martes, 22 de marzo de 2011

Yo soy, en parte, el motor izquierdo del F-15 de la Marina de los Estados Unidos que ha caído hoy en las inmediaciones de la ciudad libia de Misrata

16:29: Estaba pensando mientras no dormía  la siesta que la ventaja de ser un desgarrón de la propia autobiografía era que... y en estas me he quedado sin pensamientos.

1.- Tristeza XX, XY. El año pasado decapité la floración de una orquídea, homicidio involuntario y deriva de alguna tara más profunda, a través del poco sutil método de pasear el vegetal por la mañana helada. Desde entonces XX cuida de la criatura y de vez en cuando me muestra el brote de lo que parece ser algo. XX, en un extraño optimismo, espera el surgir de nuevas flores aunque confiesa que el cuarto de calderas, con su atmósfera poco poética, opera milagros en esta planta que, cuando la miro, no deja de recordarme a Dumbo siendo objeto de bromas crueles por el tamaño de sus orejas. Reflexiono sobre la falta de piedad y sobre esa orquídea de grandes y verdes orejas que no sé si escuchan.

2.- La voz detrás de la silla. JMP, a las 09:10, me acerca un texto de Nietzsche:

“Lo que temo, no es la espantosa figura detrás de mi silla, sino su voz: y aun, no las palabras, sino el tono horriblemente desarticulado e inhumano de esa figura. ¡Si por lo menos hablara, como hablan los hombres!"
 Reflexiono sobre la desarticulación y esa sombra que me ha despertado esta madrugada, alrededor de la 05:00.


3.- Sistema nervioso desmielinizado. Me despierto convertido en una bolsa de inflamación nerviosa que me abre los ojos, las úlceras del estómago y la consciencia. La desarticulación insomne me embarga hasta tal punto que  creo que voy a ser incapacidad de desarrollar mis tareas públicas a lo largo del día. Ahora,  a las 17:00, parece que he superado el trance y que he logrado atemperar a la sombra de la silla sin que los demás detectaran la rareza. ¿O tal vez sí lo han notado y por piedad, esa piedad de la que hablaba antes respecto a la orquídea, no han querido recriminarme? ¿Por qué no he sido fulminado o destituido? ¿Es que acaso mi eliminación afectaría al sistema y su articulación, haciendo sospechoso todo el entramado? ¿O tal vez la tristeza  XY se ha resquebrajado por el elemento payaso que me ofreció en dosis ajustada(pero suficiente) XX cuando yo era una orquídea a las 08:40?.


 Toda mi vida es un desgarrón y, también, un misterio.

lunes, 21 de marzo de 2011

Black Hawk Down

06:20. Espejo de fin de semana.  Norah Jones no ha salido del reproductor de cd. Por pereza y por indiferencia, como castigo de joven marido borracho (en el medio oeste norteamericano)que se niega a llevar a su dulce mujercita  al baile del sábado noche. Sin ninguna razón en particular, salvo empezar a joder mientras ella ordena sus discos de vinilo con una gotita salada en la naricita. Reflexiono sobre lo triste-triste que resulta que los buenos sentimientos, "those sweet words" dice Norah, reverberen sin encanto en mis meninges. Leo a Zizek, sin acentos, y pienso en aplicar criterios de violencia objetiva y subjetiva al caso pero este finde he llegado a la conclusión de que hay pocas opciones - salvo tragedia - y que para meditar sobre la violencia me falta distancia porque, de algún modo, soy el Black Hawk Down y me siento rodeado de salvajes y negros signos de violencia subjetiva, esa violencia que dice Zizek apiada al mundo y nos lleva a encabezar acciones humanitarias. Deseo una intervención humanitaria en el desierto libio de mi alma. Black Hawk Down ! Black Hawk Down !

 El caso es que el sábado estuve paseando por los cañones del Ebro ----  buen día y hermosos sonidos de Valdelateja a Pesquera y retorno por Cortiguera. Hubiese deseado que me acompañara C pero ella tenía que combatir en solitario con los putos demonios y, para ciertas heroínas, la lucha contra el dragón se impone. Yo, en ese momento que suplica exorcismo, vistiendo ya como un cómodo Black Hawk derribado, podía permitirme algunas licencias místicas e irónicas aunque me supiera rodeado de caníbales negros y rebeldes. El Ebro lleva el agua del río más caudaloso de la Ibérica y el Rudrón hace ruido como un colono altomedieval cachondo por esas frondas de las que nunca saldrá para degustar otros lujos musulmanes (almibarados). Me adelanto - mucho - al grupo y, solitario,  pienso en el silencio y en el río y en dios y en los malditos demonios del mal fario y la neurosis. El río me ahorra lorazepan pero no sé si es buen negocio el ahorro. Mientras paseo me sucede que

