sábado, 31 de diciembre de 2011

Bogavante


"El hecho de que no haya poso en tu taza de café, ¿demuestra que eres inmortal?
- Debería , dice
" (Téa Obreht: La esposa del tigre)

" También en las artes del sabor, en el corazón de la gastronomía festiva, se hace real aquella definición de Rilke: "Lo bello es el comienzo de lo terrible que aún podemos soportar". El vídeo de la muerte del bogavante nos lleva a confirmar que la civilización y sus ornamentos se cocinan sobre el movimiento de los miembros desgarrados por el cuchillo de piedra o metal. Civilización y barbarie. Buen apetito -- contradictio in adjecto" ( un uno, ele; ayer).

***** 

 Finalmente se hace balance y se navega por las aguas del recuerdo con skateboard: la gorra de lado y la mirada centrada en los rodamientos.  En el pasado - un poco al modo de los paseantes de Friedrich pero en lago suizo y con temperatura primaveral -  me imagino navegando en un pequeño velero, buscando el viento cálido y acompañado de Mary Shelley y su criatura. 

No estoy en Suiza (es invierno). Me gustaría estar pasando (ahora) el fin de año en Praga o reposar decadente en un Karlovy Vary desalojado de turistas, habitado por fantasmas de señoritas necesitadas de psicoanálisis y monjas de manos blancas y temple de acero. O calentarme en  una caminata loca, bien abrigado, por Nueva York.

 No es el caso (dictan los posos del café).

Pero estoy contigo. 

 Doy gracias a Dios - y así se lo comunico al mundo -  por no ser el bogavante del vídeo. En su sacrificio, el animal me ha subrayado la hermosura de lo que tengo ( y no sólo de lo que soy). Doy gracias a Dios porque el cuchillo no me ha partido en tres cachos la cola ni dividido geométricamente, en simetría cruel, la cabeza. No tengo necesidad de mover los miembros como bailarín cubista (y como sin ganas) cuando me pasan por la sartén.

No soy un bogavante rodeado de arroz ni la tortuga de la sopa.

Soy un náufrago en la isla de L y eso es una suerte. Es suerte la tristeza y la impotencia, la sonrisa y el trazo preciso de la cuchilla en la yugular. Doy gracias a Dios porque la sangre nunca llega a Tokio ni la pena desborda el río. 

 Doy gracias porque el dulce olor de la marihuana me provoca náusea metafísica en las tripas.

Doy gracias porque es tanto lo que no he hecho que lo que nunca haré se torna irrelevante.

Doy gracias porque los pies fríos descansan en mis zapatillas viejas.

Doy gracias porque ahora voy a seguir leyendo los cuentos de M y es maravilla que, mientras yo miro sus pasos,  mis hijos y C estén en la cama, durmiendo, soñando con pesadillas, dejando olor en el cuarto.

Doy gracias porque al menos hoy no comeré arroz con bogavante y  cuando lo vuelva a hacer sentiré todo el esfuerzo que la crueldad debe hacer para convertirse en la espuma de los días.

Doy gracias a los que me miran y no temen mostrarme su lágrima.

Doy gracias al poder que me miente y sodomiza porque me hace sentir vivo e inteligente.

Doy gracias al té verde de las mañanas, al teclado de este ordenador y al plátano amarillo con el que inicio mis oraciones. 

Gracias a la escritura que me permite aceptar que lo que ahora degusto en el fondo de la lengua es el sistema nervioso del bogavante.

Doy gracias por el don de la profecía . Doy gracias a los posos del café.

Deseo que todo el año sea the fairest of the seasons


viernes, 30 de diciembre de 2011

Del uno y sus grafías (el brujito gurugu)

                                    Autor desconocido. Spray sobre  pared de lonja ladrillo visto (Imagen d´akí)
         
RAE(Diccionario):Grafo: Unidad abstracta
 que comprende el conjunto de grafías de una letra.

 Wikipedia:un grafo es un conjunto de objetos llamados  vértices o nodos unidos  por enlaces llamados aristas o arcos que permiten representar  relaciones binarias entre elementos de un conjunto.Típicamente, un grafo se representa gráficamente como un conjunto de puntos (vértices o nodos) unidos por líneas (aristas).

uno encuentra tendencias dentro de sí
y por eso se siente airbus volando hacia el norte

uno se escribe con muchas grafías
y sólo en abstracto es todas ellas
(como si uno no pudiera abarcarse en la escritura
y se exigiera elegir un relato)

uno se sabe dos y otros tantos más
vértices y aristas en los que uno se corta
como los lienzos  de Lucio Fontana

uno, que fue joven, miró con otros ojos
uno nunca ha dejado de tener sus mismos ojos
a uno siempre le han perdido los mismos ojos
binarios

*****

 uno es l, es decir, L es uno. Engaña la grafía, lo sé, pero eso no importa porque uno es consciente de que la grafía siempre miente - como las películas pornográficas y la medicina en general (tan detalladas ellas y dadas a la tragicomedia). uno, L en la isla de L que es la isla de uno (cualquiera).

uno nunca se fía de la grafía y es amigo de los borrados. Borramos porque el grafo no recoge el espíritu de la letra  aunque nos desvele otras posibilidades. Me desborda el borrado desde chiquito porque yo era de esos niños a los que se les salía la tinta del bolígrafo y la hoja quedaba manchada con nubes feas de tinta azul que me llovían en charcos en la boca y en las manos (y en la camisa para desgracia de mi madre). Cuando descubrí el azul Klein pensé que con otra infancia me hubiera salvado de ser uno (cualquiera).

Ni dios quiere ser uno.

A uno no le gusta la grafía salvo cuando la canta el viento en el páramo de las esperanzas y de la tierna estupidez humana, allá en la isla de L, sea, de uno( l ).

 En el páramo uno abre los cuadernos y espera que la tinta se expanda por la cara y cubra los matorrales bajo la forma de voz de viento.

 Para que la voz recorra el páramo como canción debe llegar la Araña del Antártico.
 La Araña Antártica no es un ser que palpita. Es cúpula que llega del sur y cubre el paisaje con frío. Entre sus patas hicieron eco el otro día la historia navideña de Nadezhda y Frantiska K que escucharon mis oídos.

Otro día contaré mi aventura con la araña mientras buscaba el molino.

