miércoles, 22 de mayo de 2013

SOMEONE TO LOVE


Cristina Núñez: Someone to love (1988-2011)

 No sé jugar al autorretrato.

El autorretrato es una práctica que se me escapa. En ese modo expresivo, en ese dictum, mi yo  huye  porque presiente que quiere atraparle una pelota recubierta de cuchillas afiladas cuyas líneas de acero alguien ha lubricado con alguna sustancia urticante.

 Quizás sea esa doble r de la palabra. No sé.

En un principio quise decir al personaje que nos muestra Cristina Núñez:

- Señora, conozco a las de su especie. Hay algo extremadamente cruel en el fondo de su mirada, ya la aplique a sí misma o a otros.  Su exhibición muestra la sombra de algo más básico que usted misma y que se me escapa. Reconozco que me asusta lo que veo....

Eso podía haber escrito aunque después he pensado que se notaba demasiado una soberbia que no poseo. Ni yo conozco ya especies (se me han roto las taxonomías) ni sé si la sombra que noto en el trabajo someone to love de Cristina Núñez es algo básico o profundo.... quod nihil scitur

 La doble r del modo autorretrato dicta un juego lingüístico para el que me muestro inútil. Y eso que son muchos los que creerán que este espacio de escritura es pura exhibición de mis interioridades.Pero, de verdad, no es el caso. El autorretrato exige una fuerza de la que carezco y que la fotógrafa sí se dice capaz de disponer. Cristina Núñez opta por un camino directo y provocador: el desnudo y la definición de las constelaciones familiares. Bueno, quizás en el mundo del arte (que es el de la vida y la historia) ya no sea ese modelo de exhibición el más arriesgado. Como se sabe, la privacidad anda quebrada hace un tiempo. El caso es que, como propuesta, mostrar el propio cuerpo y el viaje vital que a uno le ha tocado sigue pareciendo que desnuda más y hace más fiel el autorretrato. Da sinceridad a la reflexión. Por ejemplo, yo podría desnudarme y mirar el obturador secreto de una cámara y contar lo de papá, mamá, carmeta, pablo, mario, n y qué se yo. O mirar a un punto....




Sí, yo podría apretar el clic del disparador ---  me gusta que en las imágenes de Cristina Núñez se vea el artilugio en algunas ocasiones, esa especie de pera como la que en las camas antiguas servía para encender y apagar la luz.  Digo: Yo podría entrar en la terapia del autorretrato como propone Cristina (the self-portrait experience). Pero ...

 Los cuerpos, al exhibirse en algunos contextos y bajo algunas miradas, lejos de ofrecer fragilidad y simbolizar la precariedad de las almas, se nos muestran como realidades contundentes, fronteras con el mundo, signos de inmunidad. Un poco al modo de la mirada que dicen genera la heroína en ciertas personas.Los cuerpos de Cristina Núñez tienen la contundencia de un testimonio de sí. La misma experiencia, bajo una forma anónima, la encontraba en la playa. Cuando paseaba por la orilla, me sentía brutalmente atraído por el poder de los cuerpos desnudos. En ese límite entre el mar y la tierra, bajo los auspicios de la luz solar,  la piel de la joven hermosa y la  de la vieja recorrida por pliegues indescifrables y venillas varicosas se confundían en mi mirada. Toda la carne era fuerte y esa fuerza me provocaba la ternura a la que soy adicto y doliente sufridor de sus abstinencias. El caso es que yo no estoy entre esas pieles: las miro en los otros pero no en mí porque seguramente no está. Y el asunto  no es que yo sea un ángel etéreo o un alma descarnada o un ser sin autoestima. Lo que sucede es que me falta ese disparador que permite el autorretrato - solo o en grupo. Noto la ausencia del clic y el artefacto.




¿Ven la diferencia? Apuesto que a los cuerpos y a las alma nos une la necesidad de preservar la propia desesperación sin agotarla nunca jamás. Algo así dice Cristina Núñez en algún momento de su vídeo. Y en esa tarea mostraremos las imágenes de unos y de otros. Buscaremos y encontraremos alguien a quien amar.