(a) fantaseo con la posibilidad de tener un escarceo sexual con alguna desconocida del grupo, entre los arbustos y en postura incómoda que podría ser visionada por los grandes telescopios de los ejércitos que monitorizan  pájaros. Me veo, semi oculto, esforzándome con el trasero aireado y siento que una conocida,  que me dijo el viernes que tenía catalejo, me contempla morbosa. La imagen me agota y no culmino la cosa  ni en sueños,  razón de más para odiar el sexo (siempre preferí el amor, me digo)  y dedicarme a  reflexionar b;

(b) discrepo con J. sobre la expresión "manosear a la divinidad" :  lo sagrado es por definición lo que escapa a la mano (la opuesta de la actitud técnica según Heidegger y Ortega).  Toda  la mística es deseo-no deseo de pasiva posesión, empitonamiento sorpresivo (al menos en el gesto, como de señorita seducida).  Él nos toma por sorpresa, por detrás y cuando menos te lo esperas. El tema no me  da mucho más de sí ahora que soy ateo y he renunciado al sexo. Mientras el Rudrón se funde bruto con el Ebro,  yo piensoen c;

 (c) Creo que si fuese un emboscado, un guerrillero que luchara por aquellos montes contra el fascismo, no tardaría en ser herido o destripado por un comando verde. Me doy cuenta de que casi nunca miro al exterior sino que camino cercado en mi maldito yo, ese yo que no sabe cerrar heridas y que las abre con  impúdica imprudencia cada dos por tres  bajo la forma de entusiasmo, amistades de conversación o enamoramientos de sol naciente. Pienso en mí y no miro a los signos que muestran plantas tronchadas y huellas leves de zorros y tejones. Me despeño, me degollan los enemigos y soy, del grupo, el primero en caer sin honor ni gloria, pronto olvidado y agusanado.

No es bueno pensar en la soledad del camino, así que opto por pegarme a los seres humanos el resto de la jornada. El campo es bello y las palabras humanas no. Las rocas, imponentes, son tan precarias como yo y lloran óxido. A algunos les engañan las calizas porque para ellos la edad geológica es eternidad. Yo, panvitalista, me apiado de la muerte también próxima de los roquedales. Hay insectos que caen al suelo como helicópteros derribados por salivazos de oruga. También me apiado.

El sábado acaba como empezará el domingo: el cuento que se sabe encerrado en el nudo y exige tragedia o lorazepan o terapeuta o rayo cósmico. Paisajes morfina que, endurecidos por la geología, sólo admiten la respuesta de la lágrima o la llegada del 7º de caballería atrompetando. Algo que nos salve de la inminente presencia  de las fuerzas rebeldes u opositoras o liberadoras. Las señoras del machete.

Me gusta soltar lagrimitas.

Soy la canción del Black Hawk Down a las 07:23

jueves, 17 de marzo de 2011

Push *** Winter´s Bones*** Write, write *** writer´s winter *** Winterreise

05:32. Es jueves y enciendo el  calefactor de aire para que se temple la mañana. Me gustaría tener astillas recortaditas de la tarde anterior, troncos  y cerillas para construir  un  fuego sobre el  suelo nocturno poblado de espectros muertos de frío  y preparar a su vera el té rojo y arrojar la piel del plátano en el centro de la llamarada.  A veces, en medio de la batalla, me gustaría ruralizarme y habitar mi poema en "los paisajes desolados próximos a las montañas de Ozark, en la topografía áspera de Missouri". Vestir siempre ropas viejas de faena.Como un gato escaldado o un perro tuerto, pensar poco y empujar a tres patas la roca de la miseria. Creo  algunas veces que la época del hambre, icono salvaje que con tanto ahínco mi padre tatuó  en mi alma, es mi lugar natural, mi heimat. Soy un salvaje de la miseria que, por circunstancias de la vida, se ha amanerado y bebe té y escucha a Schubert en el viaje de invierno. Mantengo la esperanza de que el mundo y la historia me renazcan cualquier día en la tierra sagrada que papá me dejó en heredad.

Ayer vi Winter´s Bones empujado por el relato de Manrique -Marturet (crítica precisa y atenta que, sin embargo, no he leído hasta esta mañana, tras el visionado, y no por miedo al contagio sino por azar o pereza). Mientras contemplo un "estudio de árbol de las montañas Catskill", me amargo en la conciencia de que no sé disparar un arma  y debería aprender. Saber usar el bastón y la navaja, romper una botella en la mesa para fabricar un tridente. Ya saben: debería aprender a hacer cosas premodernas para llenar mi alforja de competencias en este año 2011, el año del Gran Anarko como dije en el otro sitio. Me siento con fuerzas para desollar un ardilla (ya lo hice hace años con un rata) pero cortar las manos de papá para justificar la continuidad de la casa familiar se me hace complicado. Sobre todo si papá descansa en el fondo del río turbio. En mi favor confieso que casi sé manejar la sierra mecánica y que me excita el olor a la gasolina y el humo que desprende.Pero sólo he cortado maderas carcomidas. Me gusta el aparato pero me canso enseguida. Soy un salvaje enfermito, ya dije.