Hoy escribo para que nadie me entienda y pueda cruzar el umbral siendo un incomprendido. Escribo sobre la grafía y las manchas de tinta en mis cuadernos infantiles. Habito en la poética del sabor del azul en mi boca (beso espeso de un río estancado)


*******


Rosa León: El brujito gurugu/ Cuenta cuentos, TVE


uno vio en TVE estas imágenes, grafías catódicas en las que me enamoré fatalmente de jóvenes progres y gente loca. La gente de los cuentos y canciones infantiles son marionetas enajenadas y monigotes crueles.

( Es posible que los niños tengan una experiencia bien diversa de la locura y la crueldad. Vaya, no sólo es posible sino que debe ser necesario que tal cosa ocurra. Así mantendremos un año más nuestra fe en la santa infancia).

 uno, L, señor L y señor de la isla de Bamberg, anacoreta de los seres que palpitan, cegado al vegetal y al bruto, sólo rasgado por el mineral, su arista de grafo geológico, escrito del azar de la tectónica, L, uno (el cualquiera), yo y no yo (porque la grafía me dice de mil formas), uno y no uno porque uno encuentra tendencias dentro de sí y por eso se siente airbus,  ese, esa cosa, algo, en fín, el Sujeto por excelencia, uno tuvo su infancia manchada de tinta azul  y bellas  imágenes grises.

 uno vio esas imágenes (años 70) y sentía afinidad con los  personajillos del cuento. La araña catódica leía mis cuadernos mentales y los proyectaba en el blanco y negro que delimitaba los puntos de la pantalla con grafía de personas con ojos y bocas. Me casé niño con Rosa León con el solo fin de meterme con ella en la cama por las mañanas, despertarla con mis exigencias de sonidos y narraciones. Todo ojos en sus ojos de vidrio.

 El brujo de de gurugu habita en la isla de L como exiliado y pintura en el techo de una pequeña caverna. Lo sé como sé que entra por el sur la Araña Antártica y que en un punto del interior encontramos, cerca del páramo, un pináculo calizo sobre el que se alza un molino de viento abandonado (políticamente abandonado). Lo sé por visión y deberé ir contándolo  poco a poco por respeto a mis lectores.

Pero hoy sólo quería decir que a uno la canción del brujito le gustaba aunque sabe que no es la más bella de las canciones. Y es cruel sonada.  uno apoyaba al doctor que llega con su cuatrimotor y apostaba por la vacuna lunalunalu sabiendo que era un acto cobarde (como apoyar al séptimo de caballería), que el buen doctor era el enemigo de la mágica aventura, el punto final de la grafía caótica de la infancia, el maestro que normalizaba nuestra letra y castigaba nuestros borrones. El doctor del cuatrimotor normalizó nuestra letra para hacerla inteligible, para que uno no apareciera en las mañanas en el cuarto de Rosa León como un cualquiera y pasara a ser L-u-i-s  G-o-n-z-a-l-e-z  (y fuera castigado por olvidar la tilde. Deleite masoquista de la buena letra saliendo de la infancia).

 El doctor del cuatrimotor es la barcaza que penetró por los ríos en el continente negro, la quinina del explorador, el telégrafo y el ferrocarril todo junto. El doctor es el amo del molino que, como veremos, fue(políticamente) abandonado.

lunes, 26 de diciembre de 2011

EXOCUENTO NAVIDEÑO(El sexo de la pupila)



Exo-: fuera: exobiología, ciencia que busca y estudia formas de vida fuera del planeta (wikipedia)
"Llueve, tengo frío, y espero con paciencia (...) yo podría estar tranquila y solo me preocuparía de cocinar y descansaría delante de la tele" (Diario de una controladora del sexo)


 Encuentro, entre la chatarra y los trapos recogidos en el último mes, cuadernos que esforzados escribientes abandonaron dejando en ellos sus huellas como un dañado adn espiritual. Le interesan a L los restos materiales de los antiguos habitantes de la isla - si es que no viven aún en alguna zona no explorada  - y acumula en su carromato libretas infantiles (todas lo son) escritas con faltas de ortografía y abuso de los lápices de colores.  Hay en L un gusto nostálgico por esos  cuadernos pautados, con márgenes y cuadrículas sobre  papel blanco que son violados  sistemáticamente  por la impericia de su autor. Las letras,  escritas punzando el papel como si fuese metal o cuarzo, atraviesan la hoja y marcan dos o tres de las siguientes, siendo posible obtener copias por el simple procedimiento de pasar el grafito por la superficie. Esos textos revelados con el carbón parecen mapas de tesoros, más reales sin duda que la página original. En esta interpretación de los viejos planos que llevan al lugar de nuestros deseos,  toca hoy, por la posición de los astros, explorar la  geografía navideña. 


En la isla de L existe un páramo para la navidad, el que llamaremos Páramo de las Esperanzas  o de la Tierna Estupidez Humana(TEH).  Si subimos a esa plataforma podremos contemplar un curioso fenómeno. Entre los matorrales agitados por el viento se oyen - de manera algo difusa y deformada -  las voces de lo escrito en los cuadernos si dejamos que el vendaval pase al azar sus hojas. Vieja tecnología la del aire  que convierte en sonido el grafismo torpe.  Sin embargo, el viento no se limita a reproducir lo escrito sino que modula la Voz que lo anima, consiguiendo que del material muerto del signo erupcione su fondo de vida e historia, el palpitar de la carne y el espíritu, el temor y el temblor de aquellos que torpemente trazaron rayas y, más idiota aún, las cubrieron con sus emociones solitarias. ¡ Lástima que en estos apuntes no pueda yo reflejar la experiencia! . L desearía ser músico o artista plástico, arquitecto de imaginarios espejismos; debe contentarse con la escritura.


 La  historia de  Nadezhda y Frantiska K. es, en su crueldad, un cuento navideño. No es secreto que estos relatos deben ser crueles en todo su perímetro y sólo preservar un scherzzo de piedad y consolación en su centro, zona de broma de la narración que simula un final conciliado al modo socialista libertario. Las voces de las dos mujeres recorren en torbellinos la TEH mezcladas con el jadeo de los clientes excitados y el fondo de un televisor encendido en una habitación desordenada y caliente.  El aire de las palabras al rozar las páginas del cuaderno  crea una arquitectura de iceberg en la que las dos protagonistas, como pequeñas llamas  impotentes, mantienen su misión de quebrar los hielos. Revolotean en las arcadas del exoesqueleto navideño así formado las dudas del aire para encontrar voz, siendo difícil mostrar la fuerza espectral y esperanzada que se esconde en la imagen de la mujer-niña arrodillada en una esquina ante el cliente número 224. 





