domingo, 7 de mayo de 2023


 Río Saja



Si de la escritura restara

 todas las mierdas de mi vida, la queja y la decepción frente al destino, el maldito yo en su aspecto más rastrero,

      y, además, dejara de pensar en caer bien al que me leyera para que se enamorase de mí perdidamente,

sustrayendo todo esto para empezar y sabiendo que un porcentaje elevadísimo de la producción merece ser destruida y enterrada en una vergonzante madrugada (antes de que el mundo ponga las cosas) porque es eso, producción, 

así, digo, tal vez podría haber empezado a comprar cuadernos y bolígrafos, pantallas y punteros, para iniciar algo interesante

como de espíritu o alma

como escritura

si la fuerza me acompañara y venciera a la pereza de esta mañana dominical


martes, 12 de mayo de 2020

MIEDO SIN ASCO



Salgo con cuidado de casa, no vaya a ser que el bichito me muerda las orejas o entre en la cueva de mis narizotas. Parece que llueve y que, además de la mascarilla, necesitaré el paraguas que ya tengo en la puerta.  Es un día bastante normal y no me pondré pesado con toda esa queja que tanto odias. dejaré que seas tú el que me diga que el arte sirve para verse la cara

miércoles, 1 de noviembre de 2017

día de santos y difuntos








este hombre está muerto.


La frase pudo haberla dicho la médico pero fue el cura el que la pronunció con aire evangélico y gesto de poeta minimalista. La doctora más tarde evidenció el cese de la actividad vital, la cristalización del humor vítreo, qué se yo que otras cosas vibraban en su vocabulario. Pero este hombre está ya muerto lo dijo, así como te lo cuento, el cura. De un modo y con un tono que honran su oficio. Un hombre del rito habló sobre un cuerpo que yacía en la duda aún sobre la vida y la espera de ese despertar-ahora que uno sueña milagroso. Vibraron sus palabras en el desagarro de un último estertor que no oímos. Ellos, los curas, acostumbrados a la muerte y al ritual, deben ser contundentes incluso ante la muerte tranquila.


Dicen: mujer, ese hombre de ahí está muerto. Lo esencial ya no está y el rito del caso debe ser otro.


Dicen: hijo, ese hombre de ahí está muerto. El cuerpo muerto ya (solo) dice de ti. Te dice huérfano.


El cadáver de ese hombre es un cuerpo que ya no se autodetermina. Es heteronomía de la física y la química. Pero aún así habla, y cómo, ante ti y solo para ti.



Su alma se fue tan rápido como, imagino, apareció un día la conciencia en el niño aún no nacido en 1935. Poco a poco, sí, pero de repente se nace y se muere. Poco a poco y de repente nace el amor o se oscurece.


El cuerpo inerte y frío, tan otro, luego vestido para la ocasión en el ataúd, ya nos dice que somos huérfanos.


¿Qué es huérfano? Ya no se puede preguntar la respuesta al padre como cuando éramos niños. Sentimos la raíz que queda al aire y nuestro anclaje – qué es el anclaje en los otros, padre - desgarra la piel del tiempo al ser extraído. Se es huérfano aunque se tenga linaje de poderoso guerrero espartano. Huérfanos ya amáramos u odiáramos al padre. Por un momento cerramos los ojos para no vernos en el centro del vértigo.


El cuerpo inerte solo habla con su silencio al alma porque el alma no necesita fantasmas sino cuerpos corporeizados en la muerte para recibir el aviso.


Dice ella: Aquí estoy y tu contingencia la dice la historia de este hombre y de los otros que figuran nominados en la tumba. No es una contingencia de mera precariedad intemporal y como imbécil. Es incertidumbre escrita en los huesos de abuelos y bisabuelos ad origen.


Nos lanza la precaria contingencia impulsada por todo el polvo y todos los huesos. Y  nos lanza hacia pasado mañana.... En este duelo siempre es el pasado mañana el que asusta. 


Dice ella: eres lo que dice de ti ese cuerpo que nada dice de sí.


Me dice a mí y no sé por qué todo eso me entristece. En vida daba gusto ser nombrado. Me gustaba cuando me nombraba. Ahora....


