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miércoles, 17 de septiembre de 2014

AUTOBIOGRAFÍA DEL ÁNGEL CUSTODIO ( PIEDAD)


"Cómo explicar los cuadros a una liebre muerta". Joseph Beuys. 1965.

Miguel Ángel: Pietà (1499)


DISCURSO

Joseph es el ángel custodio de la liebre muerta. Explica, cubierto de miel y polvo de oro,  un cuadro a la bestia.

La Virgen Piadosa, en silencio y haciéndose cargo del peso muerto, susurra su fracaso como madre y amiga.

Son "casos" de lo humano. Ante ellos  nuestra mirada de espectador  es perversa y la exhibición, bajo la forma de arte o escritura,  una impostura. No se debe entrar en el secreto de esos diálogos que nadie puede comprender porque, estima el común,  es insano hablar con las liebres muertas de arte o con el  cadáver del que parecía Hijo de Dios del dolor de una madre o del destino de la humanidad.

Esa puede ser  la esencia del arte:

 la participación simulada de un tercero - el espectador - en un acto íntimo: la conversación cerrada en la que solo dos caben dejando  hueco a otro: la manzana sobre el plato recibe la visita de un gusano: el líquido en la botella es cóctel molotov: los labios sobre los labios se encuentran la lengua de un inesperado partícipe en la hidratación por saliva:  el chamán-Beuys con su liebre y la Virgen con su Hijo deben admitir a un seguidor del arte conceptual, del cristianismo  o al mismísimo Dios Padre que está siempre y en todas partes. 

Sé de la indecencia de este narrar que nos lleva a las palabras susurradas en el viento, a la fecundación de los árboles con mi esperma, a la cuádruple convulsión que me parte en trozos. Lo íntimo se exhibe y nace el poema. 

Así lo cuento y escribo. Callo todo lo demás

****

Quizás nunca imaginaste que la Visión del Arte, la comprensión del sentido de la vida o del Destino, tuviera ese halo de indecencia y de quiebra de confianza por revelación del secreto que solo a dos compete.

El brutal deseo de  relato violaría el silencio debido, lo sé. Callo. Yo podría contar del amor entre las piedras... pero cierro la puerta. El Destino solo se revela en su exhibición narrada.

****

El ángel custodio (el artista Beuys)  abandona la vigilia; se duerme. Y despierta con la liebre muerta entre sus brazos. La Madre dejó de ser la sombra del Hijo y, al regresar de unos recados, ya se lo encontró en el tiempo de la historia, agua y sangre vomitando el costado.

Fracaso.

Duelo.

No caben explicaciones de última hora ni el recurso a la Naturaleza que siempre nos saca de entuertos con su constelación de leyes físicas, fenómenos genéticos, anomalías fisiológicas, designios y filosofía de la historia.

*****

(2009)Imito a Beuys y cubro mi cuerpo de miel o de grasa o de mis propios jugos.  Yo, sí, soy yo el que  necesita explicación (del cuadro) y resurrección (tras la tortura). Soy liebre y soy cuerpo crucificado. Me rompí y ahora  soy  el yo dañado que (se) incita y (se) excita en la autognosis. Como un coche ahogado que no arranca. El yo dañado se ha de sentir muerto para poder iniciar el proceso. La escritura es la miel y el polvo de oro que cubre el cuerpo de Beuys; la escritura es la mano de la virgen piadosa. Nada más difícil que la autobiografía. Ninguna apuesta más arriesgada que asumir que uno es el ángel custodio de sí mismo. 

(2014)... y en esas estábamos, quiebra y terremoto muerto, cuando renace el misterio de la saliva hidratando a los sedientos, el par que se levanta y resucita, el viento del señor que resucita  a la liebre de Beuys, el tercer día que fecunda árboles y respira el aire refugiado en el regazo.


EXPLICACIÓN:

Renuncio a la reflexión y al argumentario. Arrojo el algoritmo a la turbulencia de las fuerzas. Me dejo arrastrar por las palabras y todos sus azares. Se abren claros; se cierran los cielos con nubes negras. Me gusta porque me salva en esta noche. He cumplido.

Tengo piedad de mí por lo mucho que me es prohibido. No puedo resucitar liebres ni Hijos del Hombre. Ni enamorar princesas ( ¿quién puede amar al hombre cubierto de miel y polvo de oro?). No puedo elaborar la gran Tesis ni el Poema. Me dejo arrastrar por el capricho o la indiferencia. Me abro a lo que me enseñes y proyecto la fuerza que unía a la madre y al hijo, al Dios y a la Virgen, al artista y a su liebre.

 Soy tu discípulo en asuntos de Destino.


Cancel my subscription to the resurrection.


Aranda de Duero(septiembre de 2009) - Villaverde de Peñahorada (septiembre de 2014)

viernes, 1 de agosto de 2014

Alonso de Berruguete

Alonso de Berruguete: Sacrificio de Isaac (1526)

"melancólico saturnino, airado y mal acondicionado, pinta terribilidades y desgarros"





más vigor de nervios que musculatura





(Muchas figuras de Berruguete)

no tienen alma 
son un simple embrollo 
líneas 
                                    garabato, 
revoltijo 



no tienen alma 
 no pueden
                                 convencer
 ni razonar, 
ni hablar



no tienen alma
son un quejido, 
                                   un grito,
un suspiro



no tienen alma 
 nunca sueña, 



no tienen alma
                                    ni meditan


no tienen alma
 solo 
reaccionan 
como
fieras, 
                                            escalan, 
chillan 
gesticulan   en   una   lucha   de   titanes, 

más vigor de nervios que musculatura

así yo mismo depreciado después de leer a Walt Whitman  

( A partir de un texto de Ricardo de Orueta)








Efectivamente
no tengo alma
dijo ella en la confluencia de sus miradas
enamorados en la eternidad del alabastro
despreciándose y calientes


Imagen: Cardenal Tavera (de Alonso de Berruguete) y Catherine Deneuve en Tristana

viernes, 25 de julio de 2014

la mirada



















Rembrandt: Muchacha en la ventana (1645)                                                            J.M.W Turner: Jessica(1830)


Helen Levitt: Nueva York (¿?)