Follar, se dice, de lo que hacen los hombres con  Nadezhda y el viento suena sin decir el nombre que acompaña la secuencia y que ata al suelo a ese cliente 224 que imaginamos con la cara ridícula del excitado.  224 puede ser L  aunque en la soledad de la isla pareciera más monje que otra cosa. Raíces y tornillos  perpetúan la imagen del sexo callejero con mujer arrodillada ante en el álbum de cromos humano: la escena más repetida, un imán geoestratégico de Dios que alimenta el bombeo de la vieja simiente. Oigo el follar del aire en mis oídos mientras en un rincón sucio de la vieja plaza Nadezhda hace su trabajo y Frantiska vigila. Hay una falsa rebeldía de los elementos que suena a carcajada  en el interior de la mente. Mi limitada inteligencia siente un amargo sabor de ternura al leer la historia. La hiel del alma se eyacula en los vórtices calientes que hacen realidad la fantasía de la joven checa con faldita de colegial. Deficiente metal o "desorientada culturalmente" según diagnóstico forense. Parece que sólo el idiotismo consigue hacer más real la caída en la excitación de la materia, ese palpitar de la nada como bajo continuo que ansía adquirir forma. ¡¡ Qué bello es el amor!! - cruje el aire entre un espino en flor.  La forma nace como prostituta en el suelo, golpeada por la tronada  que anula la mente y cierra la pupila rasgándola. Sexo del ojo que lee y escucha, pupila herida para acceder a la representación tragicómica y cegada en el momento del golpe orgásmico (pero muy abierta de piernas mientras se produce la humillación de la joven checa agarrada a mis rodillas, a tus rodillas, a las tabas del universo).


 Ríe el viento con rasgadura de mono loco. Eso eres tú, dice, eso eres tú.


 Frantiska  es feliz en su oficio y cuida de Nadezhda como si fuera su madre. En las tardes de frío  busca una taza de cacao calentito y siempre regresan a casa en taxi. Al llegar al hogar, Frantiska K. limpia bien el sexo de su pupila --- esto lee el viento, cuando se sosiega,  en lo escrito en el cuaderno rosa. Lee y ríe porque narra un cuento navideño. Dice que en los cuentos navideños la pupila pierde el sexo y la crueldad espesa se aligera por ese esfuerzo de la buena voluntad humana. El aire habla - en navidad en ritmo de carcajada y baile carnavalesco. Parece que sólo él guarda la compostura y mantiene vivo el sentido común: sólo su voz rota en mil direcciones se rebela contra el falso empeño de rasgar con ternura el sexo de la pupila.


 Finalmente, es bien poco lo que desean las dos mujeres. Un coche de tercera para llegar al campo y una cena delante del televisor. Ver la lluvia a través de los cristales y no dejarse llevar por la idiota melancolía del poeta. Que el viento afuera mueva los papeles en espirales bonitas y que no nos duela la entrepierna. Que dios nos conserve la salud y para ello rogamos que bendiga los alimentos. 


Los niños nos escondemos debajo de la mesa  y, princesa, imaginamos que la crueldad  es ese rugoso ruido de pasos que oímos mientras acercamos nuestros alientos.






 POSDATA:


   Sentir que la historia de las dos mujeres es un cuento navideño es secreto que revela el viento en el páramo de las Esperanzas o de la Tierna Estupidez Humana, en la parte central de la isla de L, en el ojo sin pupila de la tela de araña. Cae la isla desde este páramo y las voces se enredan desde entonces en los bosques y llegan hasta la playa.




Diccionario RAE: pupila.


(Del lat. pupilla).
1. f. prostituta.
2. f. Perspicacia, sagacidad. Ese hombre tiene mucha pupila.
3. f. Anat. Abertura circular o en forma de rendija de color negro, que el iris del ojo tiene en su parte media y que da paso a la luz.




pupilo, la.
(Del lat. pupillusdim. de pupus, niño).
1. m. y f. Huérfano menor de edad, respecto de su tutor.
2. m. y f. Persona que se hospeda en casa particular por precio ajustado.






sábado, 24 de diciembre de 2011

Caspar Friedrich: Frau am fenster (1822)

 Querida  Ana: 

    me cuenta tu avatar de carne y hueso (y soy de los que creen  que sólo en la piel hay patria) que visitas en ocasiones este espacio de ruinas y necedades, bicéfala región que navega geológica en busca de la isla de L y otras morfologías. Me dices que llegas y lees (sentada y en ritmo lento) pero prefieres comentarme en el encuentro de los ojos tus sensaciones sobre la salud del señor L. Porque cuando me ves me preguntas por el Señor L, como si fuera un conocido o, casi mejor, un pobre loquito al que yo tengo encomendada la tarea de cuidar su salud espiritual. 

 Soy de los que creen que la escritura es tarea de exhibición y que el otro que lee se exige incluso cuando no se tiene más pretensión que lanzar frases en una blog en la que podría confesar mis más horrendos crímenes y mis deseos más lascivos sin que temblara lo más mínimo el bosque. Ni para movimiento de alas de mariposa da. Pero ese inútil  y precario lanzar palabras -  para que,en los postres,  sólo dios las vea y juzgue - siempre sueña con su público, con el otro lector que deja que la piel se vea afectada por mis palabras.  Mi escritura es vocacionalmente sierva de la piel y pretende provocar estremecimientos. Sinceramente pienso que mi voz es tan  tenuemente erótica o suciamente pornográfica que mis estilo alambicado y complejo, la dislocación de las palabras y las imágenes, no deja de ser una máscara de mi vergüenza judeocristiana. Hablo del ser y sus divergencias pero mi buen lector debe sentir un escalofrío en alguna parte de su cuerpo. Si es mujer, quizás, en esa parte final de la espalda que se acerca en curva al culo y que suele venir ornamentada con dos coquetos hoyuelos. 

 Dice Estelle, una de las protagonistas del "A puerta cerrada" de Sartre:

- Mi imagen, en los espejos, estaba... domesticada. La conocía tan bien... Ahora, si voy a sonreír, mi sonrisa irá al fondo de sus pupilas y Dios sabe en qué se convertirá en ellas.


