A Mario, mi hermoso compañero de viaje
El Paladín en la batalla contra los mil monstruos
"Todos los días me digo que va a pasar algo, alguno de esos rollos que pasan en la tele. Que voy a conseguir llegar a alguna parte o que alguien va a echarme una mano para que lo consiga, que voy a aprender, a ponerme al día, a ser normal, a cambiarme de sitio y sentarme en las primeras filas. Pero la cosa se repite y se repite y nunca llega el día" (Sapphire: Push)
Bebo té rojo, cuento los cigarrillos que fumé ayer y repaso la geografía de grasas y alcoholes que erige nódulos de sentido y sinsentido. Nada anormal. Evalúo mi niveles de tristeza en los momentos felices del día y genero escalas de bienestar humano sólo aptas para mí. Me autodiagnostico fuera de las escalas al caso. Termino el libro Push y concluyo, Precious, que nadie va a empujar por ti en este parto, que el olor a los genitales se mezclará con el de la sangre y los malos recuerdos no se borran escribiendo. En todo caso, es mejor escribir A.I.D.S. que dejar que te viole el insecto de papá. Preferible escribir Pequeña Mongo que comer de los servicios sociales sin escribir. Escucho a Norah Jones y siento que su piel medio india debe de ser cálida.
Me digo que voy a leer el Quijote y, al mismo tiempo, escribir un libro sin género - transgénico, transexual - de más de mil páginas en el que hablaré de todas las ciudades en las que no he estado, de las conversaciones intensas en la madrugada, de los paseos de las acacias o de los senderos de viejos bosques rodeados de balnearios. Escribiré como el que se sienta en la primera fila, como la niña de doce años que pare al hijo de su padre en la sombra del mongolismo y es capaz de esperar, de empujar para salir del territorio de la decepción. No escribiré decepción, palabra que delata mis orígenes esclavos. Diré: ¡Fantástico! o ¡Es divertido! y dejaré que mi dedo recorra todos los atardeceres de maravilla en los que no he compartido una cerveza con el hombre de la conversación incansable.
Tomaremos a Mario de la mano y avanzaremos por los sueños de artistas fracasados y por la alegría de las muchachas con las que podríamos charlar toda la tarde. Descubriremos esas ciudades que abandonan los turistas, sobrevoladas en la pulsión de ir más lejos, más al otro lado.
No escribiré decepción en mi libro de más de dos mil páginas. Recorreré el mundo, los puertos griegos y los ríos vietnamitas. Todo será, por lo menos, pintoresco y rechazaré en mi vocabulario lo feo y lo horrible, lo muy serio o sin estilo. Abarcaré en mi ojo todo lo que se me ofrezca. Los poemas con faltas ortográficas y la ruta de los monasterios rupestres. Sin miedo, más de tres mil páginas de escritura, río largo para todas las mujeres que me ofrecerán sus narraciones, las atmósferas rosáceas de Montmartre en algún excepcional amanecer templado en el que se silabean versos. Hoy he hecho el amor en Montmartre. Y su piel brillaba como la arena.
Todo es cuestión de empuje y de cambio de vocabulario. Push, push, push...
"¿No ve que soy una chica que quiere flores y piernas largas y delgadas como juncos y un sitio en las fotos?Llevo tanto tiempo fuera de las fotos que ya estoy acostumbrada"(Sapphire:Push)Son las 11:18 y voy a pasear en un día hermoso en la grisalla.
Rezo. Aleluya.
Hosanna!
ResponderEliminaresta nueva casa es un salto sin red. bienvenida sea. la masticaré sin anestesia ni calmantes. en el fondo, me recordás al entrañable y fantástico Philippe Petit sobre su cuerda. intuyo que tu logos está formidablemente deslizado, como si escribieras con la enorme enciclopedia de tu sesera pero también bajo el influjo del mezcal. gracias. no sólo hay algo del orden de lo quirúrgico acerado en tu escritura, sino también del orden de la morfina y de lo que no hace pie. por eso digo: gracias. y te abrazo.
ResponderEliminarEScribo para el pájaro, lo sabes.GRACIAS.
ResponderEliminar