No estoy aún preparado para retornar a la supervivencia de la vida profunda, sin luz eléctrica ni caridad cristiana. Me caliento  viendo los árboles dibujados por Friedrich o  Durand como una señorita romántica. Me falta músculo para empujar a los espectros del invierno con brutales golpes de cadera.  Ellos me entretejen como si fuese la esposa común de la pandilla borracha de los fantasmas. Sueño con la primavera; no me quejo del invierno.

 Quizás me deje intervenir socialmente por el gobierno federal. No es descabellado pensar que mi agotamiento precise de un educador o un terapeuta. Ayer hablé con A. sobre P. Quedamos en  un subterráneo lleno de olor a soviet burocrático y, para ser infierno y lugar para firmar pacto, me desilusionó un tanto. Con su barbita mefistofélica me dijo que no estaba aún todo perdido (por P) y que la "enorme dulzura y bondad"(de C) merecía el esfuerzo al que él se ofrecía de todo corazón y con su sapiencia de padre del sentido común. No vomité ni expulsé sapos en la homilía, prueba añadida de que quizás sí necesite ser intervenido socialmente. Estoy flojo. Vivo como en un  constante invierno y, por eso, acaban riéndose de mí las ardillas. Me dejaré intervenir socialmente después de ir a la peluquería y arrancarme la mugre de las uñas. Me quitaré la ropa de faena, solicitaré mi ingreso en los marines (porque sé que seré rechazado). Desearé ser un chica de 17 años que corta las manos a su padre envuelto en las frías aguas del  río ciego (como la protagonista de Winter´s Bones).Sé que todo es vano y que la violencia resuelve muchas cosas.Pero todo es muy líquido en la época y está prohibido el fracaso si no se televisa(al menos grabado en móvil).

Y esta es mi realidad profunda a las 06: 58.

domingo, 13 de marzo de 2011

* * push**empujar**write**escribir**

09:19.

A Mario, mi hermoso compañero de viaje
El Paladín en la batalla contra los mil monstruos


"Todos los días me digo que va a pasar algo, alguno de esos rollos que pasan en la tele. Que voy a conseguir llegar a alguna parte o que alguien va a echarme una mano para que lo consiga, que voy a aprender, a ponerme al día, a ser normal, a cambiarme de sitio y sentarme en las primeras filas. Pero la cosa se repite y se repite y nunca llega el día"    (Sapphire: Push)


 Bebo té rojo, cuento los cigarrillos que fumé ayer y repaso la geografía de grasas y alcoholes que erige nódulos de sentido y sinsentido. Nada anormal. Evalúo mi niveles de tristeza en los momentos felices del día y genero escalas de bienestar humano sólo aptas para mí. Me autodiagnostico fuera de las escalas al caso. Termino el libro Push y concluyo, Precious,  que nadie va a empujar por ti en este parto, que el olor a los genitales se mezclará con el de la sangre y los malos recuerdos no se borran escribiendo. En todo caso, es mejor escribir A.I.D.S. que dejar que te viole el insecto de papá. Preferible escribir Pequeña Mongo  que comer de los servicios sociales sin escribir. Escucho a Norah Jones y siento que su piel medio india debe de ser cálida.

Me digo que voy a leer el Quijote y, al mismo tiempo, escribir un libro sin género - transgénico, transexual - de más de mil páginas en el que hablaré de todas las ciudades en las que no he estado, de las conversaciones intensas en la madrugada, de los paseos de las  acacias o de los senderos de viejos bosques rodeados de balnearios. Escribiré como el que se sienta en la primera fila, como la niña de doce años que pare al hijo de su padre en la sombra del mongolismo y es capaz de esperar, de empujar para salir del territorio de la decepción. No escribiré decepción, palabra que delata mis orígenes esclavos. Diré: ¡Fantástico! o ¡Es divertido! y dejaré que mi dedo recorra todos los atardeceres de maravilla en los que no he compartido una cerveza con el hombre de la conversación incansable.

Tomaremos a Mario de la mano y avanzaremos por los sueños de artistas fracasados y por la alegría de las muchachas con las que podríamos  charlar toda la tarde. Descubriremos esas ciudades que abandonan los turistas, sobrevoladas en la pulsión de ir más lejos, más al otro lado.