 Supongo que esta idea es uno de los ejes de la voz que me construye y destruye en este negocio de la escritura. Me ha costado muchos años aprender a mirar a los ojos de la gente. La escritura es un modo de mantener la mirada y dejarse atravesar (o atravesar uno) las imágenes domesticadas que nos da el espejo. Así que, amiga, sé que te sonrío y que mi sonrisa viaja hasta el fondo de tus pupilas. No sé en que se convertirá allí. Toda mi escritura es sonrisa. Incluso cuando hablo del apocalipsis o rayo con la punta seca de las palabras truncadas la plancha del lenguaje, del alma, de la piel a veces.

 Querida Ana: me llamas Señor L y entro en extravagante confusión. Este cuadernillo de bitácora lleva desde hace varios años siendo testigo de un proceso de deformación y destrucción sistemática del alma. No hay masoquismo, amiga. A veces destruir en este espacio de ficcionalidad es la mejor manera de apuntalar el derrumbe del edificio de la carne y la sangre, el desgaste de la piel y del ritmo cardíaco. En todo caso, L es el último signo de un nombre que poco a poco fue perdiendo letras. Incluso intenté llevar la letra a la minúscula ("l") pero la grafía de la ele minúscula es inapropiada, tan parecida al uno, ese número antipático en su virilidad de macho monoteísta. Además, sigo creyendo en la relevancia de la mayúscula para signar las cosas. Por todo ello, cuando me hablabas del Señor L no podía sino estar confuso. ¿Señor? ¿No es contradictorio llamar  Señor a la última de las grafías de mi nombre, esa L tan normalizada en el ángulo recto, tan imprecisa huella de la destrucción salvadora de mi alma? 

¡Ay, querida amiga, qué extraño es todo! Porque fue nombrar al Señor L y ese tipo se hizo real. Efectivamente, el Señor L apareció en este extraño planeta  y yo me sentí, en virtud de tu nombramiento, como tutor de sus andanzas, como el psiquiatra que examina al enajenado Real, sí, el Señor L, dando al traste con el proyecto de anulación de sí, porque no nos cabe el olvido, ni cabe esperar un nuevo año si no un retorno bromista a lo pasado. El señor L, el señor de Bamberg, ese caballero cristiano que protege a la joven Sinagoga, el descubrimiento de mi viaje a Alemania en 1990. Señor L, dices,  señor de Bamberg, buscador de la princesa de los ojos tapados, el secreto mejor guardado de la isla de L.

Bamberger Reiter und  Synagoge




 En fin, sea todo lo dicho anécdota para desearte una buena navidad y un buen año. Siendo tú, por azar y en precariedad, todos los que se pasean por aquí, comenten o callen, sintiendo en la piel la polinización cruzada de los mundos. A ellos, a todos o a nadie, mis mejores voluntades.

Señor L


domingo, 18 de diciembre de 2011

La tempestad (2)

John Martin: El festín de Baltasar (1821)


 "Bebieron vino y alabaron a sus dioses de oro y plata,  de bronce y de hierro,de madera y piedra. De pronto aparecieron los dedos de una mano humana que se pusieron a escribir, detrás del candelabro, en la cal de la pared del palacio real...  Mené: Dios ha medido tu reino y le ha puesto fin.Tequel:has sido pesado y encontrado falto de peso. Parsin: tu reino ha sido dividido..." (Libro de Daniel 5; El festín de Baltasar)
"En efecto,destruido el todo no habrá ni pie ni mano, a no ser equívocamente, como se puede llamar mano a una de piedra:una mano muerta será algo semejante"  (Aristóteles: Política I, 1


El apocalipsis es difícil. Incluso el más portátil de los modelos, el que se usa para diagnosticar diversos aspectos de la vida de una persona o el cierre abrupto de  una etapa. El apocalipsis, siempre en la huella de lo sublime, se hunde irremediablemente en lo grotesco cuando el aire caprichoso limpia sus vórtices en las esquinas lanzando lastre, aligerando su fuerza (es decir, incrementándola ). No es necesario que me adviertan:  el libro de L corre serio peligro de hundir sus patitas en el pantano del patetismo y la cursilería. Me consuela el que a dios mismo se le fue  la mano (dicho sea sin ánimo de risa) cuando se comunica con Baltasar con esa amputación escribiente, ajena a cualquier ente de pálpito - como piedra o madera que simulan cuerpo y humanidad - y que signa en la cal su apocalíptica sentencia: pesado y medido, lo que fue unidad se convertirá en parte. Como es ya solo cacho  la misma mano que, agónica,  escribe las palabras de otro sabiéndose ya ajena al cuerpo, al todo y uno (¡¡ Ἓν καὶ Πᾶν!!) al que pertenecía  bajo la forma de compañero, confianza o  fidelidad.

Destruida la confianza, princesa, ya sólo la mano amputada puede acariciar tu pechoDislocaría, sin embargo, uno a uno mis dedos, para volver a caer en la ilusión que antecede a la tormenta y es su raíz esencial. El burro es el único animal que tropieza dos veces con el mismo hombre.


 Beato de Liébana: Festín de Baltasar, detalle (siglo X)

 La mano que escribe es en sí el apocalipsis. Adviene éste  bajo forma atmosférica  y también como fragmentación y conversión de la unidad en ensamblaje  azaroso de miembros disyectos. La fragmentación y la calidad atmosférica son la misma cosa vistas a través del espejo curvo. Quiebra: zis-zas de  re-funcionalización  hermenéutica de las cosas en sus sombras. Edificios que bailan (Gehry) violentando su función de proteger la danza. A un punto del idiotismo, aún simula escritura o plástica, letra  que viene de una mano cortada, sierva de algún invisible, sin  esa cara que necesitamos para ganar confianza con las cosas y encontrar su ternura. El brillo de tus ojos, princesa, perdido en la tempestad que disloca la vida sin dar la jeta. Perdida la figura, hundimiento del alma en las masas tonales de un  color ceniciento, tedio e impotencia, resquebrajamiento o craquelado de tu cuerpo que   pierde el testigo de las  vestimentas y la epidermis, envuelto en aire, en un perfume fétido o hueco, huyendo del centro del meteoro en el que, dicen , reina la paz.

 Llega L a la isla después de la tempestad, tras un apocalipsis que - por contado - muestra su perfil grotesco, volviendo el pasado bajo la forma de Esfinge erosionada por el simún, arrasada la cara y despiezada por bandoleros y arqueólogos. El apocalipsis de L: ¿la ilusión de que existió confianza o su quiebra?¿Dónde encontrar el extremo del hilo rojo? Es L chatarrero de sus emociones. 

