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viernes, 2 de enero de 2015

quizás en el nuevo año


maravilla o recuerdo de los viejos
tiempos de milagro y otros imposibles es,
quizás,
el río que fluye en su símbolo
y en su real devenir
del mar hacia la montaña

todo lo demás
las diez mil clasificaciones
la mujer teniendo dos o veinte maridos
el pendiente en el lóbulo lateral izquierdo
o en la nariz
o en el mismo labio
celebrar o no celebrar el amor y la muerte
con rosas blancas
con rosas rojas
con rosas violentas en sus espinas
con el corazón de un dios
                                                           todo eso
y también dedicar la noche al sueño
o a la emboscada
o a la droga o al enamoramiento masivo
                                                         todo es quizás
un hágase descuidado
el sea así y no de otro modo en este momento
(tan distinto de cualquier otro)
un me da igual
o me da por culo
                                                   todo aceptado a beneficio de inventario
eso blando como un reloj pintado
o la máquina y sus piezas intercambiables al servicio del deseo
la voluntad
el capricho
o el calentón de la mujer aburrida
adolescente
niña
romántica
egocéntrica
la historia de las mil casualidades
la probabilidad esdrújula

todo hermosamente blando menos la certeza de que el río
va a dar al mar desde la montaña que no es el morir

(y es imposible al contrario
salvo milagro o maravilla
- también en lo más fijo habita la sorpresa -
y aunque una vez elegido lo precario
el deseo
la voluntad
el amor
la inteligencia
convierten la duda en certeza
y la certeza alucinada golpea el cuerpo

y la luz del alma)

lunes, 15 de septiembre de 2014



 Adivinanza 

no es

el príncipe silencio de la nieve naciéndose torrente


no es

la red cardíaca del sexo recién pulsado que ya de nuevo te busca


es (quizás)

 la ruina virgen ajena aún a la dignidad de la amnesia
o la sede nacional del ahora entrópico
o el tedio  que hace callar a la agonía con dedos
sin huesos
o el agotamiento de los oídos
o el desfallecimiento de la piedad


no es
será el horizonte de la piel tibia

no es 
será  porque no puede no ser
                      ni puede acabar el aire en un quebrarse que no anuncia nada

no es
será el recobrar gozoso la memoria del árbol que olvidó mostrar
la sombra

lunes, 16 de septiembre de 2013

el embrujo


Takasi Murakami


 Hoy he salido de casa y, sin necesidad siquiera de abandonar la calle en la que habito, he comprendido que el cigarrillo que empuñaba era una versión del colt que lleva el pistolero en las películas  del oeste. La ecuación cigarrillo-pistola, bastante común como saben, hasta esta mañana la consideraba simplista y como traída con alfileres  por los nuevos sacerdotes de la salud. Sin embargo hoy he comprendido su verdad. La súbita impresión se ha visto de inmediato contrastada  cuando me he encontrado con un hombre al final del  asfalto que, aun sujeto por dos vistosas muletas, no soltaba el cigarrillo y disparaba el humo en todas las direcciones,  con un vicio de los que destrozan las buenas intenciones de  una ciudad de tamaño medio. El pistolero estaba dejándose ahogar en el intento de borrar el mundo con su bang bang de humo gris. Considerándolo un peligro para la sociedad, nada peor que un tarado armado, he disparado mi cigarrillo de  humo a su persona, acompañado el gesto por un ug! como de esfuerzo. Le ha estallado el cráneo en dirección a los cuatro puntos cardinales.

 Luego, más adelante, convencido de la buena acción del día, me he sentido embargado por un embrujo oriental que me ha envuelto en un globo de color pipermín. En el embrujo del olor me he visto transportado a un jardín japonés, por lo que se ha visto cumplido mi deseo de visitar el imperio nipón. En medio de una naturaleza primaveral y rodeado de montañas, sin hablar, una bella sacerdotisa del sinto me ha conducido hasta el altar de un pequeño templo dedicado a algún kami relacionado con el viento. El viento, oreado en el país del placer, me ha alterado el equilibrio kármico o como sea que se diga en el orden de las tradiciones orientales a la dulce excitación que le cae, como la lluvia suave, a un viejo libertino que se ha acaba de descubrir en su adicción a los placeres suaves. En ese estado, al margen de la sacerdotisa, he llegado a las cercanías del altar y, allí, me he visto colocando velas devocionales, recordando a las víctimas de todas las violencias y a los que vieron negados o reprimidos los goces. El kami se me ha hecho presente y me he sentido, como nunca, unido a un Jesucristo que era Krishna, un poco en la línea de George Harrison.

 Harrison me ha dicho:

- Tienes que dejar de fumar, tío.
- Lo sé colega - he contestado - pero es que me siento como desnudo sin mi colt.
- Hay otro camino - me ha replicado George - y no te puedes erigir en señor de las condenas. No juzgues, muestra compasión y déjate llevar por el amor.
- No es fácil, tío.
- Hoy has dado un paso. No olvides que lo peor que puede pasar es que te equivoques y, eso, es el menor de los problemas cuando acepta unirse a los kamis del viento.
He vuelto a mis calles y, con el cigarrillo cubierto de rosas, he pensado que no quiero disparar a nadie. Ni quiero que nadie lo haga. Envuelto en mi globo de pipermín y con el olor de los tejos japoneses todavía reciente en mi rostro, me sentía bien. Mejor que bien, como dicen se sienten algunos privilegiados espíritus de los muertos.

