Todas las versiones
encuentran sitio en mi mesa
No quiero que lleves de mi
nada que no te marque.
(Jorge Drexler)
Podría escribir lo que quisieras. Solo señala unas palabras y, como en un juego escolar, yo connotaré el mundo. Lo marcaré con líneas y planos que así, dicen, hacen los amantes en los cuerpos que aman. Ya estoy capacitado para proyectar el itinerario de la mano a través de la piel y el aliento. Según la promesa, debe la andadura extenderse todo una existencia ( y más tarde debatiremos qué hacer con la próxima).
Yo puedo hacer eso, solo dame unas palabras. Soy el gallo del buen tiempo.
Con suerte, la criatura no nos saldrá del todo tarada y, si lo hace, podemos siempre devorar sus partes más tiernas o lanzarla a los perros o dejar su huella en el pudridero. Nada de eso es cruel porque no hay crueldad en la atmósfera que crea el aire caliente de tu boca.
Con las palabras que tú me ofrezcas, yo connotaré mundos por ti sin miedo al riesgo. Sugiere palabras porque no es cobardía ni maldad lo que tanta exaltación de los significados nos provoca en el vientre. Es otra cosa. Soy mercenario y, con tus palabras, el horizonte se llena de versiones.
.... y en esa selva interpretativa, no te extrañe que sea tan veleta. No lo censures. Por cierto, es decir veleta e imaginarme gallo metálico, silueta de óxido en el viento, ternura del ave que mira en círculo, atenta literalmente a los alrededores. No sé quién debe decidir si esa versión de mi - qué soberbia usar el "mi" - es lo propio, lo impropio o lo tolerado con risa sardónica. Sobrevolar y falsar las versiones para trazar un mapa de lo bueno y lo malo que todo lo simplifique, es la tarea menos grata del asunto y yo la rechazo. Quién tendrá la fuerza para negarme que soy el rey de la cima del tejado. Quién definirá si el amor que se apuesta para tan largo tiempo no es risa contenida.
Hay que mirar muchas cosas, dice el gallo-veleta. Redescribir toca los caminos de cabras en pistas de aterrizaje bien balizadas. Redescribir enamorados locos en princesas. En la aventura de las connotaciones, convertida la experiencia en un oráculo parlanchín hábil en múltiples idiomas, debemos trazar caminos en muchas frondas, convertir el bosque en jardín botánico o santuario de dioses invisibles, en el reino de fantasmas abrumados por sus secretos como tumbas o, quizás, en el escenario de una pasión en la que los héroes de Bowie se relatan una tarde de amor
I, I will be king
And you, you will be queen
Though nothing will drive them away
We can be Heroes, just for one day
We can be us, just for one day
Esos frágiles y blindados emocionales, pequeños héroes de adolescencia, recorren las frías calles para encontrar el sitio perfecto, mutando por su pasión de aventura el callejón sucio en entorno de palacio.
Pueden ellos decir me gustas, te deseo, te quiero,en el orden combinatorio que deseen, mezclando el aliento cálido de sus bocas. Ellos.
Y transformar el bosque en cama, mirando el mar, previsiblemente el Índico, en todas las versiones.
*
Así de veleta. A los quince o a los diecisiete años. Y suma y sigue hasta llegar al anclaje cronológico que quieras.
Solo dame unas palabras
Me gustaría darte no unas, sino todas las palabras.
ResponderEliminarLa cuestión es que no hay gallo, ni viento, ni selva que no sea aliento confundido. Hace rato que no trepo irrealidades, es mucho más díficil hacer esto que cualquier otra cosa. Uno nunca acaba viendo del todo. A ratos uno acaba en el fango sin saber cómo.
Sí, me gustaria darte no una, sino todas las palabras para que construyas lianas, plumas, cantos, mapas, rutas submarinas, mistral y cierzo pero no hay canción ni reino, ni corona, ni los diecisite años y mucho mejor así...
Tal vez sí.
Un abrazo
Bello comentario, Inuk. Una de las cabezas de la tortuga bicéfala se apropia de las palabras que dices. La otra, aún tortuga, se desea gallo del viento. No sé qué es ese no trepar irrealidades.
ResponderEliminarDecía, que hace rato, quien dice rato dice tiempo, que no trepo irrealidades, no fantaseo con ficciones en las que me acabo creyendo yo misma mi propia versión inventada. No trepar irrealidades es asumir las cosas posibles, y dejar de querer atrapar las imposibles. Hace rato, que no intento ser quien no soy, esto parece de perogrullo pero es muy fácil caer en esa trampa. (Uno siempre se desea perfecto. )
ResponderEliminarHay una parte en nosotros que siempre desea completar lo que al otro le falta, y por eso la tendencia a querer dar lo que no se tiene. Me gustaría darte no una, sino todas las palabras.
Tus entradas son intrigantes como el espejo de Alicia y a la vez, son pisar la tierra.
Decía Juan Gelman Pisar la tierra es temblar