Eli Lottar y Germain Krull: Sin título (1930)


Mirar, solo mirar me dejas y con eso
me conformo

desde la ventana, en la ventana, a través de los dedos y en los dedos
mirar los dedos como celosía que encuadra
la mano abriendo de par en par el rostro


tú lejos a mil correos de distancia

mirar en la ventana expuesto
visum et repertum

nos miran por miles en la sucesión de los siglos de los siglos

mirar para cerrar los ojos en un beso que se anticipa




Anna Malagrida: Boulevard Sébastopol 2008

Ellas miran; yo miro....

Mirar a través del aire y ver el aire, la lente, el espejo, la pintura. Lo interpuesto en su grosor y dureza. Mirar el cristal que sabemos que no por más limpio mostrará  mejor aquello que oculta

afuera del reflejo
un rostro trata de enfocar la mirada
 (no de limpiarla).

Caigo en la trampa.

Ser es ser el valor de una mirada

serás consciente de que es la tuya
 enamorada en un cruce

de miradas


( Madrid, julio 2010; Burgos julio de 2014)

sábado, 1 de marzo de 2014

Deseando amar (In the Mood for Love --- Fa yeung nin wa ) La magnificencia de los años pasa como las flores




No hay conversación en la película. No se rompen las fronteras de la enorme distancia que separa una puerta de su vecina. Un ladrillo tabiquero es el espacio de los años luz. A cada lado, espalda contra espalda, los protagonistas son signos de un deseo humillado por algún otro deseo más sombrío. Nadie se suelta la soga del cuello como si todos quisieran morir ahorcados para mayor gloria de algún dios.

 Las palabras se sienten arrinconadas por los gestos y su lentitud en idéntica medida a como lo hace el deseo de bajar la cremallera del vestido.  No hablar: el inquietante precio de la estética. O, de otro modo,  subir y bajar la cremallera a distancia quemándose en el hielo hierático del movimiento de las caderas. Se  asciende y desciende por unas escaleras en las que intentamos girar levemente la cabeza para ver la belleza de aquel con el que nos encontramos. Tan extremado el disimulo que nunca apartamos la vista del frente. El vestido nunca cae al suelo; se ve siempre ajustado al estilizado cuerpo.  Palabras arrinconadas





 Pero, ¿quién soy yo, cuáles son mis credenciales,  para cuestionar la historia de un amor que no se consuma sin que por ello deje de devorar a sus protagonistas? ¿No es el amor consumado una contradictio in adjecto? En la distancia del que mira,  aunque en el fondo yo también esté a mis cosas,  constato que se abre el hueco de la posibilidad de acceso que titula el deseo. Se abre así la película y con ella un hueco para el amor entre puertas de vecindad, calles y escaleras. Sin embargo, en ese hueco se derrumban la rigidez de las formas, las voces como coro censor  y los  trajes femeninos tan estilizados que parecen corazas. En alguna escena vimos, bajo la cama, unas viejas zapatillas de esas que se nombran como "de estar por casa". Sin embargo  ganó el rigor de los tacones que machacan los pies de la mujer (por amor a la estética o a la decencia).  Duele el pie que no se ha descalzado y llega el dolor hasta las lágrimas del hombre que descansa sobre los muslos de ella  y  acaricia los tobillos.

 No se elige el momento de amar, dice él bajo la lluvia. Sí se elige convertirse en flor seca en el interior de un tubo de vidrio. Brota el sentimiento de un modo tan lento que podemos dejar el jornal en el local de los tallarines, subiendo y bajando las escaleras,  haciéndose ver por el otro en una danza infinita . No se elige, pero, en un punto, se hace nombrar bravo e inconmensurable el amor, siendo como es, el mismo deseo y toda su fuerza. Sin embargo, elegido o no, el ímpetu es frenado por lo que se desmorona: la rigidez, las voces. Todo podría haber sido distinto si....

Mientras tanto - todo pasa mientras tanto -  nosotros vemos cómo los protagonistas ensayan  las escenas de los otros, el perverso  juego de la contención y del simulacro,  la falsa rectitud moral ("haremos como que somos ellos pero nosotros somos distintos"). No puede cobrar cuerpo la dramaturgia. Pervierten el arte en su represión, se castigan el pecado de los otros. No follan es expresión demasiado simple porque en nel fondo da igual si el director nos ha querido evitar la escena.  Mejor decir que se muestra una violencia en la que los dos amantes golpean con la olla de los tallarines el sentimiento hasta dejar su rostro irreconocible.

No hay éxtasis, ni risa. Nunca se sonrojan de veras y con ganas.  Hay inmolación en la decencia que, cuando pasa el tiempo de la historia, nos parece la mala de la película. La decencia: subir y bajar las escaleras mientras suena,  repetitivamente,  la misma música, ya seria, ya en ironía doliente (Nat King Cole: quizás, quizás, quizás)




Podría alguien decir:

     ¿Sabes una cosa? Tú y yo nunca viajaremos a Angkor Wat.  Ni tú ni yo recorreremos las calles de la vieja ciudad  de los dioses. No podemos hacer planes y la magnificencia de los años pasará como las flores. Contaré el secreto a un árbol de piedra y taparé con barro la pequeña cueva en la que hacen ecos esas palabras que no son posibles, que nunca han sido posible, porque se han visto arrinconadas por la lentitud de los gestos, por las escaleras que se suben y se bajan.  Pero cabía otra respuesta, lo sabemos. Aunque nunca podamos  viajar Angkor Wat cabe romper el tabique, despedir a la decencia, abrir una herida de luz, conversar.


