viernes, 9 de noviembre de 2012

Entusiasmo




De todas maneras en esta época uno se vuelve a ver poco, incluso cuando la relación arranca con entusiasmo. A veces hay conversaciones anhelantes sobre aspectos generales de la vida; a veces también hay abrazo carnal. Desde luego, uno intercambia números de teléfono, pero en general se acuerda poco del otro. E incluso cuando uno se acuerda y los dos se vuelven a ver, la desilusión y el desencanto sustituyen rápidamente el entusiasmo inicial. (Michel Houellebecq: Ampliación del campo de batalla)

  No sé si sentenciar es lo que toca, ni si es apropiado - para lo que quede de honradez en mi alma -  santificar las propias ocurrencias con la generalización "en esta época", vieja excusa del más vulgar "en mis tiempos". Resulta quizás poco honrado y, sobre todo, tedioso judicializar mis disfunciones convirtiéndolas en cifras de los tiempos que corren. No es cuestión de verdades ni falsedades ni de juicios históricos sobre lo ruin o hermoso de lo que es el caso en las cercanías del ahora. En el campo de batalla ampliado de tedio depresivo se hunde la honradez que asoma el cuello, como aquel perro de Goya, tras el reflejo de la enfermedad ansiosa. Y se hunde por el propio afán der sentenciar, sombra no sé si inevitable del mismo acto de decir y de la escritura.

 No sé si estamos en alguna época o más bien en ninguna. No sé si puede decirse honradamente que  el entusiasmo se despierta desencanto y desilusión porque es  tan triste en su forma lo dicho como trivial en el fondo lo que se dice. Quizás el decir y la escritura no deben enredarse con las trivialidades tristes ni las tristezas triviales.

 Una verdad puede resultar idiotizante para el que la lee como exitosa para el que la escribe. Por mucho que nos encante y nos lubrique.

N.B.

   P. me dijo que , a nuestra edad, tocaba ya preparar una alta-madurez de extravagancia, abandonando el antifaz de buena chica por la vía de la propagación cotidiana de las pequeñas transgresiones. A los pocos días el desgarrón del mal rompió el lienzo de nuestras bromas y propósitos. Nuestro chiste no era nuestro sino del gran hueco de la mierda que nos ataca con su guadaña. Ese hueco de las relaciones rotas e incumplidas se ríe de nosotros cuando nos oye expresar la retahíla de expresiones prudenciales que acompañan la tarea regeneradora:  "tendrá que ser así", "poco a poco", "es lo que toca"...



4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Me acabo de dar cuenta de la incoherencia de mi comentario; como si fuera posible, digo, el 'poco a poco', el deber ser antes que el desear ser.

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  2. o como si fuera posible desenredar la madeja que enlaza el deber ser y el desear ser, el consejo prudencial de la aceptación de lo que es y la enormidad de lo que erupciona con o sin nombre.

    salud, GGM

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  3. Mejor no juzgar, ni sentenciar, ni pontificar, ni establecer normas rígidas...
    La mente libre sabe moverse en la ausencia de normas, en la ironía del vacío. Y es equilibrista del humor, el gran parapeto que nos salva.

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