No escribiré decepción en mi libro de más de dos mil páginas. Recorreré el mundo, los puertos griegos y los ríos vietnamitas. Todo será, por lo menos, pintoresco y rechazaré en mi vocabulario lo feo y lo horrible, lo muy serio o sin estilo.  Abarcaré en mi ojo todo lo que se me ofrezca. Los poemas con faltas ortográficas y la ruta de los monasterios rupestres.  Sin miedo, más de tres mil páginas de escritura, río largo para todas las mujeres que me ofrecerán  sus narraciones, las atmósferas rosáceas de Montmartre en algún excepcional amanecer templado en el que se silabean versos. Hoy he hecho el amor en Montmartre. Y su piel brillaba como la arena.

Todo es cuestión de empuje y de cambio de vocabulario. Push, push, push...

"¿No ve que soy una chica que quiere flores y piernas largas y delgadas como juncos y un sitio en las fotos?Llevo tanto tiempo fuera de las fotos que ya estoy acostumbrada"(Sapphire:Push)
Son las 11:18 y voy a pasear en un día hermoso en la grisalla.


Rezo. Aleluya.

sábado, 12 de marzo de 2011

11:24.

Me duele el dedo cuando tecleo.

No es poema.

Estoy cansado

los poemas no deben estar cansados
nunca, pertenecen a otra estirpe
ajena a la carne.

"Sé que estás cansada, pero ahora ya no puedes pararte, Precious, tienes que empujar  , tienes  que seguir hacia adelante( Sapphire, Ramona Lofton: PUSH)

 Uno está cansado aunque lo escriba muchas veces.

miércoles, 9 de marzo de 2011

PRECIOUS


Las cosas se dañan
las cosas se rompen
pensé que lo arreglaríamos
pero las palabras que no se dijeron 
nos dejaron muy frágiles 
y quedó muy poco para dar
(Depeche Mode: Precious)

16:38. Escucho, detrás de la pantalla, a Depeche Mode.
 Las palabras de la canción me conducen a una historia distinta de la esperada, a un  viejo mito sin comunidad, uno de los desgarros literarios de mi anónima existencia que anuncia lo que no quiero decir ahora, lo que debo ahogar  en el fondo del océano a la espera de un nuevo naufragio que me  muestre lo acaecido cubierto ya de coral y algas, como esqueleto en cuya calavera habitan poéticamente los peces payasos. Me avergüenzo de mi yo que se cruza ante la cámara hoy que quería mostrar tan sólo a Claireece Precious Jones..
****


Pienso, en el inicio, en dos palabras:

Precious 

Gift

términos  escritos y fonados en un idioma que no domino.

Gift, regalo y don;

precious, precioso y afectado.

Ayer vi la película Precious de Lee Daniels .

No puedo tocar la piel de la joven Claireece "Precious" Jones. Admiro a los que pueden acercarse al estigmatizado y ofrecer su abrazo. Me separa de los desdichados el sudor, quizás el color de su piel, sobre todo la grasa de su obesidad, la imposibilidad de leer las palabras y el analfabetismo, la cocina extrema de patas de cerdo con alubias o gachas o grasa sin más y alitas de pollo, doce o quince, tamaño familiar...  no podía abrazarte, Precious, no podía, mi alma tiene náusea  de señorita blanca preñada, sudas demasiado,  no se ven ni tus ojos ni atrae tu pecho ni tus nalgas.



Me sentía  mal  al  no poder abrazarte, Claireece.

Y llegó la escritura.Y esa hermosa profesora que da igual que sea lesbiana o que hable con su amiga como esas personas que salen en los canales de televisión que tú nunca ves. Ms Rain es hermosa como las estrellas de cine y podría tener un novio blanco. Yo deseo tocar su piel  y  respirar muy cerca de Ms Rain. Me siento mal por ello. Me agria el alma la comparativa y que prefiera la casa de la profe a tu casa del Harlem.

Tú no comprendes mi mala conciencia y desearías ser como ella y vivir en su casa. Y me dices que nadie me ha invitado a esta fiesta del deseo.


Ella dice:  ¡Escribe, escribe! write!, write!, write!.

Y los dos escribimos (pero, me temo, nuestra escritura no nos hermana)



Precious coloca la fuerza de la escritura en su sitio real, entre las muecas de su hija síndrome de down y el incesto de papá, el egoísmo de la madre  y  la responsabilidad de la niña de 16 años.

Escribe, escribe, write, write, write... te dice Miss Rain.

Yo escribo sin espacio, en el no lugar de mi quejío de macho-blanco sensible


¿Hasta cuando, Claireece, la escritura? ¿Romperá el crack la sintaxis?¿Hay un AIDS en la escritura?

Y tú, que ya habías ganado batallas a la escritura, sólo podías garabatear aquel día why me? why me?cuando te dijeron que no podías amamantar al niño si no querías transmitirle el bicho. Por qué todo a ti, porque todas las pulgas van al perro flaco, por qué tener fe, como ms Rain, en el escribe, escribe, escribe... o como la trabajadora social en el cuenta, cuenta, cuenta... por qué...