   


Todas las imágenes de la película   Fa yeung nin wa Deseando amar, (Wong Kar-wai, 2000)

domingo, 16 de febrero de 2014

Pintura



 marcar, quizás con tinta,  la silueta de mi mano sobre un papel

 pintar el interior de la huella con maquillaje blanco de payaso

cubrir todo con cera negra como noche de gato

.... punzón en mano la mano rayará la oscuridad hasta hacer visible de nuevo la  blanca-mano-payaso ...

escala 1:1

 en el  papel que revela el misterio escribiría

dices que mi mano es pequeña

pintaría mis manos a escala 1:5 o 1:10 o 1:30

aún podrían ser mucho más pequeñas

inflar las bandadas de manos dibujadas hasta convertirlas en entidad tetradimensional

introducirlas en tus sueños

lluvia de manos en escalas diversas

hacer cosquillas musicales
(sin despertar)

sábado, 8 de febrero de 2014

no hay nada con lo que identificarse ni quien se identifique con nada




.... a sus 62 años, Jacky O’Shaughnessy ha roto todo tipo de convenciones y se ha convertido en la nueva imagen de la línea de ropa interior de American Apparel. La cadena de moda pronta ha publicado la foto en las redes sociales en la que se ve a la sexagenaria ataviada con solo un conjunto de encaje y estrías a la vista, acompañada de la frase “Ser sexi no tiene fecha de caducidad”. El País


 Debo decir que todo este asunto me trae sin cuidado. Anoto o, más precisamente,  hago rebotar la noticia, el hecho, la imagen. La retransmito. Mi pensamiento parece que ha quedado para sustentar alguna modalidad de  lo diferido, la réplica simulada de un encuentro interesante o digno de atención, la salvación de un  pequeño cascajo escupido por el ruido. Hago como si el objetivo de la provocación estuviera conseguido o fuere converso de algo. Pero ni lo uno ni lo otro. Repito que me importa un rábano el asunto. Estoy simulando mi interés por el caso. En mi alma estoy en silencio.

 La imagen de la modelo quisiera para sí el nombre de signo paradójico por ese su intento de mostrar la arruga y la lozanía, la menopausia y el sex appel. Vejez y  juventud reflejadas en  el sosiego de la experiencia o el brío del potrillo teenage.   En el pasado ya se nos presentaba este mismo juego acudiendo a la verticalidad  del adentro y el afuera, amenazando a la juventud con el paso del tiempo que hunde en profundidades sin nombre  y coronando la edad con la sabiduría o, al menos, la malicia del que ya ha vivido (v.g. la Celestina, puta y vieja y, por eso, protagonista del relato). Pero aquí no hay  intento de otorgar poder a la experiencia que nos malea o a  la sabiduría espiritual. No, aquí todo sucede en el plano de la apariencia, en la piel. En la horizontalidad  del contraste directo del cuerpo de 18 y el cuerpo de 62. Ambos están ahí, a la mano.   No sabemos si es la modelo bella por dentro porque no hay alusiones a tal dimensión y ella  habita en ese afuera de su cuerpo, en aquello que la hace no- bella: la piel atravesada por la edad. Porque no hay photoshop rejuvenecedor. La modelo debe aparentar los 62 para que la campaña funcione y, por eso, hay que subrayar (tecnológicamente también) las arrugas y la flacidez en algunas partes. Hay que mostrar las heridas de la edad para que haya efectividad estética, es decir, en este caso, seductora.

 Lo bello habita horizontalmente en  lo no bello. Pero, ¿que significa ese "en"? No creo que sea "uno dentro del otro", en un mismo aspecto y en un mismo tiempo. No, están como en paralelo, en una suerte de convivencia civilizada. Lo viejo no se intenta mostrar como lozano y atractivo. Más bien, parece que la modelo ha dejado que en su piel acampen núcleos de resistencia juvenil, belleza, sex appel.  El el imperio de la edad, brota la resistencia de lo joven. El capitalismo sabe jugar como nadie con las ideas de resistencia.

Mágicamente, miras la imagen y adquieres - sea cual sea tu edad -  la edad de la modelo, indefinida salvo por el pie de imagen, cuando nos hablan de los 62. La imagen tiene atributos del joven y del viejo. Eso eres tú, esa es la edad y en ti habita eso que te provoca rechazo y, ay, gracias a dios y al capitalismo seductivo, también  lo que nos salva, eso otro que vemos en la modelo y nos excita.

No hay aquí la tragedia de un pacto con el diablo. Hay un consenso, una réplica en nuestro cuerpo fragmentado de la dualidad de lo terso y lo rugoso. Mi piel estará ajada pero mis erecciones son adolescentes (viagra ex machina) o mi potencial físico mengua pero mi imaginación es de niño de guardería.

Me preocupa mi desinterés por el caso. Me pregunto dónde estoy yo cuando se produce la felicidad del otro.


miércoles, 14 de agosto de 2013

W W Z (La civilización y la imitación inteligente del zombi)


WWZ (2013)



 Debo confesar que descubrir que estamos en plena Guerra Mundial Zombie solo me ha servido para dormir peor y sentir acelerados los efectos colaterales que son de rigor en mi picajosa vida emocional. De nuevo comprendo que ser consciente de uno mismo y del mundo que es el caso, tal y como se empeña en recomendar la filosofía, quizás nos haga dignos pero nos conduce a unas felicidades muy raras, al menos en estos tiempos en los que el dios kantiano que aseguraba el final feliz salió de naja en el el último episodio.

 El poético habitar de mi existencia  en la W W W  no me planteaba demasiados problemas. Sí, acepto que la mala conciencia drogadicta me empañaba las lentes a veces y me decía, en silencio, que algo malo tenía que tener la www si estaba tan rica. Pero, ¿quién está libre de vicios? Además, si yo podía ser objeto de seguimiento por parte de los servicios de inteligencia o las Compañías , ¿qué me podía importar? Creo que la perspectiva me llenaba de orgullo porque no acababa de entender qué interés podía tener el menda y su achicada vida para esos señores tan importantes. Por eso sentirme espiado me ponía más bien cachondo, de un modo ligero y al modo ancianidad activa, pero cachondo al fin y a la postre. Como los célebres elefantes de la canción infantil, me he estado balanceando en la red con más alegría que angustia.