 El hombre de las muletas seguía en la calle malherido por el enfisema pulmonar y, además de las muletas, le habían puesto un sistema portátil de respiración. Me ha pedido un cigarrillo y, en mi nuevo ánimo, le he ofrecido  mi último pitillo.

- Toma, hermano. Y apunta bien a los malos.

Me he dirigido a casa y, en la puerta, he cerrado mi globo color pipermín porque no siempre se puede ver el mundo con el embrujo del olor verde.

 No es triste. Los dioses están dentro y fuera del embrujo.

viernes, 13 de septiembre de 2013

libertad y libertinajes. Nueva serie bicéfala

Romina Power


La  idea fue repetida mil veces para ver si se hacía verdad en algún mundo: no debemos confundir la libertad y el libertinaje.  Desde luego, no dice mucho de la especie inteligente que una idea, para hacerse con su momento de verdad, deba repetirse ad infinitum y como sancionarse en su propio eco. Salvo que tengamos alguna metodología compleja de la repetición - racionalización, casi seguro, de la estupidez de un animal que solo con repetir mil veces las cosas se las acaba creyendo-, salvo en este caso y con dudas, la perspectiva de tener que mirar en nuestra mollera, en nuestro carácter y conducta para descubrir verdades fundamentadas en la mera repetición, nos provoca una angustiosa versión del tedio.

... pero supongo que hay que hacerlo.Por vicio, seguro, o por funesta manía.

 Destella en mil y una ocasiones, en los pequeños actos del día a día,  la sentencia sobre la libertad confundida por el libertinaje. Debo reconocer que la enjundia de la frase hizo de las suyas y, en  verdad, yo, como tantos otros,  estoy convencido en la superioridad del orden y la ley,  sobre todo en el micromundo de lo familiar y sus aledaños. Ley y orden que son los testículos cubiertos por el escroto dorado de la libertad que va  por su sitio. La elección, me digo,  no puede ser de cualquier cosa sino siempre de lo correcto, sea esto la paz en el  mundo o evitar daños a terceras personas. Me parece tan razonable que, en mi imaginario, veo a la libertad como mujer y esposa, inteligente tecnócrata con cierto gusto por las bellas artes y miembro activo de varias organizaciones de ayuda al desarrollo y la cooperación. Por supuesto, habla inglés sin acento de Chamberí. Mientras tanto, en una esquina, el  libertinaje se me muestra como un viejo cargado de ropas un poco a lo siglo XVIII, quizás un Voltaire escuchimizado y vicioso, con su cosa fuera,  deseoso de entrar en contacto con todo lo que desenfrena nuestra plácida vida, princesa, sea esto el vino y el humo aromático, la carcajada loca y la sonrisa que coloca, el gusto lagarto por el sol, el tacto, la conversación sin objetivo y, en la base, el placer de violentar todos los sentidos comunes. Es mi imagen libertina un viejo crápula con ganas de desenfreno. Esta imagen de mi particular mitología plástica  me permite saber que la frase de marras - no confundas la libertad y el libertinaje - ha triunfado en mi alma y no sé si tendré cura. Porque, ¿a quién se le ocurre  imaginar al libertino como viejo encorvado, prostático, asmático y un poco sicótico?.

 Dice la RAE que el libertinaje es un "desenfreno de palabra y obra". Se entiende la mala hostia del diccionario y su santificación de la repesca de los esclavos liberados. Si los libertos, raíz del libertino, se desenfrenaban en su libertad recuperada (o instituida) no era extraño que el antiguo amo solicitase su " cura" en el hospital de la esclavitud retornada, alma mater de todas la ulteriores cartas de deberes. Pero dado que se habla de desenfreno, ¿no sería mejor colocar en el imaginario libertino a un joven cachas, con mirada picantona y dispuesto a hacer caer en la tentación a cualquier mujer felizmente casada, disponible solo por un fin de semana y sabiendo que nos llevará más lejos que las célebres  sombras de grey? ¿Un hombre de mundo al que le sientan de vicio los trajes y los ropajes más informales, la piel rasurada y la barba aventurera, capaz de permanecer callado y melancólico para rodearse rápido de mujeres prestas al abrazo o dominar el liderazgo tanto en el salón comedor como la hora de colocar el culo en pompa? Creo que un gran número de mis congéneres piensan en ese modelo cuando tienen meditaciones en las que aparece el libertino. Así que, amigos, princesa,  imaginen el alcance de mi dolencia: mi libertinaje es viejo y medio beodo, muy tierno, sí, pero  debería encontrar un ambiente perfecto para probar el sexo cono latex. De suyo no se ve en el papel del nuevo hombre de mundo... Es un libertino casto y tontorrón.

Nota: Imagino a la libertad mujer y al libertino hombre. Vale. Falo-logo-centrismo. Yo me acuso. Pero pueden probarse las esencias de lo aquí descrito para imaginar terapias para todos los sexos, géneros y orientaciones sociosexuales.

 Dispuesto a curarme en esta edad que ya comienza ser curiosa y tremenda, iniciaré una colección de meditaciones en las que recoja los muy diversos modos del libertinaje super-casto en el que me coloca el imaginario de mi viejo. La idea es superar el vicio de la libertad responsable, refrenada, adulta, superguay. Un poco de sal a la vida como dicen los amigos de la autoayuda.

Mero divertimento.

Like a fairy tale....

BUENOS CONSEJOS (fábula). Este cerdito es ya carne y manteca

  Tiresias you teach us what it means to hold your own (Kate Tempest: Mantente firme ) Lejos del país del verano rumia el ce...