7 comentarios:

  1. Me gusta ese desasirse de la materia-cuerpo, ese no reconocimiento en el retrato. Bien atinado andas al observar al observado fijo con ojos extraños. A saber si esos cuerpos y esos rostros quietos vagan eternamente por ahí, en una dimensión desconocida.
    También me ha gustado verte, fija la mirada en la cámara, el gesto grave sin gravedad que se intuya. Ese gesto sé que cosecha la ternura a la que aspira quien lo tiene. Tienes cara de "buena gente".
    Un abrazo, Luis.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Oh, Isabel, qué amable su comentario sobre mi cariacontecimiento. La verdad es que en la imágenes fotográficas no me suelo reconocer, me veo como otro. Solo estas imágenes que se captan desde el propio ordenador con su webcam (la palabra me gusta) me provocan una extraña cercanía. Quizás porque me encierran en el espacio cercano a la tecla del "clic" y tienen algo de fotomatón o radiografía. En fin, la técnica del autorretrato y de la autobiografía es difícil y no sé si siempre es terapéutica (como dice la fotógrafa). Un abrazo Isabel y que disfrutes con tu intensa actividad.

      Eliminar
  2. Un autorretrato y escoges como fondo la estantería de tu salón. Intencionadamente o no, se muestra así el cuerpo y la mente en una misma fotografía. Símbolos, música, arte, literatura. Perplejidad en la mirada.

    Aunque dicen que uno ve lo que quiere ver, también.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola gegeme(!):

      me divierte tu respuesta no sé muy bien por qué (objetivamente nada hay de chistoso). Pero siento que lo escribes con media sonrisa y me gusta que rías. Idiota que es uno, ya ves, como se hace presente en la imagen. Respecto a lo que dices sobre la expresión de cuerpo y alma, realmente no hay mucha opción porque es el ordenador el que hace la foto y el aparato está siempre ahí. En próximos autorretratos meditaré el cambio de escenario. ¿Refleja mi alma lo que está detrás, en los estantes? No sé. Me gusta ponerme jerseys viejos, las gafas son recientes y solo para "cerca" (dios, acabo de caer en la cuenta que me paso gran parte de mi vida diurna "cerca de", es decir, con gafas). En la escena los libros son menos que la música aunque, obviamente, en el resto de la habitación ganan por goleada los libros (la música es reserva apache y muestran el célebre deseo kafkiano de ser un piel roja). La escultura que vemos arriba es un regalo de unas tías solteras y es símbolo de mi alma en modo tierno e irónico. El cuadro alude a una representación de teatro escolar. Bien pensado, es mi alma...

      Gracias por apuntármelo y anota mi simpatía hacia tu persona.

      L

      Eliminar
  3. fantástica entrada, Luis!

    y un rostro dulce es el que mira al ojillo del obturador!

    respecto a los dilemas que planteas, son complejos y no sé si tienen una única solución, una solución válida para todos los casos... creo que hay confusiones entre privacidad e intimidad que conviene deslindar, y que incluso la intimidad se abre como un fenómeno múltiple, polivalente, que excede incluso a la bicefalia más militante... no sé, es un tema complejo y que además se está transformando, porque por un lado hay una clara metamorfosis de la privacidad y la intimidad con las nuevas tecnologías, que parecen construir una interioridad en suspensión, oscilante, proteica: identidades-burbuja apenas protegidas por una leve película frutal...

    no tengo ni idea de estos asuntos, pero saludo la mirada entre franca, soñolienta y ligeramente cansada con que nos saludas hoy

    y ese fondo de libros, como apunta GGM, te delata y ofrece una síntesis espléndida y cotidiana de lo que eres: un pequeño punto de fuga, una delicadeza simpre avizor!

    abrazos

    ResponderEliminar
  4. Gracias, Stalker. Efectivamente en estos asuntos - como en tantos otros - es posible que no tengamos ni idea. Ni una idea que echarnos al pecho para saludar a los intrusos. Quizás la noción de intimidad (o de privacidad) sea una de tantas tonterías que se inventa la indigencia de nuestro ser en el mundo, una más de las invenciones de Morel. En ocasiones en el reino de la intimidad vislumbro, emboscados entre mis cosas, a los comandos de la exterioridad, los enemigos de mi ex-tatismo, aquellos que me dicen que lo mejor es aceptar permanecer en mis pagos de privacidad y dejar que ellos controlen puertas y ventanas.

    ResponderEliminar

 Río Saja Si de la escritura restara   todas las mierdas de mi vida, la queja y la decepción frente al destino, el maldito yo en su aspect...