 Pero la visión de la película WWZ ( World War  Z, 2013) me ha llenado de inquietud. No me asusta  la interpretación política que pueda hacerse del relato, digamos los peligros que en la vida del individuo y los grupos cordiales  - la familia convertida por el capitalismo en la última célula revolucionaria - puede producir la infiltración de lo otro, masivo y reiterativo, homogéneo y desazonante, anónimo y cuantitativo, democrático al fin y al cabo. Tampoco me ha llevado al borde del colapso nervioso asumir que el capitalismo es el gran zombi y que su lógica ilógica nos lleva a la destrucción de los pequeños resquicios de libertad individual . Y no hago mucho caso a la idea de que el orden civilizatorio se proteja solo gracias a los muros (como los del estado de Israel). Todo esto es muy angustioso pero, personalmente, lo que más ha afectado es una cuestión que tiene que ver con el ritmo de las opciones salvíficas..

 La verdad es que,  siempre en la inopia,  no había caído en la cuenta de los cambios de velocidad de los zombis contemporáneos. El zombi que yo recordaba era más bien lento, acartonado en sus andares por la putrefacción que le corresponde a su condición de cadáver. Sin embargo, estos nuevos zombis que nos han llevado a esta maldita guerra mundial tienen todo un sofisticado sistema de tiempos.

Los zombis pueden mostrarse como realidades suspendidas, inmóviles, cercanas a su vieja condición de cadáver. Los movimientos que vemos en la película WWZ cuando el zombi está inactivo, podrían ser los efectos típicos de la corrupción de un cuerpo, según nos informa la ciencia forense. La propia corrupción de la carne, la generación de gases y efectos mecánicos, crea esos movimientos compulsivos, torpes. Todo muy natural y, si se me permite, humano. Pero cómo cambian las cosas cuando detectan algún ruido o movimiento violento. Su excitación es tan brutal que pasan de cero a cien en muy pocos segundos, haciéndose capaces de hazañas inmensas -propias de animales sociales perfectos como las hormigas -,  como la superación de los altos muros  de Jerusalem o la creación del atrapa helicópteros que vemos en la imagen  de arriba. Toda una instalación.

   Si los zombis paralizados me recuerdan a las esculturas de Juan Muñoz deterioradas por el paso del tiempo pero con un encanto zen,  los zombis excitados por el ruido me parecen los antihéroes, figurativos solo en apariencia, de un cuadro expresionista,  una de esas acciones pictóricas y medio derviches de Pollock ante el lienzo. Pero mejor lo ven:



 Juan Muñoz


Jackson Pollock




WWZ
 Me sorprende la velocidad de infección del carácter zombi.  La humanidad está perdida a ese ritmo. La película, finalmente, encuentra una opción salvífica no sé si definitiva. Al parecer, los zombis son estructuras como aquellas que imaginaba Richard Dawkins en su gen egoísta: organismos instrumentales, cuerpos que solo buscan el contagio masivo. Por eso, la violencia sobrehumana de su movimiento nos revela la presencia de una fuerza de muy difícil contención. Así se comprende que, en la mutación zombi, los enfermos sean ignorados. Literalmente no existen en el campo perceptivo de los caminantes porque han dejado de ser posibles receptores de la mutación. Por eso, la respuesta civilizatoria ante la barbarie zombi no puede fundarse en la creación de guetos y la construcción de murallas  sino en enfermar todos juntos, asumir que la no-perfección y la muerte nos salva. Casi teológico.

 Pero yo casi prefiero subrayar otro camino. Imitemos al zombi, salvémonos en la apariencia. Seamos una recreación zombi en su estado no agresivo, cuando se mueve lento como un actor de teatro polaco. Que esa teatralidad sea nuestro camuflaje inteligente. Eso podemos hacerlo y ganar al monstruo por abajo, en su estado mínimo. Por eso propongo:

Lentitud,

evitación del ruido,

vivir en los delicados ritmos poéticos, lejos de las grandes sinfonía tecnológicas que tanto excitan a los enemigos.

Ser uno de ello, camuflado en el estado de larva de la muerte.

 Despacito.

 Ya dijo Nietzsche en algún sitio que todo lo que ha merecido la pena en la civilización humana ha exigido tiempo de disciplina. Vosotros, hombre superiores, aprended a tardar más de un día en alcanzar los objetos de la cómoda, y toda una semana para bajar al supermercado.

Despacito.



WWZ

Lo dicho. Y que viva la revolución que, esta vez sí, nos permitirá ganar la guerra.

martes, 6 de agosto de 2013

El público


Isabelle Stoffel: La rendición


¡¡ Hostias!! ¡ No se lo tomen a broma!

 Llevo un tiempo preocupado por la cuestión del público. Perdonen la falta de modestia y eviten la risas: me interrogo con toda seriedad por "mi público", hasta el punto de convertir su presencia en el gran horizonte hermenéutico de mi meditación sobre el mundo.Ni verdad, ni belleza, ni bondad. Ya, ni siquiera, la escritura como alivio onanista o tiro de carreta terapéutico. Ahora el público es eje de mi decir porque, por sorpresa, he tomado conciencia de que tengo un público por ahí.

  Este es un asunto que debe estar a la sombra de toda esta legión de amigos del blog, la facebook o los twitter. Pero la categorización y distanciamiento de la cuestión, hasta convertirla en asunto de muchos, no me libera de la desazón gozosa de esta "conciencia de que tengo un público y a él me debo tanto a o más que a mi propio genio o a la conciencia de clase, género y especie".

 Esto no es broma. Hace unos años no me planteaba esta cuestión  porque escribía en cuadernillos de cubiertas negras a los que nadie tenían acceso y que ni yo releía. Podría afirmar que, como San Agustín, yo escribía para Dios y sólo él era mi público, que trabajaba en la búsqueda de la perfección expresiva porque Dios lo ve (Oscar Tusquets). Pero creo que realmente  nunca me plantee las cosas de esa manera y ni me tomaba en serio a mi mismo ni a mi escritura. Creo que es ahora, y solo ahora, en este momento en el que me pienso en la presencia de mi público humano, gente con penes y vaginas, dedos y uñas, caries y déficit en la recaptación de la serotonina, solo ahora, me digo, la idea de escribir para Dios o con Dios me resulta claro del bosque para edificar mi tienda. Es ahora cuando yo me siento digno y hablo con propiedad de mi obra o, dada mi edad, de mi legado.

