John Constable: La esclusa(1824)
Sin el cuadro "la esclusa" en la pared, hay tormenta en mi mudanza bajo la forma de licuefacción precaria del cauce mineral.
De pequeño, bordeando como límite o frontera mi hogar de infancia, estaba el canal. Mi madre lavaba la ropa en él en verano porque no le gustaba el agua que llegaba al grifo. Demasiado caliza, decía, aún mineral en su textura y poco adecuada para acariciar las sábanas. A poco más de cincuenta metros de mi casa, vivía el guarda del canal, el tipo que regulaba el caudal siguiendo ordenanzas. Se destinaba el agua a las industrias que nos rodeaban(textiles). El brazo simétrico de mi canal, al otro lado del río, permitía el regadío de las pequeñas huertas de las casas de la barriada Juan Yagüe, espacio pobre y obrero, política social del franquismo en las cercanías del penal que otorgaba a algunos la injusticia del salario acompañado de un pequeño terreno para el cultivo de patatas, cebollas, tomates...
Los canales, fractales de mi infancia, se dividían en canalitos que recorrían los bordes de la carretera que iba a la cárcel y, éstos, en pequeños surcos encementados de poco más de una cuarta que llevaban el agua hasta las huertas.
Cuando el agua se cortaba, los pequeños renacuajos malvivían en charquitos o, por amor a su condición acuática, morían sin heroísmo.
Sin ser Tita Cervera, se comprende la dificultad de hacer la vida en la mineralización de las circunstancias, ese yo reticente a la locura líquida del Yo fluido. L también precisa liquidez, riego de mi proyecto de vida para poder fertilizar, sin excesos, sin dejar de ser obrero (en el sentido digno y riguroso, casi espartano, de mis mayores),lo que tiene lugar canal abajo, allí dónde se encuentra el nuevo hogar, la huerta y sus ricos frutos - solo viables si llega el agua, si el esclusero recibe la orden abrir la esclusa.
Hay tormentas graníticas que afectan mi economía como si yo fuera el Estado.
Soy el estado (Moi, je suis l´état).
Provoco tormentas en época de mudanza. Brota en mi una ligera fiebre anarquista y entro en los bancos como pistolero en busca de su hipoteca.
A veces uno apenas si entiende nada, pero se recrea tan bien en la lectura, por la música que se desprende, por las notas que se intuyen, que no le importa nada más.
ResponderEliminarGGM: A veces no se quiere decir nada. Enredamos, intentamos sacar tonos y matices que nada pretenden salvo taponar heridas, curar tumoraciones, salvar con una minúscula el éxtasis y apogeo de las mayúsculas.
ResponderEliminarGracias.
Canales exclusos cuando la pesada mano, la zarpa introspectiva decide acortar la liquidez, fracturar el “yo” irresponsabilizándonos de nuestros actos. La desconfianza gime como estiércol en las cercas, no se diferencia las categorías de nuestra nimiedad. Tal vez las concomitancias graníticas se reconozcan en un tercer orden, más allá de la realidad y el placer, en ese “état”, más allá del cantón social.
ResponderEliminarabrazos
Espero que en medio de la mudanza no pierdas este blog.
ResponderEliminarTraducción libre: Vuelve.
No cabe, pues, la pérdida confundida en la mudanza. Salud
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