Da miedo saber que ahora somos sin tierra porque toda la tierra cayó sobre la caja de madera brillante adornada por un cristo de resina o plástico chino.  Solo somos la tierra que ha quedado pegada en las hebras de las raíces que ahora se me antojan rizomáticas.


Alguna sombra ligera como de hilo erecto.


Un gramo de olvido que penetra la sangre reverberando las palabras, las risas, los actos de ese hombre que fue y del cual el cura dijo: ese hombre ya está muerto.


jueves, 5 de enero de 2017

Buenos Consejos


BUENOS CONSEJOS
(fábula)

Tiresias you teach us
what it means to hold your own
(Kate Tempest: Mantente firme)

este cerdito es ya carne y manteca
(endecasílabo)

Lejos del país del verano rumia el cerdito
camino del matadero.
Refuerza
desazón y angustia con reflexiones erróneas.
Tiene miedo.
No ha leído al monje del ferrari
ni a Paulo Coelho.
No es zen

Baja de la montaña el cerdito
bien acompañado por cien cerditos,
sin ganas de sacrificio nadie
sin desear ser salchichón de nadie
sin querer ser jamón york light
(jamón york de esos que encontramos en los sándwiches que llaman vegetales)
Dice uno: mala suerte la mía.
Dice otro: malas decisiones y mala cabeza.
Dicen a coro: karma, karma, faktum, faktum, hybris, hybris
Dicen: No merezco esto, no merezco esto, no merezco esto...
Así los cerditos que al cerdito acompañan
dicen.
Muy lejos están del país del verano.



“ Quizás tu obra ha sido poca cosa – insinúa el lobo
ciego en la puerta de la factoría de Campofrío - .
Haciendo balance,
esfuerzo de veras no has hecho.
Tú te has buscado la ruina. Llegar en camión
acondicionado es tu producto,
efecto de tu pusilánime causa.
Porque faltaron agallas
resistencia
feroz batalla
cánticos de unidad de acción.
Eres el jinete de tu caballo
y el ingeniero de la casa de paja que el azor derribó con sus alas”
Así dice el lobo ciego
- que el gobernador le arrancó los ojos pero luego le ofreció
la plaza de portero
(política de igualdad y nuevas oportunidades reza su camisa).
Y aún más el lobo filosofa:
“ Antes como antes, y ahora como ahora,
solo hay una camino:
Mantente firme y te mantendrás a salvo”.

El cerdito escucha ya el olor de la electricidad
y no es tormenta de verano.
Se mantiene serio y con los testículos por corbata
será fiel al consejo del lobo.
Firmeza
es
salvación
Mientras tanto.....
la matarife vegana y animalista
no nota la flojera de la tripa del cerdito,
centrada está en la suya que despertó
con el día cruzado.
Hoy se romperá el tormento
- se anima -
acción firme
ni un paso atrás;
hará saltar la caja saboteando el artilugio
de la muerte.
Está a puntito de hacer historia de rebeldía
Y el lobo aparece
“ Quizás tu esfuerzo ha sido.... poco;
sin ofender: te veo flojo – salmodia again .
Eres el jinete de tu caballo
y el ingeniero de la casa de madera que el dragón achicharró
con su fuego. Antes
como antes, y ahora como ahora,
solo hay una camino:
Mantente firme y te mantendrás a salvo”.
Y sigue
la matarife vegana y animalista
en su revuelta.
Electrocutó su puesto de trabajo
y en el paro aguarda
(la cárcel está llena)
Pero show must go on
La factoría llamó al Viejo Método
delantal ensangrentado
barriga
y eructo
y olor a semen rancio
(ya imaginan al individuo)
cuchillo carnicero sin reflejo de luna
patriarcalismo
luego borracho, ahora sobrio
como la muerte
como la muerte
el cerdito siente la garganta,
la humedad
el calor
las manchas negras que no se quitan ni frotando

Quizás mi esfuerzo ha sido flojo,
tal vez, dice (y muere)