No hay respuesta salvo el paso adelante. La pregunta por qué a mi sólo se te permite en una ocasión, Precious. Ese es tu máximo derecho de queja. El resto, sabes, es la asistencia social. Yo, en el otro lado, venciendo mis ascos para abrazarte, escribiendo sólo como el que se lame heridas, yo tengo derecho a quejarme por siempre y para siempre, ser aullido yo, indigno después de tu historia,sí, pero a quién le importa la dignidad , qué relevancia tiene ser pulga de rata si no soy una adolescente negra y gorda,  hija del incesto y del egoísmo de la mamá  adicta al amor que no llega.

Sólo en el abrazo que ahora te niego, Precious,  comprendería que todo lo que acaece es regalo(gift) como se dice en el inicio de la película. Pero no estoy capacitado.

No veo el mundo como regalo, Precious.

Que tu seas el regalo y yo no lo vea es el estigma que marca mi incapacidad.

Aleluya.



martes, 8 de marzo de 2011

08:17. Miro a Rafael Argullol ( . ; ..). Miro su movimiento de alfil en el tablero de los géneros, del tiempo y las geografías. Intento comprender su visión desde el fondo del mar.

Envidia del viajero; piedad en la vacuidad del viajero.

Mi pobre vida sin género narrativo ni viaje. Solo yo y las alegres angustias, las penas penitas penas y el movimiento procaz del sarcasmo o la ironía. Extrañeza bicéfala  en los tiempos que me han tocado y que se desplazan en expectativas y narcóticos paseos, encuentros y conversaciones frustradas. El otro no aparece - como Godot. Cambian las fases lunares y sólo mi sombra me sigue mudita. El otro tiene que estar en el otro lado, a punto de tomar un vuelo transoceánico o cruzar en piragüa un río tropical. Tiene, ahora mismo, una entrada en la mano y nerviosa se acerca a las salas que revelan el genio de Botticelli en Florencia.

 El otro pudiera estar ahora mismo a mi lado y yo vivir, si saberlo, en el hogar.

  Dice Argullol que hay personas que sólo se muestran interesadas en contar al mundo cómo están y otras, entre las que se incluye, que preguntan siempre al mundo cómo se encuentra, qué tiene de nuevo. O, en otro giro, habitan unos en el estar de vuelta y otros siempre-siempre están de ida. Para éstos sólo el viaje(o el navegar) es necesario y nunca el simple vivir. 

Me toco el pecho intentando escuchar el pálpito de mi infarto(posible) o la extensión de mi tumoración(posible). Soy tan egocéntrico, me digo, que sólo en mi geografía encuentro nuevos horizontes. Cuento con voz cansada al mundo cómo estoy. Y estoy de vuelta (sin haber circulado por el camino de ida). Por eso mi vacuidad y mi tara. Sin embargo las voces se rebelan ante el aut-aut de Argullol. Contar al mundo cómo me encuentro fuerza al mundo a narrarnos esas historias que definen su tempo y su ánimo. Es efecto de lo que, no sé si con sonrojo, podríamos llamar voluntad de estilo. Tocar mi piel y la piel de mi piel me hace sentir el temblor del mundo, al que miro de reojo, como doncella o puta, para que me entre y me narre y me recorra con sus viejas historias precisamente cuando cree que no le hago caso. Relatar las pulsiones del yo, el afán por escupir al mundo el "cómo me encuentro", nos convierte en criaturas extrañas que se dejan navegar por el mundo --- como aquellos entes de Minority report que eran capaces de predecir los crímenes  minutos antes de su ejecución.

 Como decía en aquella Cartografía para viejos autistas: Vivo en el mundo; que a nadie importe.

Viajar.... El viajero contempla lo interesante con tal vocación de infidelidad, tan ajeno a la idea de permanecer como custodio del tesoro encontrado,  que siempre nos queda la duda, a los que leemos o escuchamos sus alucinadas andanzas, de si no confundirá lo distinto con lo mismo y lo reiterado con lo novedoso. Tal es la obsesión del que sólo habita en la ida, en el flujo constante de horizontes.

Pero no dejaré que esta tontuna enturbie mi envidia del viajero y su navegación. En la próxima vida seré explorador. Toda mi reflexión es malicia del resentido sedentario. No puedo mentir y menos ahora que son las 09:07 y el sol se deja tentar por las nubes del averno.

lunes, 7 de marzo de 2011

07:51.  Ayer regresé de donde había ido. No más de ochenta y tantos kilómetros hacia el norte. En el retorno, noche ya, mi coche marcó 110, 120 y hasta 140 km/hora. No me sentí especialmente mal en ningún caso. Horas más tarde, en el inicio largo del despertar, reflexiono sobre si esto(que aún no estaba escrito) puede tomarse como una confesión y mis palabras como una delación (delación de sí, autodelación). Como en los juicios de Moscú pero en versión "se acabó la intimidad, tía" del cosmos tecnológico. Veo al policía del pensamiento intentando golpearme con una flor (como en la canción de Lou Reed) y le digo:

- No confunda, señor; estas letras construyen un diario-ficción. Yo soy sólo un tipo de mediana edad que escribe en su cuadernillo algunas palabras mientras bebé té rojo (que inevitablemente se enfriará en los últimos sorbos).  Un tipo que se cansó de leer los periódicos y de visitar páginas erotizantes. Un tipo común. Un cualquiera. Basura blanca o funcionario vacante. Para nada, oigame bien, para nada violo el código de la circulación.

