PARA
TI ( ETERNO FEMENINO)
“Sólo
la propia salvación puede ser un imperativo moral"
" El
juego sólo es posible si se puede contar con la buena fe de los
contertulios" (Onetti, La
vida breve)
UNO
Escribo
desde siempre y escribo, sobre todo, cuando no escribo. Nada
original, comprendan me. Y tan tonto es eso del escribir sin escribir
que abunda. Escribo cuando paseo y recorro las calles sin objetivo
pero con rutinas, siempre los mismos itinerarios, las mismas sendas,
las mismas horas, siendo, por tanto, objetivo fácil para los
terroristas que desean acabar conmigo, para mis bajones depresivos
que me encuentran dispuesto a recibir disparos en la nuca. Y escribo
– aunque no escriba (agg!) – esperando que llegue el encuentro,
la princesa que me monte en su caballo y me saque fuera, fuera de lo
que no es escritura e, incluso, fuera de la escritura, lejos de todo
aquello que no es la música o los rostros de las mujeres bonitas o
un buen té con manzanas verdes en el silencio de la mañana o la
cerveza y los cigarrillos clandestinos. Huida de la vida, escape,
escape, skape...
Escribo
para invocar su llegada. Me debe salvar Ella y (mientras tanto) me
muevo con su criada morfinómana, la escritura, en formas de lo más
diverso, a veces de un modo y a veces de otro. Pero todo es erróneo,
fallo, siniestro y avatar frustrado o perversión de clase media.
Ella no llega y, por eso, construyo frases y párrafos, enhebro el
hilo y lanzo pespuntes. Escribo, espero y me sacrifico en la
conciencia de que nada hay salvo el error y las derivas y todas las
energías frustradas.
Una
mañana de verano estaba yo en el banco descansando de la caminata
cuando llegó entre luces y sudor la amiga de Xena, la princesa
guerrera. Vista al trasluz creí que podía ser aquella que estaba
esperando, cuerpo terso y vientre fecundo. Me hice por ella lesbiana
para convertirla en esposa. La formalidad me mata, lo sé. Ahora
comprendo que no es ella la que está por venir y anuncian mis
úlceras porque después de unos días de idilio retorné a la
escritura, lo que viene a ser como si el terrateniente algodonero
abandonara en el lecho conyugal a la jovencísima recién casada y se
sumergiera en los establos con aquella esclava negra a la que conoce
desde la infancia y que ya no es ni siquiera bonita pero es ella,
fiel cómplice, llena de trazos de memoria e imperativos de deseo.
En
efecto, no era ella – nunca
es ella si no es tú -
y por eso escribo, incluso y sobre todo cuando no escribo, perfilando
a la amazona que me liberará de mi estupidez y de la escritura.
DOS
Nada,
inútil, fracaso. Uno más. Otra página. Demasiadas páginas pasadas
sin haber escrito nada en ellas (Hemos creado una extraña amistad,
el club de los que pasan página).
Escribí
en el pasado repitiendo el momento inicial, el primer desagarro en la
página en blanco, el primer golpe en la tecla. El resultado era nada
( o casi), la mera posición, el rito del cuaderno y del bolígrafo.
Nada. Frases que fueron quemadas como diciendo al mundo ¡lo
que te has perdido! Y
ocultando en esa filigrana de la pose la
nada de la nada.
¡No hay escritura sin Obra! ---- y el eterno principiante, achispado
– ni siquiera borracho – en el giro inicial de la mano, cree que
escribe, traza y borra con el gesto, sobre todo cuando no escribe.
Por eso mantiene el tono, el movimiento inicial (el 0+ n, siendo n
pequeño pequeñísimo). En proceso de escritura, in
nuce,
con la potencia en acto en un subatómico giro de la mirada.
Idiota,
llegue a creer que ser escritor era mejor que ser Papa, o rey o
constructor o presidente de comunidad autónoma. La hostia.
Pero
de la juvenil inocencia han pasado ya muchos años. La idiotez, que
persiste, es ahora no más lúcida pero si más zorra. Por eso ahora
escribo para salvarme ; ahora escribo sólo para ti y necesito la
presencia invisible, la amabilidad, la sonrisa y el sonrojo, las
claves del reino de la piel que me devuelven acrisoladas los ojos
cómplices en la extraña faena de ver colores. Los cruces y los
pasajes donde intercambiamos una mirada. Y sigo pensando que todo lo
demás es un puto rollo. No va a llegar nunca la princesa guerrera o
su escudera para sacarme de aquí. Y por eso eres tú más importante
aunque te sepa en tránsito, pronta a desaparecer,
purita contingencia,
ironía y solidaridad en
precario, todo en precario, que sé que la enfermedad y la muerte y
el olvido y la distancia nos acechan a todos (y cada vez más cerca,
como un tam tam).
Escribo
para ti y tenía que decírtelo. Aunque no sepa tu nombre, aunque
tengas muchos nombres o sólo pases por aquí o tal vez no seas ésta
sino la otra, insospechada, encuentro en un cruce, entrevista tras
los visillos o en el contraluz del disco-pub.
Tortuga bicéfala, 27 de julio de 2009
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