 Cercamos el escenario de lo que sucedió en el otro sitio- en lo roto por una amnesia escatológica - y lo hacemos  entre dos escalofrío. La  mano sin cuerpo  recorre la espalda y provoca un espasmo, una grieta que se abre como si nos atravesara una espada, inaugurando la ilusión de una nueva oportunidad, el encuentro de los ojos y las manos en aquella mesa del café - la Platea se llamaba quizás. Luego, en lo opuesto, la excreción de negaciones y otros demonios en la cama de aquel sanatorio (vieja ya la palabra), abierto en dos como un cuadro de Bacon o un buey colgado en el almacén del matadero. Sin cuerpo, sólo con cuerpo; sin manos. Pintando con el pincel en la boca o en los dedos de los pies. Todo pesado y medido, el reino, lo que pareció  nuestro reino de confianza, se quebró en la negativa, el NO salvaje.

 L llega a la isla en el ridículo del apocalipsis predicho y sobrevivido. La mano tonta firmó el fin de la historia. Y punto.

....la isla es lo seguido al punto final. La medida y el peso del alma humana.

martes, 13 de diciembre de 2011

La tempestad (1)

Turner: La tempestad (1842)
"Algunos pacientes con enfermedad maníaco-depresiva pueden entrar en una fase maniática. Esto se caracteriza por un cambio de ideas poco común y rápido, alegría desproporcionada y una actividad física excesiva. Si usted lo experimenta, contacte con su médico"(...)"(Usted) puede en algunas ocasiones tener pensamientos en los que se haga daño o se mate a sí mismo.Estos pueden aumentar si toma antidepresivos por primera vez(...) Usted es más propenso a tener estos pensamientos si usted previamente ha tenido pensamientos en los que se mata a sí mismo o se hace daño" ( Escitalopram. Prospecto:Información al usuario)

"Este tipo de da ánimos. Con este aire patibulario, no creo que naciera para ahogarse. Buen Destino, persiste en ahorcarle, y que la soga que le espera sea nuestra amarra, pues la nuestra no nos sirve. Si no nació para la horca, estamos perdidos"(Shakespeare: La tempestad, I.i)
¿Cómo se convierte uno en el aparecido de su isla? L llega a la isla  por sucesión de quiebras físicas y entusiasmos de muy diversos grados. Despertamos  (como en aquellas leyendas urbanas de las películas) con el tobillo enganchado a una cadena, en una bañera de hielo y sin  riñones, abandonados con el vientre abierto después de lo que quizás fue una noche de lujuria.  Con dos huellas de colmillo en la yugular.  Arriba L a la isla en calidad de náufrago, con la memoria próxima obturada por la niebla o la resaca  y latigazos de luces esteroscópicas.

 El náufrago llega a la costa  sin poder celebrar la victoria sobre la tormenta, arrojado inconsciente o después de jornadas a la intemperie, agarrado a un mástil, con todos los síntomas de la deprivación sensorial. Por eso es tan ajeno L a los seres que palpitan y  el hueco en la memoria de su propia especie, raza o convento es suturado con asco y  odio. Sabemos que nos hemos salvado sólo porque al final nos espera la horca. No es grato descubrir la supervivencia.

 Llegó L a la isla en la fecha anterior al calendario, sabiendo que la princesa de la leyenda urbana le había robado a través del torrente sanguíneo la rosa de los vientos y le había dejado una adicción como recuerdo, la necesidad de más ella, más de aquello que sucedió y está hoy olvidado en la resaca.  Necesidad y pulsión de ella, olvido del mundo que precedió a aquel encuentro y en el que L sabe que tenía una vida, un orden de mito. Expectativas e ilusión de futuro.

Nace L en la isla como L, el ser que aúlla su síndrome y grita el veneno.

 ¿Qué nos cabe esperar en estas trazas? Levantar la vista y limpiarse el barro, beber agua e iniciar el trazado de  la geografía insular armado con un cesto o carrito de homelessness, carro de supermercado o mera manta arrastrada con pertrechos. L se deja el pelo largo y se transforma en chamarilero. Reconstruye la arqueología de lo que habita (o habitó) la isla sin exterior que facilite la hermenéutica. L construye el mundo dejándose arrastrar por la ternura de las cosas  y sus aristas, entra la pompa y el filo, sin poder olvidar el asco y el síndrome de abstinencia que ahueca su alma.  Sabe que todo lo que diga, todo el intento de nombrar las cosas y narrar sus devenir  puede tener un doble en el otro lado del océano;  su vacío es olvido de una forma de leer y cocinar y oler que aprendió en la  infancia. En fin, si no desea matarse o hacerse daño, si opta por la escritura del libro de L es porque usted es más propenso a tener estos pensamientos si usted previamente ha tenido pensamientos .

 En manos del Buen Destino

domingo, 11 de diciembre de 2011

Cartografía del Libro de L



 Mira, lector, la belleza del grabado de una  isla. No es la lectura, en inicio, sino visión y podemos asegurar que  la escritura se narra en su sótanos como una de las artes plásticas. Sólo posteriormente se envanece y se torna invisibilidad de alma,  significado y golpe de voz.¿Es este giro ganancia? La respuesta es tarea de investigación en la cual quizás nos embarquemos algún día. El casamiento de la escritura con la oralidad (declamativa) no debe olvidarnos que es ella (la escritura) vieja puta que no obvia el coito con la mirada callada, el ojo sobre la materia y la plasticidad de toda fórmula, poema o relato. La materialidad tridimensional del libro no es un salto desde el espíritu a las cosas sino una transmutación de la materia. Todo sucio, con óxido y con tintura ocre en los zapatos.

La imagen que ilustra esta nota nos remite a la Isla de Juan Fernández, en el Pacífico Sur. No es esa la isla de  L pero mostremos un poco de alegría  en homenaje a Crusoe y a Chile. L no es chileno ni un moderno Robinson (cosas ambas excelentes, sin duda) porque él no ha caído en la isla de L por naufragio reconocido y fundacional de un calendario. L  habita sin referentes exteriores, sin posibilidad de replicar un orden simbólico foráneo en estas tierra que recorre como amnésico. L debe reconstruir lo que los signos hallados en la isla - y otros restos que podemos llamar arqueológicos o protológicos-   le sugieren, intentando comprender las razones ocultas que convierten  los objetos cotidianos en chatarra y trapos, pecios en arena y rastros simbólicos naturalizados por la foresta.