 Vale, el policía del pensamiento me golpeará igual y me exiliará con independencia de mis argumentos. Pero eso no quita para que esas palabras serían las dichas por mí (al menos antes de la tortura)

08:01.   En mi intento de conversión al estoicismo el primer problema con el que me encuentro es de carácter físico. Aceptar la percepción de la "naturaleza" de los estoicos no sé si cuadra con mi estado emocional o con la estructura profunda de mi alma.

Creer que mi alma tiene una estructura profunda es de un estoico que no veas pero supongo que esa forma de hablar es un giro adquirido que repito tontiloco sin el menor sentido crítico. La verdad es que no sé si creo en lo profundo(versus lo superficial). 

El otro día copiaba un fragmentito de Scholem (al parecer cita de Rosenzweig) en este sitio que quizás me inhabilita para el estoiciosmo:

"una línea de texto en el centro de la gran página en folio, enmarcada a derecha e izquierda por comentarios de todas las épocas"

Y comentaba:

Todo lo dicho es  excusa para la interpretación, la salida de tono o la infidelidad al sendero, la circunnavegación de un espejismo o el entretenimiento. El encuentro con una hermenéutica que sea hospedería para un vagar sin estrellas.  Más aún: la centralidad de la "línea de texto" es proporcional a su carencia (por olvido violento o piadoso) de significado primero. Toda frase nace excéntrica y se convierte en central sólo al despojarse de su sentido(del grito y la crueldad, del "ruido y la furia", que rodean a su origen) .

¿Puedo ser estoico si sucede que tengo la impresión de que debajo de las piedras del fluir existencial sólo se esconden gusanillos viscosos ridículos y algún que otro absurdo, a mil metros en diagonal de cualquier Providencia o Teleología? ¿Puedo entrar en la secta por la vía ordinaria si, como me sucede, me dejo arrastrar por espejismos ----- y cuando me dejo convencer por alguien de que no vivimos en él, cuando ya estoy a punto de comulgar con la realidad-real, me estalla en la cara la situación mostrándose la mayor de las fantasmagorías? ¿Y si toda situación en la que vivo es una sit-com aunque no por ello dejo de sufrir ni el dolor es menos intenso que en una tragedia? ¿Estaré más cerca del templo estoico si sufro en la voz media que percibo como comedia?

 El estoicismo me ayudará a vencer mi tendencia a la decepción. Me hará fuerte como un ranger y poderoso como un legionario.

Y con estas inquietudes en el sombrero, viendo el sol que se quiere ya primavera (aunque la luna se lo impida) cierro el minuto 08:26 de la mañana.

domingo, 6 de marzo de 2011

07:12: Regurgito, en la mañana, materiales de acarreo:

" El profesor Ebisuro había levantado una gran roca funesta valiéndose de una palanca y expuso a la luz del sol lo que había debajo"

"Hemos levantado la roca con la palanca, muy bien; pero parece que una cosa absurda ha salido a rastras  de debajo"

"La primera impresión que le evocó Ushikawa fue la de algo desagradable saliendo a rastras de un sombrío agujero de la tierra. Algo inidentificable y viscoso, algo que en realidad nunca debería haber salido a la luz"

"... no puedo evitar  sentir la mirada de las lunas en mi piel. Aunque yo no las mire, ellas me miran a mi. Ellas saben lo que voy a hacer".

(Haruki Murakami: 1Q84)

"Es necesaria una gran matanza para dar la vuelta a las piedras sombrías  y exponer a los extraños gusanos que allí se esconden.Las vidas de nuestros locos inconformistas son expuestas al público"
(Jim Morrison: Señores y nuevas criaturas)

 Pareciera, siguiendo los consejos de Diderot, que se nos encomienda la tarea de revisarlo todo sin distinción ni miramiento precisamente ahora, en la época en la que ya nadie nos vigila, sin Providencia ni Teleología, sin papá ni mamá nenita, sin lunas que sepan lo que voy a hacer. Sin magia ni mano maestra de señor alguno, no hay habitaciones cuyas puertas deban permanecer cerradas ni cajones de privacidad de lo otro. Removemos piedras con la palanca de nuestro intelecto o de nuestro sexo y dejamos que las criaturas agusanadas se muestren y recorran asustadas la tersa piel del alma. Nos vomitamos en terapias caóticas y dejamos que surja el fondo oculto de nuestra existencia porque no soportamos que algo se nos tape.