Rendido a mi público,  he conseguido finalmente la dignidad como hombre y como artista.

Por eso ahora me preocupo más por las formalidades de mis artefactos: los errores mecanográficos, las faltas de concordancia, los matices de la provocación, las fórmulas de cortesía, mi atención a las peticiones silenciosas de mis lectores. Giros, bises, claridad conceptual y sentimental. Ha sido ver al público y pensar en Dios y, a la vez, todo junto, atender a la gramática y a la ortografía. La figura del "observador imparcial", propuesta por Hume creo recordar para establecer valoraciones racionales en el contexto emotivista, no es exactamente a lo que me refiero. La figura del público no es un constructo teórico para salir o entrar en algún sitio, ni está ahí fuera garantizando un distanciamiento imposible. El público me habita desde el interior de mi alma, como una hinchazón aparecida de improviso al modo de las alas de la mariposa o esa erección no esperada que se despliega cuando,castamente, besamos a una persona a la que amamos.

Él me domina y yo me someto. Vivo en el placer a la rendición.

 Supongo que ya he llegado a una cierta altura en la génesis de mi obra. La aparición del público ha configurado la primera fuerza armada de mi espíritu, que ya no es solo alma, que ahora participa en el devenir de los juegos simbólicos, en el despliegue de las connotaciones.

De rodillas ante mi público, creo que esta rendición me está otorgando un nuevo reino de libertades.

No se rían, por favor. Mediten.


 

miércoles, 26 de junio de 2013

El beso





 El beso de Klim se ha convertido en un sello, en la pulsión burocrática de un impuesto. Fiscaliza el poder el beso de Klim, el beso de los enamorados y convierte el más que sobado cuadro en una pieza de coleccionista. El estúpido filatélico, con perdón.

 Sin embargo, no puede negar el poder el poder del beso, la firma de la conversación en la carne. El diálogo se queda sin palabras y, por un momento, se sueña que no hay vuelta atrás, que se ha iniciado un camino nuevo, una senda desconocida y clandestina. Se sabe del riesgo porque hay mitos que hablan del beso como traición (así Judas). Se conoce, está visto, escrito, dibujado, reconocido.

El beso. ¿Cómo lo has sentido? se pregunta él(o ella) en el centro de su cabeza. ¿Lo esperabas así? No, es mejor. ¿Mejor que qué? Mejor que nada, mejor que todo, mejor que el sabor de la ginebra y la fruta exprimida, mejor que la tentación, mejor que el aire que se ha respirado.

Mejor que toda la escritura.

Mejor que el silencio.

Y, sin embargo, sabemos que el beso está fiscalizado. Por la tentación ética, por lo impropio que nos atosiga,  por el desgaste de la confianza. Por el sexo que late imponiendo su legislación. Todo parece querer cercar al beso que, sin embargo, grita la libertad.

Todo críptico. Todo dedicado a él o ella.

 El beso que convierte un tiempo en un "ahora" que brilla en el cielo.

viernes, 31 de mayo de 2013

the artist is present (1)




 ¿Por qué no?

Quiero decir que me ha gustado The artist is present,
Quiero decir que me gustan las cosas que veo y que ellos titulan performances de Marina Abramovic, 
Quiero decir que me gusta el nombre Marina Abramovic

también me gusta hablar de la realidad del concepto o de la diferencia  en el habitat del ser del ente

me gusta que un té verde me acompañe ahora, aquí a mi derecha, en una vieja tetera de acero y en una tacita blanca y alargada
repartido

es mágico

es significativo

pequeñas cosas significativas y mudas como las llaves enrolladas con mi reloj junto a este teclado
o la noche aún al otro lado de la ventana

es espiritual

vivo para eso


pero no es importante lo que a mi me gusta
solo es la espuma
hago también lo que no me gusta
me hago daño
hiero
cumplo deberes
friego cacharros
no soy un puto buen samaritano


vivo para sentarme frente a Marina Abramovic
sin hacer cola

viendo el entramado material y los efectos colaterales de todo montaje
sin importarme la farsa de la sinceridad
ni el fingimiento

me gusta el espíritu porque sé con una certeza oscura que es rareza
acontecimiento
performance

y me gustan esas chorradas
como me atraen y me aterran todos los estados alterados
de la conciencia

la química el agotamiento el ayuno la escritura(a veces)

no tengo que dar razones de mis gustos
para cuando mis palabras lleguen a sus oídos sus cerebros estarán ya muertos
así la luz de las estrellas

triste

por eso Marina y yo nos miramos durante el espectáculo
lloramos y simulamos sentirnos plenos
enamorarnos del mundo
hablar de nuestras identidades

perdonar

olvidar sutilmente que
cuando la luz de nuestras miradas llegue a la retina del otro
seremos minerales

por eso mirarnos tan fija y espiritualmente es el equivalente de hostiarnos


permitimos ser visitados como santos eremitas en el borde de la vida y la muerte
como una montaña-  dice Marina

permitimos ser protagonistas de una sarao mediático

el espíritu
los estados alterados de conciencia y la cuchilla bailando en la carne
lo que amo y temo

sobrios
acojonados del cuerpo momificado que nos invoca


miércoles, 22 de mayo de 2013

SOMEONE TO LOVE


Cristina Núñez: Someone to love (1988-2011)

 No sé jugar al autorretrato.

El autorretrato es una práctica que se me escapa. En ese modo expresivo, en ese dictum, mi yo  huye  porque presiente que quiere atraparle una pelota recubierta de cuchillas afiladas cuyas líneas de acero alguien ha lubricado con alguna sustancia urticante.

 Quizás sea esa doble r de la palabra. No sé.

En un principio quise decir al personaje que nos muestra Cristina Núñez:

- Señora, conozco a las de su especie. Hay algo extremadamente cruel en el fondo de su mirada, ya la aplique a sí misma o a otros.  Su exhibición muestra la sombra de algo más básico que usted misma y que se me escapa. Reconozco que me asusta lo que veo....

