que merece ser visto?
Los ojos crecieron.
Los ojos se vieron en otros ojos y brotó la mirada pasmada y sin historia.
"Paul mira a Elaine como a una extraña, como si no se conocieran. La mira con la expresión absolutamente franca, idiotizada - carente de historia - con que mira una coneja. La mira como si estuviese enamorado de ella" (A.M.Holmes: Música para corazones incendiados)Y así acaba la historia. En los ojos de la coneja.
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Corremos perplejos con la vista puesta en el vacío de los mundos habitados.Los números signan las piedras. El té reposa en la mano y conservamos un pez boquiabierto como recordatorio de algo(¿qué?). .... lo más difícil será asumir la enorme cantidad de belleza que estamos desvelando en esos huecos .... Belleza o dolor o monstruosidad, que todo cabe.
Buen viaje
Aranda de Duero, septiembre de 2005 - Burgos septiembre de 2014
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