  No sé si he sido yo  el que ha levantado las piedras del fondo fluvial de mi alma (que,en algún sentido y sin soberbia, es el alma del mundo en pequeño reflejo) o si ha sido otro el que lo ha hecho.  En cualquiera de los casos, me parece que estas cosas exigen rito o método terapéutico, razón por la cual estoy en ejercicios espirituales para convertirme en estoico (la única conversión que puedo permitirme). Hay que prepararse militarmente para soportar que después del esfuerzo de remover las piedras no salga nada (pudiera ser que bajo las piedras se mostrara el impoluto y acristalado suelo de un edificio de oficinas) o aparezcan criaturas absurdas como uno mismo retornado a la adolescencia por enamoramiento, compra de moto o consumo ocasional de cannabis. O que en el espejo nos enseñemos los dientes convertidos en tumoración de sí.  El método y el rito se exigen no para vencer el horror ante la sacralidad y trascendencia de lo mostrado sino su nadería e imbecilidad. Es muy duro contrastar que en el sótano de nuestra experiencia se esconde aquel idiota borracho que narraba la historia o el mono dentro del autómata.
 
Y así, con todo el día por delante, confesando que remuevo piedras con resultado desigual y que quisiera poder volver a adorar a las lunas, me muestro dispuesto a acudir al cumpleaños de papá sin ser Edipo y un mes después de su fecha y celebro, en este ahora mágico y como con aura, a las 07:56, que -como ayer - he reiterado el ritual de plátano y té, un par de dedos de persiana abiertos, luz artificial y Stacey Kent cantando bajito What A Wonderful World a mi derecha. 

sábado, 5 de marzo de 2011

07:57: Me preparo un té que beberé despacio - el último sorbo ya definitivamente frío -  y  me como  un plátano que prepara el estómago para su incipiente molestia. Enciendo el ordenador. Abro un par de líneas la persiana. Siempre igual. Música suave para no despertar el escepticismo y la desazón, para que pueda narcotizarme en la reiteración de lo mismo. La oración y el rito de la mañana. Y al fondo la escritura. Farmacopea que no logra nunca nunca nunca vencer al deseo (ni siquiera en este sitio que nace con la imagen de gran iceberg).

Es tan gruesa la costra que  cubre mi voz que la  fuerza de recién nacido se ahoga en pequeños golpes que no vislumbran fisura. Pero el pequeño está ahí, noto sus pataditas. Habita en el interior de mi lengua desde hace muchos años. Sus manitas empujan la piel de lo mismo, la madre fosilizada, la madre momia... El deseo, en la esquina del cuadrilátero, esboza su sonrisa de saliva tratando de poner trabas al non nato hasta que firme con su sangre y su semen el pacto de adoración. El niño no rubrica y, por eso, se ahoga.

La obsesión del ahogo que el rito del té, Cecilia Bartoli y la escritura embriagan hasta convertirla en "petit mort".


08:13. Me despierto y pienso en el ajedrez. No soy aficionado al juego pero, qué sé yo acá por qué me viene a la mente sus figuritas al despertar.

 Soy plenamente consciente de que todas la figuras están determinadas por su algoritmo y , quizás, en su fuero interno cada una de ellas esté encantada de ser quien es . Sin embargo el poder de seducción que poseen los distintos pasos de la danza ajedrecista es bien diferente. El rey es la gran figura melancólica del tablero - puede moverse hacia cualquier sitio pero sólo un paso, sólo hasta los límites de su reino - y su erotismo es decadente, eunuco, largo como la impotencia. Por su parte, la reina es tan agresiva en su movimiento que parece que está fuera de juego, que es de otro juego que por alguna anomalía espacio-temporal ha penetrado en esta caverna reticular. Conozco personas que son así. La reina golpea bisexualmente o  se muta transexual a conveniencia. Creo que su pérdida en el juego  provoca un punto y a parte, un salto de página o un cierre de capítulo. De algún modo cuando la reina muere puede seguir el juego a un ritmo más acorde al ser humano ("a la Montaigne": no es posible para el hombre que el paso sea más largo que la zancada....y la reina lo pretendía. Muera, pues, su omnipotencia sin grietas) .

