martes, 27 de septiembre de 2011
El libro de L
:
L pierde letras en el viaje a la oscilación, la conversión (o su deseo)del caos arrítmico en algún modo de geometría de flujos. Sin embargo el centro y su ciclo se debilitan al intentar ser nombrados (demasiados años de posmodernismo) y lo que se quería marcador de frecuencias es de facto sólo titubeo, decir tartaja, desmenuzamiento de las letras que seguían a la L, movilización del grano de arena de nuestro pequeño amor para embalsamar la jerarquía de nuestro proyecto de vida en común.
L pierde letras y define su silueta de ángulo recto. El cruce de dos líneas que se absorben en un punto esquinado, boca cerrada del vértice, algún punto en la cartografía de mi cuerpo. El codo y la rodilla. La mandíbula que se duele tensionada y que queda disuelta por la acción fraterna del alprazolam y las oraciones de los pañuelos de seda coloreados. El ángulo recto que parte el arco de la circunferencia para hacer brotar tres puntos en su infinidad de puntos --- tres granos de arroz místicos, los tres granitinos de arena que construyeron el amor largo y que se tornan fantasmas de sí, flatus vocis, recuerdo de nostalgia. El ángulo recto es cacho de tarta para el niño glotón que celebra el trigésimo aniversario de mi posibilidad de ser padre.
En todo caso, más allá de toda esta sarta de destellos frustrados, sabemos que la L puede derrumbarse y parirse en raya o palo/palito. La marca del primer día en la trena para el preso esperanzado. El palote del niño en el inicio de la escritura, cuando nos engañaban haciéndonos suponer que la letra era sólo una forma, dibujo, sin masa de sentidos adheridos y otras puñetas. El palo en la edad en la que el 1 era un soldado haciendo la instrucción y la E un peine. La raya pintada en la caverna o en la arena con el dedo tiznado. El sentido básico, el instinto básico, el fondo de armario de los significados en los que se enredan las letras para fascinación pánica de los mortales.
L se derrumba en sus tres puntos, sin jerarquía de oscilación, sin conversión de la arritmia en geometría. L demolida como prisión para niños ----- como si la santísma trinidad huyera de sí y cada persona del verbo se las pirara hacia los tres puntos cardinales, violentando el ángulo recto de la rosa de los vientos porque se sabe que en al menos una dirección no se encontrará a ninguna de las personas ex-trinitarias.
L se derrumba y se convierte en palo. En los servicios públicos de mi infancia los usuarios dejaban su marca en las paredes pintando rectas con las heces, desconociendo yo si era la cosa signo de la limpieza después de la defecación (sin intención comunicativa) o deseo de dejar marca en aquellos recintos fríos en los que se abría un agujero que recogía toda la mugre.
(L escribe su libro en la huella de un palote que se pinta enigmático en las paredes de un retrete público)
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Me encantan estos destellos frustrados
ResponderEliminarleo y saboreo, hermano
ResponderEliminaraunque calle, estoy por aquí, agazapado: mapache o conejo, atento al sonido que haces al crecer
te oigo como hierba, claro