Eso podía haber escrito aunque después he pensado que se notaba demasiado una soberbia que no poseo. Ni yo conozco ya especies (se me han roto las taxonomías) ni sé si la sombra que noto en el trabajo someone to love de Cristina Núñez es algo básico o profundo.... quod nihil scitur

 La doble r del modo autorretrato dicta un juego lingüístico para el que me muestro inútil. Y eso que son muchos los que creerán que este espacio de escritura es pura exhibición de mis interioridades.Pero, de verdad, no es el caso. El autorretrato exige una fuerza de la que carezco y que la fotógrafa sí se dice capaz de disponer. Cristina Núñez opta por un camino directo y provocador: el desnudo y la definición de las constelaciones familiares. Bueno, quizás en el mundo del arte (que es el de la vida y la historia) ya no sea ese modelo de exhibición el más arriesgado. Como se sabe, la privacidad anda quebrada hace un tiempo. El caso es que, como propuesta, mostrar el propio cuerpo y el viaje vital que a uno le ha tocado sigue pareciendo que desnuda más y hace más fiel el autorretrato. Da sinceridad a la reflexión. Por ejemplo, yo podría desnudarme y mirar el obturador secreto de una cámara y contar lo de papá, mamá, carmeta, pablo, mario, n y qué se yo. O mirar a un punto....




Sí, yo podría apretar el clic del disparador ---  me gusta que en las imágenes de Cristina Núñez se vea el artilugio en algunas ocasiones, esa especie de pera como la que en las camas antiguas servía para encender y apagar la luz.  Digo: Yo podría entrar en la terapia del autorretrato como propone Cristina (the self-portrait experience). Pero ...

 Los cuerpos, al exhibirse en algunos contextos y bajo algunas miradas, lejos de ofrecer fragilidad y simbolizar la precariedad de las almas, se nos muestran como realidades contundentes, fronteras con el mundo, signos de inmunidad. Un poco al modo de la mirada que dicen genera la heroína en ciertas personas.Los cuerpos de Cristina Núñez tienen la contundencia de un testimonio de sí. La misma experiencia, bajo una forma anónima, la encontraba en la playa. Cuando paseaba por la orilla, me sentía brutalmente atraído por el poder de los cuerpos desnudos. En ese límite entre el mar y la tierra, bajo los auspicios de la luz solar,  la piel de la joven hermosa y la  de la vieja recorrida por pliegues indescifrables y venillas varicosas se confundían en mi mirada. Toda la carne era fuerte y esa fuerza me provocaba la ternura a la que soy adicto y doliente sufridor de sus abstinencias. El caso es que yo no estoy entre esas pieles: las miro en los otros pero no en mí porque seguramente no está. Y el asunto  no es que yo sea un ángel etéreo o un alma descarnada o un ser sin autoestima. Lo que sucede es que me falta ese disparador que permite el autorretrato - solo o en grupo. Noto la ausencia del clic y el artefacto.




¿Ven la diferencia? Apuesto que a los cuerpos y a las alma nos une la necesidad de preservar la propia desesperación sin agotarla nunca jamás. Algo así dice Cristina Núñez en algún momento de su vídeo. Y en esa tarea mostraremos las imágenes de unos y de otros. Buscaremos y encontraremos alguien a quien amar.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Solo lo que te ahoga, Ofelia, consigue rescatarte del traspiés


 El agua rodea la isla de L por definición y con evidencia bien alta, salvo confusión en el uso de las palabras. En el océano, cerca de las costas,  caminan cubiertas de agua y largos vestidos blancos mujeres melancólicas que, sin vocación auténtica, hacen embarrancar a los navíos. Desean ellas mostrar su tristeza -  a veces enamoradas, a veces simplemente hartas del uniforme de damisela - y es por ello que se lanzan  a la caminata submarina, con la cabeza cortada por la superficie y el oleaje, pero con los pies bien amarrados a la arena y esos fondos marinos donde se acumulan los detritos (o las dentritas, casi digo, el orden nervioso de las mareas y las simas de más de diez mil metros de hondura).

 Ofelia tropieza a cada paso en su caminar de sonámbula y, sin embargo, el agua que ella deseaba que la anulara la mantiene en la vertical, evita su ahogamiento por efecto de las fuerzas físicas de Arquímedes y las no menos interesantes del conatus de la supervivencia. Nunca termina de caer y mantiene  la cabeza siempre afuera por mucho que se empeñe en cerrar los ojos (vocación idiota en las noches sin luna) o mire vacía de sí más allá de las esferas exteriores. Ni la muerte te tolera, amiga, y por eso recorres como alga, transmutados los pies en largas trenzas de sargazos, las costas de la isla de L, centinela a tu pesar, mensaje y boya, anuncio de que solo se pisa tierra si se sumerge el alma en la ensoñación, la tiniebla dolorida por las mil drogas o la pataleta de los niñitinos.

 Pensaba, hace unos días, en la posibilidad de crear en la isla un cuerpo armado que pudiera, en caso de amenaza e invasión, utilizar toda la crueldad física para la que estamos el resto de los habitantes de L incapacitados. La niña rastafari frunció el rostro entero como si fuera una persiana y se largó de viaje, dejando una larga señal de ofensa cruzando el cielo en forma de trenza y caos de pelo.  Hoy lo he pensado mejor: el ejército de mis ofelias  recorrerá, melancólico suicida, la costas de la isla para hundir en el deseo las naves de cuantas flotas nos amenacen. Un ejército del morbo. El genuino grupo armado de la decadencia. La negritud o el corazón tan blanco de Lady Macbeth.

sábado, 2 de febrero de 2013

Toda condensación es impaciente





 Logotipo de Condensación Impaciente, sociedad anónima donde las haya, cae la gota por el cristal resbalando púber las calles, ingenua y peligrosa solo por dentro, creyendo en la aventura por el vidrio que sus trece años son pasados ya los dieciocho y que ese engrosamiento de la líquida presencia es signo de que el éxito está asegurado por empuje sexual de todos los tronos. Mientras tanto, sabiendo ellos que siempre es mientras tanto, mis dedos recogen en sus yemas la pequeña gota cuando a punto está de topar con el fin de la ventana y, en ligero y cruel movimiento conjunto de pulgar e índice, el agua es tan solo humedad vencida y humillada por mis pulsos térmicos, nunca más allá de los treinta y siete grados. Ni fiebre precisé para que se frustrara el espejismo del agua.