“Eres el jinete de tu caballo
el ingeniero de tu casa de adobe “
- el lobo mira al poniente
y en el horizonte ve nuevos camiones
tiene visión de un futuro que aterra...
y avisa
hold your own

CODA

Algo falló en el programa. Otra vez las normas decepcionan malolientes. Mantenerse firme no equivalía a mantenerse a salvo. No basta con cambiar de programa cognitivo. El cerdito perdió la vida, el lobo los ojos. La matarife el puesto de trabajo y el lugar de honor en las estadísticas de lo improbable. No obstante es auténtico el dolor del cerdito y la visión del lobo Tiresias. Es noble y verdadero el consejo, la necesidad de aprender a mantenerse firmes. Sin sinceridad no pueden nuestros amigos ser héroes de versos.  

martes, 3 de enero de 2017

experiencias de autoradicalización poética


El hombre mayor hoy se siente mayor. En estos días de festejos y reencuentros ha experimentado en más de una ocasión que lo que sucedió hace treinta  años tiene más claridad en el mapa de sus recuerdos que lo sucedió hace tres. Vaya, se dice en una mañana de resaca, ser mayor implica un tipo de distorsión cronológica curiosa. No te asustes, es gracioso. La razón es clara: es mucho ya lo que media entre el ojo y el mundo. Eso está bien. Es experiencia. Que te quiten lo bailao. Así dice el hombre mayor que hoy se siente mayor al reflexionar sobre la extraña experiencia. Sin embargo el hombre mayor no acaba de creerse sus palabras. Se preocupa. Si lo que media entre el hoy y el ayer de su primera juventud es tanto ya ¿por qué la distancia de los treinta años se acaba pareciendo tanto a la de los tres? La espesura del tiempo vivido parece que se nos muestra en vivencia paradójica: atrae hasta el ahora lo que está muy lejos y, para hacer esto, manda el anteayer a tomar el aire del olvido. La espesura temporal se aligera, abre claros en el bosque, rompe las viejas ramas y el recuerdo lanza su mano elástica hasta el pasado ya remoto y lo agarra por los pelos. Pinta coloretes de niñez rubicunda al fósil de lo que fuimos. Voilà. Esta distorsión llega a su apogeo cuando, en la ancianidad – el hombre mayor lo ve en sus mayores - el viejo llama a su mamá gimiendo como un niño asustado y siente una fiesta de la infancia más real que la última Navidad, olvidando ésta en su detalle para mayor gloria y claridad de lo remoto. El fósil, realmente,  es el ayer. Lo que sucedió hace décadas brota infante en el centro de la cabeza. Vive y da saltos. Se expande como un torbellino fractal mientras que el ayer cercano  envejece y muere y se pulveriza. 

El ayer se rompe en la experiencia del señor mayor. El ayer mismo, sí, esa pieza del tiempo que era "el ahora" de hace nada. ¡Ay, Dios mío! Alguien ha inventado un desierto en el mapa de la vida y su arena  barre al ayer y deja sin ropa al ahora. Ahora me veo y soy un ahora desnudo, con colgajos, escupiendo polvo.  Esto ¿no muestra la imposibilidad del vivir el ahora que el señor mayor ha convertido en mantra de su vida? Vivir el ahora ¿ es, por tanto, una de las raíces de la tontería de la época? Vivimos en el hace treinta o cuarenta años. Horror.

El mundo de hace cincuenta o sesenta años está ahí como un niño recién nacido. El hombre mayor ha visto esto y se acongoja. Si el hombre mayor es consciente y reflexivo, pensador de sí y del mundo, mira a su alrededor y trata de sentir la espesura de lo real forzando la máquina paradójica del recuerdo. El hombre mayor consciente hace registros, establece marcos temporales y clasifica. Clasificar nos salva: todo queda registrado en fichas, diarios, resúmenes anuales, bianuales, evaluaciones de la última década.... El hombre mayor que tiene la desgracia de no ser consciente ni reflexivo – la época nos niega en su ADN el derecho a sentirnos señores mayores y, por ello, no hay consciencia ni hostias - pasa la mirada por las cosas muy antiguas como si estuvieran recién estrenadas y olieran a celofán. Nota lo raro de la experiencia pero tampoco le desagrada que aquello sea nuevo. Al fin y al cabo, para un ser joven de corazón todo debe ser nuevo y, por ello, lo que sucedió hace treinta años es equidistante de lo que sucedió hace tres.El olor a nuevo es una experiencia muy importante en los niños de boom -consumer.