La Isla de L es el espacio en el que habita L.  El porqué de la cartografía insular ( y no continental, por ejemplo) como fondo geográfico para esta fenomenología, pregúntenselo al mar que se deja ver alrededor y que desde algunas de la montañas más altas se muestra como anillo de niebla y esmeraldas. El mar es el generador de ese autismo elegíaco  y podríamos decir, echando mando de una imagen  que será también hito o capilla de este cuento, que

Non est potestas Super Terram quae Comparetur ei. (Job. 41 . 24)

 Portada de Leviathan de Abraham Bosse (1651)

 Es  el mar Leviatán y no es L criatura marina.  Habita L en el desorden de la tierra y por eso escapa a la soberanía de su espada  sin por ello estar libre de los empujes de la  violencia meteora.  El agua cierra su mundo con esos ruidos de inmensos espacios llenos de seres que palpitan en la frialdad de los abismos (ojos sin párpados y branquias de crestería gótica ). Suenan también en la frontera acuática las  monodias de la húmeda calidez de las sirenas, vaginas de escamas hirvientes, cuchillas trempladas en la forja del deseo. L teme la palpitación y por eso sólo trata con cosas. Sin embargo esa música de la vida y el pálpito le rodea. Es música si se quiere siniestra pero, al fin y al cabo, música.

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(Imagen: Fernando Zobel)



álmate ahora

es preciso
álmate
contra esas fuerzas
que pretenden
desalmar

desarmar

el mundo que nos queda

sólo así podrán leerse
los signos entre nosotros

callados signos

extraviados
afligidos
desplazados

(en estructura racional)

eso que oxida
y dice

entre
debajo
casi

para

desafinarse en
la voz del otro

para arraigar

álmate ahora

la casa mental

no hay sílabas secretas

nada te pronuncia

y yo te almo



 Es este poema de Stalker. Detrás de Stalker se esconde un nombre y sus apellidos, un rostro, unos modos y maneras. Nunca ha sido bicéfala muy nominalista y su vida se construye con iniciales y letras sueltas que, temerosas, se cubren en las celosías del lenguaje. En la isla de L apareció este texto de Stalker  como pergamino dejado por el mar en el interior de una botella. Apilado, como las otras chatarras, en el carro, la posterior lectura parece mostrar que la espesura de un  argumento, su estructura continua de orquesta sinfónica, había sido comida por gusanos, mohos y arcillas ferrosas. De ahí nació el poema, herida en el lienzo de la pantalla, resto mínimo aún inteligible. Quedan las palabras como dentelladas en la piel de la roca, restos de la batalla perdida, prueba de que la víctima ofreció resistencia. La larga serie de argumentos enlazados luchó como virgen devorada por lobo  al ataque de la poética. 

Piensa  L en el alma y quiere y no quiere oír el "yo te almo" del poema en algún recodo de la isla. Quiere y no quiere que aparezca Viernes  o la princesa,  que hagan ruido con sus pies, aunque prometan no pronunciarnos, no decir el nombre de L (luis, lorena, laura, lía, lorenzo, loco, lupus....). 

L teme y ansia - bicéfalo al fin -  la presencia de un ser palpitante l(desafinarse en/ la voz de otro). Teme morir tanto como busca su asesinato.

Mientras tanto L se alma

álmate
contra esas fuerzas
que pretenden
desalmar

En la isla de L hay guerra aunque carezca de habitantes visibles y palpitantes.





domingo, 4 de diciembre de 2011

DE ARAÑAS GÓTICAS Y MOLINOS


 Pieter Bruegel: Camino del Calvario (1564)



En el juego de los saberes y en  la pelea  fornicante  de las artes plásticas entre sí y de todas con la poética


En el dominio absoluto del signo,  única cristalización o fluido de muerte que se nos permite afirmar

En la batalla de las narraciones


En el tedio del domingo que mató a la Luna


En el día de descanso del jardinero zen que cuida su jardín de 12 x 12 (centímetros)


.... me dejo aconsejar por  Molinuevo y veo The Mill and the Cross, de Lech Majewski.


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   La tentación de vivir en una obra de arte. Diversas han sido mis intentonas. Hace dos años habité en las esculturas de Oteiza. La experiencia fue mala en lo literario y en lo terapéutico. Necesité dos letras (N-O) para salir de la conmoción. La vibración del NO sigue haciendo eco en las paredes metálicas de la esfera abierta. Gracias a Dios me quedó como huella una buena afición por las esculturas de Oteiza. Está bien tener buenas aficiones. Y cicatrices. Lo demás es aburrido.

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  Querer ir a vivir, en las vacaciones del cinematógrafo, a un Bruegel  es apuesta de riesgo (incluso en la época de los mercados salvajes y mágicos que nos perforan haciendo que lo apocalíptico pueda ser tendencia). Convertir la bidimensionalidad en realidad tridimensional filmada, los dibujos en animales, calaveras de caballo y ojos de cuervo que te arrancan la lengua, es doble juego de fingimiento porque también la película es bidimensional y estática, careciendo del soporte vital de la madera cubierta de pigmentos del original. Pero no podemos vencer a la fantasía de repujado que nos penetra las mentes. Es el juego de las manualidades infantiles: los personajes de la postal navideña se despiertan bajorrelieves. O esas imágenes  eróticas japonesas: moviendo un poco al sujeto o al objeto contemplábamos de niños a una señorita vestida y desnuda casi al mismo tiempo.




Bruegel desea construir una imagen en la que una  tela de araña recoge, en su maravillosa estructura y transparencia, todas la historias de  la gentes (y las gentes deben ser cientos,  nos dice la voz de Bruegel). Refleja la pintura  el mundo del molino y la cruz, con un dios que mueve el mecanismo triturador y huele la harina con la que se hace ese pan que santifica las mesas. Arriba hay  un dios que permite y posibilita la molienda de la producción masiva y centralizada, molino de viento y molino del rey, siendo su sombra  esa otra rueda de tortura que vemos a la derecha. La rueda estática del hereje ajusticiado vive abajo y el engranaje movido por el viento arriba. Molino del tiempo(traducen el título de la película), molino que es nueva tecnología en el  siglo XVI, gigante quijotesco, revolución del capital sobre sí, tan distinto de esa otra rueda de molienda hecha con piedra y que también vemos en el film de Majewski, muela que pone en marcha la mano del campesino y que no necesita de impuestos ni acciones ni viento, sólo la fuerza de un hombre en el amanecer, la mano y el olor en el valle de  las mujeres, sencilla la piedra caliza en su lejanía del gran molino teológico/tecnológico, ese molino que el Estado y los capitales  fiscalizarán para controlar la producción.

