lunes, 24 de marzo de 2014

Serendipity (avec moi). La fuerza del carácter y el camino del ridículo patetismo


 Cindy Sherman/ Untitled #66 1980

- I - 


   ¿Quién dijo que era obligatorio vivir en una tierra (...) aún no arrasada por la guerra y la peste, o sujetar el dintel de la puerta a las leyes de la buena arquitectura,  obligatorio y sujeto como lo es la erosión de la piedra bajo la cascada, grano a grano el mineral deslizándose por el río hasta formar deltas o estuarios que se mantienen dignos en su insularidad hasta la siguiente crecida, vapuleados por la marea que dura lo que marca la fase lunar, la menstruación cósmica, el calendario imposible de tallar en piedra para el hombre y su matemática?


- II -


¿Quién aseguró la permanencia del amor y el cariño y la amistad y el odio y el deseo y las ganas de acariciar o de morder como un perro hasta la primera sangre, marca roja en la camisa de los duelistas o los amantes? ¿Iba a durar eternamente el cuidado del otro? ¿Quién dijo que era obligatorio vivir cuando solo morir y sufrir se garantizan con firma de diablo y visto bueno divino?


- III -

Por qué la fidelidad de Job a una senda que muere en lo precario

esos malditos deberes que harían reír a un niño y a un mono, 

si gana la infinita arbitrariedad

                            el arriba se cae en el abajo, 

                            el agua empapa la tierra, 

                                                              el sol quema la piel del que goza



*                                                                                                           ****



¿Quién me fuerza a la escritura y pretende que su poder es tan grande que impide el acto por el cual mi letra teclea el último punto .... (y fin)
.

... y por qué debía ser lo dado (bajo la forma de punto) el fin de la frase y no su inicio persistente como mi dolor de cuello, mi dolor y mi gozo, imposibles mezclarlos porque es imperioso el primero y domina incluso en el amor como puñalada de lo imposible, lo improbable, lo impropio, lo indebido e inmerecido, lo que no se dará y no debe, lo que no va ni fue ni irá pudiendo ser o haber sido en el marco de la gloria merecida y ya debida, probabilidad de beso que se ejecuta en las afueras de la traición y la puñalada, lo propio, precario, innecesario....mi entrega al azul Sherman?


NOTA: Mi entrega al azul se resquebraja en el primer movimiento de una danza. Limpio mis poluciones en colores más lejanos... mientras,  juro fidelidad a la jovencita de Sherman, llegada desde décadas ya muertas, necesariamente irrepetibles, cruzadas por mil varas y flechas, definidas en nombres superpuestos en un concurso regional de traslados en los que la precariedad juega a la ilusión y la decepción, en el azul, el azul que dura solo si no se encadena al tiempo ni al deseo ni al precio ni a la vida ni a la escritura ni al amor... quizás solo enganchado a la muerte ...

CUESTIÓN: ¿Quién dijo que era obligatorio vivir y escribir cuando ya no es posible que quite la ropa a la joven azul de Sherman? ¿Qué estupideces malgastaron mi tiempo en 1980 impidiéndome llegar hasta los brazos de ella?
(...)
La Bicéfala, 24 de marzo de 2010

2 comentarios:

  1. Me desarmas cuando la palabra te brota como un río, cuando dices tanto y tanto. Definitivamente, me conquista ese verbo que se extiende, aunque sea por la nostalgia de lo que no fue y debió haber sido.
    Un abrazo, Luis

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  2. Gracias Isabel por las palabras que, en el misterio del pensar y del decir, se enlazan con mis torpes intentos de fijar vértigos. Un abrazo

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