El señor mayor es un hijo del boom consumer y no es , por eso, tan mayor como la melancolía le ha hecho creer. El pasado huele a nuevo.  Aún no es un preámbulo de su obituario. Todo ha sido una mala percepción. Se siente joven. El ejercicio, la dieta, el interés intelectual. El señor mayor ya tiene pensado hacer un curso de dibujo al carboncillo. El futuro se abre....



sábado, 3 de diciembre de 2016

SER VEHÍCULO Y VIAJE (Ejercicio de mindfulness dislocado)



   Soy el  vehículo de tu ascenso a los cielos.  Transito y derivo de acá para allá.  No fijo el itinerario; solo pongo el caucho de los neumáticos y el olor a gasolina.  Lo que se quema. El cliente manda y suya es la razón. 

   Soy la limusina de un banda de genes  egoístas apareada en un hotel Trump con la cultura dominante. Soy, a veces,  el deportivo de la pareja del momento: el  complejo de Edipo, delantero centro,  y el amor puro, modelo de éxito de Victoria´s Secret.  Por las tardes me convierto un rato en el 4 x 4 de la lucha de clases para asistir a un rastrillo solidario.  Soy el despliegue del Espíritu o la expresión del genio patrio moviéndose por los tubos de carburación hacia el punto blanco del escape. Podría darte dos hostias sin odio.  Me respaldaría la Historia.

 Soy un taxi que espera pasajeros anónimos en el aeropuerto. Miro pero no logro reconocer al que llega.  Sufro agnosia visual.  Solo su voz de mando me resulta significante. Me rasco como los monos y arranco. Veo pasar a las chicas y silbo para dentro, vulgar, imitando un mal beso invertido para no ofender a la clientela.

 Soy el carromato del que manda y la calabaza reconvertida de la Cenicienta (ella también criada).


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   Alguien habita en mi atención plena
y me coloca en el punto de salida como barcaza de lujo para sus invitados. 
(los invitados son yoes pequeñitos que reman)

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 Me aburro. 
Mucho. 
En las paradas. 
Sobre todo. 
Las esperas. 
Ya sabes. 
Son largas. 
Tan largas como una vida o los meses de invierno de una princesa exiliada.

  Bostezo mientras  reflejo el entrecejo en los restos....
  En un momento, ¡zas!, la grasilla del tofu hará mancha en el pantalón, que allí habita. 

   Hay cosas que no sé hacer  en el espejo retrovisor. 

  Atropello gatos,  giro peligrosamente en las curvas y adelanto en los cambios de rasante.  Actúo como en sueños. 

  No paro de interpretar  mientras me aburro en la inactividad del chófer, sentado en el volante como una mosca, esperando la voz del pasajero, el que  dice izquierda  derecha todo recto.

El que no llega.

Nadie viene. Nadie manda.

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Solo soy la frenada en el asfalto y la chapa siniestro total del atropello.

¿Soy responsable de mi tedio? Sea el tedio el que firme los papeles del seguro.

Quisiera matar al que me habita de una forma tan soez que algunos llaman solemne. 
Matar el alma sin cotas zen. Decir, por ejemplo:

  Si con furia me abrieras el cráneo brotarían tus sesos.

  Si dos manos prestadas por el diablo consiguieran reventar mi pecho sin dañar órganos vitales, en mi latido al ralentí sonaría aquella canción con la que te enamoraste y que nadie más conoce.

  Si tuvieras la curiosidad de medir mis intestinos cuantificarías la extensión de tu inocencia.

Solo soy el vehículo transmisor y el olor a caucho. 
El resto, es tuyo. Tú pagas con tu alma este viaje. 


 Río Saja Si de la escritura restara   todas las mierdas de mi vida, la queja y la decepción frente al destino, el maldito yo en su aspect...