 Pero no nos diseminemos. Átenos fuerte la araña en su red.

Bidimensionalidad y ficción tres-D. Sin gafas. Replicar un cuadro, hacer salir de la imagen plástica un orden y un sentido, una narración, aunque sea siniestra, eso ya lo hace Bruegel. De nuevo la belleza y su sombra nos cuenta más que mil palabras y hora y media de película.  La visión del cuerpo desnudo de la joven madre al despertar lo aporta la diacronía del film,  aunque ya lo imaginábamos. Como teníamos también noticias del juego de los niños y del movimiento de los carros, la ternera en el trineo y las picas española.  No hay suma en la película sino homenaje.  Juicio analítico que despliega en discurso fílmico la plástica del dibujo y el color.

La película me gusta porque la palabra es  sólo cortesía comercial, nota al pie de página. La imagen se traduce en imagen, pintura y celuloide juegan y crean el discurso estético sobre las artes.  El cuadro aparece en el inicio y luego se construye y desmonta contándonos las historias de las gentes (esas que deben ser cientos) en su despertar, en su baile y en el comercio. La voz aparece en medio para subrayar lo inesencial. La historia del Flandes del XVI muestra en su tela de araña - en el cuadro y en la película - la intemporal historia sagrada, con Cristo dirigiendose al calvario, caído en el suelo( y todos los personajes, por cierto, mirando no al centro de lo que importaba - la muerte del dios y la esperanza - sino a lo lateral, a la imagen de Simón de Cirene, el margen irrelevante, el ruido).

 Como si los arquetipos sagrados debieran ser recuperados.
Vintage metafísico.


Suele decirse que la pintura de Bruegel tiene algo de arcaica. Su simbolismo nos remite al medievo, lejos de la fuerza modernizante de Rembrandt o Rubens. Sin embargo ese moralismo teológico, ¿no es el más adecuado para recoger las narraciones de toda la gente (los cientos) y la atmósfera de guerra y dolor que se imponía? No sólo Bruegel es hoy actual. Ya lo era en su día porque lo gótico en su metafísica de espacios y  artefactos no había perdido (ni lo perdería luego) su fuerza discursiva. Una gramática que el director de la película ha sabido reflejar en su simulacro 3-D, la ficción del cine como realidad de la carreta saliendo del establo, la madre partiendo el pan, el cuervo mirando el mundo.

 El cuervo lo ha visto todo pero su historia - como toda la sabiduría animal - es silencio palpitante que sólo el arte revela con su alquimia.

 Lo bello es difícil. Y nos maravilla en su riesgo


sábado, 3 de diciembre de 2011

L huye de los seres que palpitan


E la nave va (Fellini) 
y eso es maravilla y tristeza
y lo que es el caso


L es argonauta en este mundo de L que brota con entusiasmo enamoradizo (y se construye como mecano ingenieril) en el Libro de L. L es personaje angular y monocorde, un simple giro de noventa grados para dar la vuelta a la esquina y sentir, segundos antes (esos magníficos segundos anticipadores ),  la esperanza levemente excitada de un choque accidental  con la princesa que viene despistada por el otro lado. La mayor parte de las veces L tuerce en la esquina  y  en eso nuevo que aparece en la quebrada no hay nadie ni pareciera siquiera que fuera otro lado, otra calle o barrio. La novedad siempre fue engañosa y exaspera en el caso de la biografía del ángulo recto. En el pliegue de los noventa grados -  trazado con escuadra y cartabón para no enfadar a la señorita - aparece la misma línea de casas, porque nada más mentiroso que L, ese ángulo recto de canto monocromo. Un rojo sonrojado  para  dar la vuelta eternamente a la misma manzana de edificios. Como el tal Kafka.

 Hablando de kafka. Hoy he soñado con el atasco (real) del fregadero de la cocina. Las sustancias abrasivas hierven en el espacio onírico mientras  desmonto el sistema de tubos. Luego, simplemente, miro en sueños la espuma estancada. Ya despierto,  me dirijo al fregadero y observo, en actitud contemplativa, el agua que me espera desde ayer con paciencia de pantano. Indiferente al espectáculo, religioso en el mejor sentido. Huele a química en la cocina.
Mi alma se estanca por efecto del shock electro-químico. El mundo de L es un mundo de la neurociencia.
 En el Libro de L - libro que, digamos, debe de estar escrito en alguna parte y que busco con ademán detectivesco - se empiezan a ver líneas ondulantes que pintan un mapa de la isla L. Una isla del océano Norte que desea, sin fuerzas, ser hija de los mares del Sur.  En el mundo L hay geografía, cartografía, geometría y física, botánica y zoología, historia heroica y sagrada.  Habito poética y patológicamente  en la tormenta perfecta de las quebradas, con todo el sistema de las ciencias y las artes como escuderos. Enlazo el hundimiento de los estados benefactores y los mercados y el de la galaxia gutenberg entera y la crisis de los cincuenta y el desfallecimiento de mi generación que siente que le han tomado el pelo pero que se acostumbró pronto al más tonto de los relativismos acomodaticios . Vivo en el hundimiento de psiqué y mnemosine, recorrido por la química de las píldoras rosas, en el retorno nicotínico. La princesa era (es) un signo de princesa y, aunque L y la bicéfala  busquen la vida entre las cifras y los signos, es fría la princesa.

 El libro de L es ártico  por vocación y por eso odio el mundo de L. L quisiera parir letras ( y ser , por ejemplo, Luis o luisa o lorena o lorenzo).

 Sólo quise decir hoy  que en el mundo de L el ángulo recto es tan característico como odiado y por eso he puesto en duda filosófica el adagio "debes llegar a ser el que realmente eres", en la misma medida (y con igualdad de comunidad de diálogo) que  la posibilidad de ser un otro, el Otro, saliendo de una puta vez de lo Mismo.