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Mientras gobiernen mis días
mantequilla y pan tierno



Gritan los discursos entre frutas y legumbres:

       Regeneración del Estado de cabo furriel para arriba.

 Caemos en el espejismo de que hay Estado. Son solo hombres con piel de oveja jugando a lobitos buenos. 

 Subo la torre Tatlin

soy muñeco que adorna la maqueta
que nunca llegó a articularse.


    Repártanse mientras tanto - sabiendo ellos que siempre es mientras tanto - la grasa y la morcilla con liberalidad de partida revolucionaria



Imágenes:

 Chema Madoz. La gota tiene  forma inesperada por aplicación previa de alguna barrera de apariencia invisible (pincel húmedo sobre el cristal y posterior relleno mecánico del líquido)

Tatlin: A la tercera Internacional
Subir las rampas debió ser posible en el sueño de Tatlin.
El Estado sería  un entramado de rampas que podríamos subir con deleite de caminata por la montaña.
Naturalizar el artificio.
Los impedidos y otros hermanos del harapo creyeron cerca sus carritos
eléctricos
para, al menos, llegar a las primeras plantas.
 Para eso hicimos la guerra.
 Para eso, más o menos, llevo cumpliendo deberes desde , más o menos, el  último mientras tanto.


miércoles, 16 de enero de 2013

Fetiche de mujer pensante (III)



 Qajar(1998) por Shadi Ghadirian

 La mujer de la imagen piensa a través del posado y apoya su presencia en el gesto leve, aparentemente casual, de colocarse la gafas. Ordenado el abigarrado entramado de telas, establecida la línea de los labios  como boquita de pitiminí, el último movimiento de la mano hacia las gafas rompe el estatismo del retrato que se anuncia -joven con vestimenta tradicional - y desvela la suavidad de un caricia erótica, el calor de la mano izquierda sobre el muslo.En ese instante ella medita satisfecha sobre el millar de detalles que ha conseguido organizar,  sabiendo que aún falta el toque final, el gesto que ya tiene decidido o, mejor, está a punto de dibujar. Y solo en ese ahora es ella mi fetiche de mujer que piensa.

Es la belleza leve e inútil, hermana.

Un poco más tarde, con las gafas colocadas y todo en su sitio, la mano diestra se colocaría en su lugar natural. Mi amiga dejará de pensar para que ningún movimiento enturbie el posado y en su hieratismo me demostrará de nuevo, como si necesitara yo más pruebas, que el mundo es sitio amenazado por la tristeza. Será ella  muestra de folclore, jotera de oriente, náusea en el fondo de mi estómago. Y, si me apuran, sospechará el que mira que las gafas ocultan bizqueo,ojos estrábicos de una idiota cualquiera.

lunes, 7 de enero de 2013

Fetiche de mujer pensante (II). Mujer penitente o el sueño de un pensar táctil



Eva Herzigova por Jean-Baptiste Mondino (Fall 2002)                                 Qajar(1998) por Shadi Ghadirian:


Caen las dos imágenes a la mirada, contrapuestas de nuevo por la simplicidad caprichosa del espacio, incapaz él de ser solo arriba o solo abajo o nada más que derecha o únicamente izquierda, imposible mantener una neutralidad de vacío, el paraíso precedente a la diferenciación cardinal. Impelido por  la exigencia de colocar a la dos mujeres sobre el espacio, una va a la derecha y otra a la izquierda, sin que pretenda yo añadir  significado alguno a esta su ubicación y aunque sepa que necesariamente sucederá ese añadido y seré malinterpretado por mi flacidez inicial, por dejar hacer al capricho y no fijarme en lo que  cabe esperar que signifique (para la tribu) el que coloquemos algo a la derecha o a la izquierda. Esa desidia en mi primer movimiento, todo un síntoma,  no sé si se justifica en mi modo amateur del pensar o en la fantasía del jugar con fuego y dejar que el azar vaya mostrando sus cartas para que, al final, nos haga el trabajo de encontrar la escritura.

Dos imágenes y dos mujeres que piensan y que son signos de oriente y de occidente, de carnaval y cuaresma, de drama y comedia,  de la risa y el espanto, de la asepsia y de la orgía de los microorganismos. Las dos imágenes aparecen ya envegadas por determinaciones, significados o aires de familia, que preceden a mi intención y van contra ella,  supurando ya simbologías en mi mirada, como si yo tocara las famosas tierras vírgenes y las viera  casadas y amarradas antes de que yo me centre en el detalle y las nombre.... ¡Ay la maldita  ilusión de ser primero y comunicar el descubrimiento a  nuestros camaradas!



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De izquierda a derecha y de arriba a abajo. La significación de mi imagen  se ve golpeada por la visión de la serie de cuatro. Hay tres imágenes que preceden a la fotografía  en la que yo acampo y, por ellas, y aunque no quiera, contemplo el rostro de Eva, sus ojos cerrados y las manos atadas, determinaciones que antes se me escapaban. En el juego del fetiche de la mujer que piensa, me impongo el deber de ignorar las tres imágenes previas y la familiaridad que las unía. Rompo y convierto mi imagen en  fragmento huérfano, amnésico como la materia y tan receptivo como ella a las formas . Se llame Eva o Juana, está sola, desplazada al escenario de mi mirada, dispuesta a cargarse de significados .... a pesar de ella, a pesar de mi.


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Ahora ella, doblada en cuerpo y alma, subordinándose a la cuerda que la parte e inmoviliza,  me resulta familiar en su historia. Es Eva penitente cristiana, guerrera que abandonó la Cruzada rendida voluntariamente y después del triunfo al cautiverio, sumergidos con ella  en el no querer pensar ya de aquél modo que nos trajo hasta estas posiciones, a la victoria sobre los infieles o la toma descarada de nuestro deseo para mayor gloria del erotismo.  Ahora y aquí, traspasado ya el desierto de la desesperación, sosegada por la aceptación de las ataduras que la niegan en su condición de guerrera o belleza.  Ahora intenso y circunscrito casi ritualmente en el que se apodera de ella un soplo como de sueño y concentración en el que las imágenes y las ideas - las ideas nuevas que se necesitan para salir del atolladero - se van fraguando.