¿Quién desearía ser amado por la torre o el peón? ¿Qué erotismo esconden ? Sea yo peón - convertirme en torre me provoca risa y me imagino en ella al papá  freudiano a puntito de ser derribado por el rayo del tarot. Sea yo pasito a pasito y ente bloqueado en la línea recta. Sea que entrego mi amor al alfil o al caballo, con su transversalidad y su salto. El caballo es  filósofo de pasaje benjaminiano, quizás un poco pedante y exhibicionista como  pornstar. Hermoso giro en el aire el del caballo, artista plástico del tablero que puede ver desde arriba en el momento de su elevación y contemplar en clave cubista  la ilusión de la tridimensionalidad. Las otras figuras se arrastran; el caballo baila.  El peón ama al caballo en el aire y se sacrifica por él. Pero, por qué no fingir preferencias en ese mundo mecánico,  se agarraría con gusto  a la cintura del alfil como quien se acopla pegadito a la motera con chupa de cuero y calavera en la espalda, mirando el desierto que pasa convertido en imagen corrida, soñando un revolcón en alguno de los infinitos centros que esconde el espacio. Desearía el peón preñar a la motera-alfil para que naciera en el relieve de su espalda la voz enterrada. Vería la luz el niño en la fiereza hermosa del desierto (como profeta in nuce)

Me levanto pensando en el ajedrez. Todas la figuras esconden autómata en su interior pero sólo algunas seducen a la bicéfala que se convierte en peón cachondo, escéptico pero excitado en un nuevo sueño, resucitando la vieja obsesión, racionando la llegada de la muerte, buscando novísimas estrategias para romper la costra que envuelve al niño aún no nacido.

Y pensar esto a las 09:07 tiene algo de signo milagroso (quizás sea cierto que la maravilla está a un paso de suceder).

viernes, 4 de marzo de 2011

18:39: Cazo, al azar, unas frases de Gershom Scholem ("Conceptos básicos del judaísmo"):

"es el comentario y no el sistema conceptual la forma legítima bajo la que puede desarrollarse la verdad"


"una línea de texto en el centro de la gran página en folio, enmarcada a derecha e izquierda por comentarios de todas las épocas"

Me ubico en sintonía con las afirmaciones de Scholem. Prima lo segundo - no es broma ni juego. Todo lo dicho es  excusa para la interpretación, la salida de tono o la infidelidad al sendero, la circunnavegación de un espejismo o el entretenimiento. El encuentro con una hermenéutica que sea hospedería para una vagar sin estrellas.  Más aún: la centralidad de la "línea de texto" es proporcional a su carencia (por olvido violento o piadoso) de significado primero. Toda frase nace excéntrica y se convierte en central sólo al despojarse de su sentido(del grito y la crueldad, del "ruido y la furia", que rodean a su origen) .

 ¿Qué significa ser el gran descubrimiento o la gran decepción? ¿qué significa compartir una frase de Hörderlin sobre el peligro y la salvación? ¿Qué decía el cuerpo cuando el sudor recorrió tu columna? Esas líneas de texto que se pretenden originarias, el anclaje  real-real de toda la mitología posterior, perdieron su significado para convertirse en  lanzadoras de comentarios.

Por cierto, la legitimidad de la que se habla en la primera cita, que brota del diálogo y la conversación que redescribe el paisaje de la línea de texto, es una legitimidad ética y /o estética.

Son las 19:21  y esta mañana he hecho un chiste idiota. Hablé como si yo fuera otro. Un tipo de chiste fácil, vulgar.  Ahora que no soy nada soy más que nunca otro (y de nada sirve malgastar la vida pidiendo perdón por las subidas de tono y las sandeces de ese otro). 

Me gustaría que estas verdades que se escriben de mi mano entraran de plano en mi existencia. Me abismo entre mi vida y mi escritura. Soy un sin voz de mi (y son otros los que hablan en mi, por mi, contra mi).
13:49: Pronto acaba algo y  se inicia, en pequeña fractura, lo diferente. Suponer un término o un comienzo significa introducir una pequeña porción de veneno filosófico en la existencia. Una extraña conceptualización supuestamente vivificada. Yo soy la vida del concepto "acabamiento/ comienzo". Lástima que me sienta un tanto momia y la animación del concepto sea  simulacro.

   Nada acaba; nada se inicia. Soy un flujo de irregularidades cenicientas con toques de color. Me gustaría sentir vuestro entusiasmo, ser uno de esos de los que hablan los medios de comunicación y que encuentran el sentido  en el periodo vacacional. Los que transitan y se alegran porque pronto la meteorología mejorará. Ser de ellos.

En este caso lo que se cerrará en breves instantes es la jornada laboral, la tarea de guarda y custodia. La burocracia.  Lo que empieza es el breve paréntesis vacacional de los carnavales. Qué idiota, me digo, suponer una minifilosofía de la historia para leer los excasos minutos que rodean a las 14:00. Podría hasta simular entusiasmo: ¡¡vivan las vacaciones!!. Y este grito escribiría un lema para la nueva época.

Me río y saco mis deseos de amor del fondo de la cajonera.

Estúpidamente dejo que suene el timbre de las 14:05.

 Río Saja Si de la escritura restara   todas las mierdas de mi vida, la queja y la decepción frente al destino, el maldito yo en su aspect...