Sólo quise decir en la entrada que en el mundo de L  se temen a todos los seres que palpitan. Ese calor tembloroso borra las letras y no es plan el borrado si de lo que se trata es de escribir el Libro de L.


domingo, 27 de noviembre de 2011

Direcciones



 Yuri Dojc: La esposa del pescador (1988)


Últimamente me despierto desorientado 
y con la cabeza lacada

En el Libro de L abundan las direcciones y sus señales. Un universo no euclidiano en el que por el punto exterior a la recta pasan todos los caminos que van a Roma cuando ya el imperio ha caído.  Hay rotondas y vías de dirección única. Controles de velocidad y de alcoholemia. Líneas continuas para no adelantar ni besar a la princesa. Prohibido adelantar camiones de transporte internacional para evitar  la tentación del de Ítaca. Muchas reses sueltas habitan en los pastos secos del Libro de L. La mayoría son muestras disecadas cazadas por viejos escopeteros.

  En el Libro de L  son mayoría los tramos acotados y en cada recodo del río podemos ver esos metafísicos carteles que anuncian que estamos en una zona libre de muerte.  Por eso la mujer del pescador ha debido adaptarse a los peces de goma-espuma o papel cuché.  Ella ya no huele ni podemos apreciar en los pliegues de su piel o su vestido escamitas tornasoladas. Sin embargo, la mujer del pescador sigue orientándome en esta mañana de domingo en la  que me acerco al río. Me saluda y  dice, sonriente, que el monasterio está un poco más arriba o unos kilómetros río abajo. Me enseña peces de cartón pintados por mujeres chinas y, en su acuario, nuevos ejemplares cyborg que dicen haber visto en los fondos de las aguas cosas que ningún humano logrará imaginar y que se perderán ("como lágrimas en la lluvia") cuando se conviertan (los peces) en escabeche.

La mujer del pescador se me ofrece como señal ambigua en la fotografía de Dojc.  Se cubre y se descubre; me incita a ir hacia allí (¿qué es mi allí?) y  a quedarme en esa casa de la que, ay, quizás no debí salir. La mujer del pescador de Yuri Dojc no es mi princesa  ni la señal del hogar. Su sombrero asiático protege de la lluvia y crea una burbuja que tapa púdicamente su cuerpo y vuelve opaca la faena. Sin embrago el ligero giro de su cabeza anuncia un despertar, una percepción de la región Shangri-la  que aún no tiene todas sus certidumbres ni credenciales. Sus labios de pez  sellan la inmovilidad con un erotismo un tanto hierático y, a la vez,  húmedo (las imágenes de Dojc siempre provocan  una divertida re-erotización de sus modelos ). 

 ¿Hacia dónde ir si busco, querida señora, el monasterio? ¿Hay algún tramo del río en el que pueda encontrar peces que mueran en mis anzuelos? ¿Hay peces con mal olor en las montañas? La mujer del pescador, en  el silencio del besugo litografiado, ajena en su sombrero a todo expresionismo de señorita berlinesa, forma con su codo un ángulo recto del cual el pescado es bisectriz .Los dos oscuros pezones de la mujer son los referentes de una paralela y, quizás, caramelos de chocolate. Son todo el pecho de una criatura fría como un pez: puntos de calor o hielo (esto sólo lo sabríamos chupando el pezón y saboreando su textura. No es el caso porque los monjes tenemos vedado también ese oficio). Sin embargo, el pez nos advierte de que no debemos conformarnos con obedecer la horizontalidad a la que nos conducen los pechos. Él mira más arriba y es flecha que apunta al otro lado de la carnalidad morena.

En esta mañana de domingo, mi alma obedece a la mano que, descuidada, acaricia el vientre. Ese detalle me decide a seguir la senda que las yemas de los dedos anuncian. Un criterio táctil de corrección y verdad. Últimamente me despierto desorientado y con la memoria cubierta de barnices y lacados químicos. El tacto, no sé por qué, me salva.


miércoles, 23 de noviembre de 2011

Silencios


Gloria Swanson (Nickolas Muray, 1925)




Camel Cigarettes, Girl in pool (Nickolas Muray, 1936)

 " Rabelais se escapaba de las cárceles eclesiásticas, medievales,por medio  de la risa, de una fantasía gozosa, trepidante, vociferante. Montaigne, a través de la respiración discreta, benévola, burlona. La desaforada risa de Ravelais se transforma en Montaigne en sonrisa"(J.Edwards:La muerte de Montaigne)


 El libro de L se escribe en la convergencia de silencios y trufado está de ellos. Llegan a sus páginas los silencios cómodos y los incómodos; también la difracción del  silencio vergonzoso en la atmósfera del vergonzante (propio de traiciones). Silencios de cine mudo y de Ofelia en el arroyo llegan como ecos en la noche sin lluvia. Tensa espera del hielo en el  rayo solar del anticiclón. 

El anticiclón es todo él silencio. Es silencio hablar del tiempo.

 El silencio místico se cuece en la misma olla que el de los idiotas. No hay sabiduría en el silencio pero sí sentimiento que apagándose por forzamiento y tortura nos conduce a un estado como antidepresivo (el anticiclón es una atmósfera cargada de antidepresivos). 

El anticiclón es todo -todo silencio. Comenzar a hablar, hablar del tiempo.

(me)Duele más el silencio de los otros. La negativa a la explicación, el giro de mirada en el momento oportuno (o inoportuno). Pregunto por qué y el anticiclón es la respuesta. Quiero descifrar el secreto de mi karma (bicéfalo).  Por qué  es pregunta que araña el alma en el plano de los sentimientos más ñoños y en el espacio abierto de la metafísica. El silencio no es respuesta para la metafísica  que siempre accede al discurso si no cabe el diálogo. La metafísica habla en torno al  porqué que contesta en silencio.

 Silencio animal habita poéticamente en el libro de L.

Silencio de Gloria Swanson forzando el gesto: hieratismo egipciaco del primer star system. Construye  con naturalidad de diva una cenefa de carne que envuelve el silencio excitante de los ojos ebrios de nada y la boca reducida a un trazo.Lacería geométrica.  Nada más sano que su enfermizo silencio.

 Silencio de Ofelia fumadora - qué buena imagen para los paquetes de cigarrillos: la muerta feliz, la suicida sonriente por echar un último pitillo, abandonando casi la tercera dimensión para unirse al grupo bidimensional, el plano de todos los silencios que habitan en la cartografía oculta del libro de L.

 El libro de L es dolor y sonrisa. Acoge todos los silencios para cuando llegue el ataque de la verborrea.

 Río Saja Si de la escritura restara   todas las mierdas de mi vida, la queja y la decepción frente al destino, el maldito yo en su aspect...