sábado, 19 de septiembre de 2015

poseí





Yo poseí más de mil libros y, en su ausencia, la decena que ahora veo desde esta cama me resulta superviviente de una gran pérdida. Como dicen de aquellos que se salvaron de los campos de exterminio, ahora esos pocos libros se sienten culpables de su presencia en este mi nuevo mundo. De un modo oscuro, su visibilidad en el espejo de mis ojos les aterra. Piensan los libros liberados que, quizás, ellos merecieran con mayor motivo y peso permanecer en el espacio de la pérdida. Aquellos otros que en aquel lugar se quedaron, ¿son acaso menos dignos? ¿no fue el azar el que actúo eligiendo a “El alemán es fácil” frente al muy digno y honesto “Don Quijote”?. Por ello, casi me digo porque me dicen, todo libro ha perdido ya su valor y significado antiguo. Repito, no es esto simple creencia mía. Yo ya solo miro lo habido y lo por haber. Esta pérdida de sentido es una misteriosa y siniestra decisión de las inertes páginas y sus ahuecadas palabras. Un misterio tremendo que fascina en la cercanía de extinción..

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