 Ella, Eva,  se sumerge en la supresión ansiolítica de las grandes decepciones. Nada mira ni oye y, por eso, la imagen de Eva estimula nuestro tacto y a él se dirige.  Ella percibe a través de la piel como solo saben hacerlo los depresivos que abandonan la depresión o encuentran un fuego de hogar entre sus fronteras. Solo por el tacto Eva piensa, es decir, medita  atmosféricamente,  sumergida en la estela del sueño que rompe lo que había sido su vida de conquista y guerra, dejando que el viento de la dejadez depresiva haga jirones sus banderas. 

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 Miro y pregunto, Eva, si en tu cuerpo hay respuesta a mis dudas, al fin y a la postre cómo salir de la crisis  que nos embarga, y te veo al punto como personaje de Gustav Klimt, sumida en una agonía tranquila de postres, en el inicio de nada, adoptando la pose de la penitente cuando ya pasó el tiempo de las curaciones. La decepción, después de la intromisión sifilítica de Klimt, es inevitable y, por eso, solo nos cabe, si acaso, regodearnos en el detalle morboso de la cuerda marcándote la piel, dejándote abandonada al deseo grasiento de una viejo carcelero...

¡¡No!!

¡Niego ese viaje!.

 Insistamos, apretemos el vestido, la cuerda y el cierre de los ojos. Hundida, Eva, eres mi fetiche de la mujer que piensa en el pozo del sueño gris, la depresión salvífica en la que se redefinimos al tacto por encima de la vista, convertido el amor en caricia que se extiende como efecto secundario de las pastillas o de la concentración. Dejémonos llevar, Eva, por el dolor de la tela y el placer del cáñamo enredado sobre la piel, y  aunque Klimt nos diga que no hay sino un preservar en el sueño, supongamos con los ojos cerrados que estamos el inicio de algo y que esa caricias que nunca nos ofreceremos, tu rostro cerrado sobre sí y libre de sonrisa, son el nuevo mundo.

Seguirá

sábado, 5 de enero de 2013

El fetiche de mujer pensante (I. Prolegómenos)



Variaciones del orden de la chiroptera en el infrarrojo 

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 Sea que todo pensar se construya en imágenes, analogías o aires de familia que se encadenan con los lazos del amor bizarro de un sábado a la noche o de un romance de estío.

 este postulado  fragua espasmódicas 
imágenes  en el pliegue 
del infrarrojo

 la nocturnidad  del mamífero alado  gana su acceso a la existencia en 
la belleza de la caverna superpoblada

las potencialidades - con o sin teleología -   de lo que sucede  llena el mundo de una bendita indeterminación y morbosa posibilidad de error e idiotismo

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RECETARIO

 El fetichismo sobresignifica  imágenes en un bonito proceso

       Sea primero desmontar, al modo profesional o amateur, las piezas componentes del artefacto-madre, esa casa originaria en la que habitaba el fetiche en estado de potencia  o pulsión. En este proceso de caída de los significados, debe quedar preservada la atmósfera de esa madre como  memoria o criptograma que añade el aire excitante al fetiche.
Así, en ejemplo, amputada la mano y los otros miembros del cuerpo de King Kong, se mantiene fantasmal y presente la huella de lo que fue el cuerpo todo del gran simio, ese cuerpo en el cual la mano era mano y  terrible. La mano amputada ya no es mano  y, convertida en fetiche, se muestra como pieza del Kong Museum . La excitación del objeto que atrae cada año a miles de visitantes, nace de la atmósfera preservada,  la comprensión (morbosa) de que esa mano que hoy es un objeto de museo  fue en su día la mano de un cuerpo, el cuerpo del Gran Kong.

      Sea segundo movimiento envolver la  pieza desgajada con  telas orientales y casi trasparentes, pergaminos, óleos santos , fieltros untados en grasa como los de Joseph Beuys .... todo el catálogo Ikea de las abstracciones. La sobresignificación creadora del fetichismo exige el secuestro de un miembro honesto de una familia (v.g. el cuerpo de Kong en el ejemplo) para reubicarlo artificiosamente en otra familia (v.g. el museo Kong).

Ahora bien: artificio es término confuso pues, por un lado,  el fetichismo precisa de esa oposición de lo natural, lo previo y original,  y lo artificioso, creado y tan hermosamente contingente. Esa es la banalidad y ligereza de todo fetichismo. Sin embargo, el fetiche nos lleva a cuestionar que habite en algún punto  "lo natural" o primigenio. No se trata de que desde la negación de una familia originaria o biológica  impongamos la nueva familia política (como las damas anglosajonas que adquieren el apellido del esposo). No hay familia biológica, nos asegura el fetichismo. Toda reinterpretación es solo otra interpretación.


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Eva Herzigova por Jean-Baptiste Mondino (Fall 2002)                                 Qajar(1998) por Shadi Ghadirian:



 Miro las dos imágenes y me dejo arrebatar sin demasiado esfuerzo por la morbosa tinta del fetichismo. Me pregunto si la atracción se cumple porque yo veo en ambas imágenes la actitud de la mujer que piensa y mientras piensa.  

   Ahora bien: ¿realmente son signos de reflexión los que habitan y me atraen en la curvatura del cuerpo y las cuerdas que atan a la mujer de la izquierda o en ese gesto de colocarse las gafas, última tela en la sucesiva superposición de ropajes,  de la joven de la derecha? ¿En qué piensan y por qué su pensar  me resulta atrayente? ¿ Cuál es el aire de familia reservado, ese hogar que precedió al fetiche? ¿Qué eran estas dos mujeres y todos los atrezzos antes de convertirse en objetos de contemplación fetichista?

Seguirá.....

BUENOS CONSEJOS (fábula). Este cerdito es ya carne y manteca

  Tiresias you teach us what it means to hold your own (Kate Tempest: Mantente firme ) Lejos del país del verano rumia el ce...