viernes, 14 de octubre de 2016

hoy como ayer, manifiesto

Hoy como ayer sostengo lo mismo aunque sé de la desdicha y de la luz que corrompe. Ayer, julio de 2009; hoy octubre 2016.    Melancolía platónica combinada con granos de emociones diversas que todo lo nublan.




PARA TI ( ETERNO FEMENINO)
Sólo la propia salvación puede ser un imperativo moral"
El juego sólo es posible si se puede contar con la buena fe de los contertulios(Onetti, La vida breve)

UNO
Escribo desde siempre y escribo, sobre todo, cuando no escribo. Nada original, comprendan me. Y tan tonto es eso del escribir sin escribir que abunda. Escribo cuando paseo y recorro las calles sin objetivo pero con rutinas, siempre los mismos itinerarios, las mismas sendas, las mismas horas, siendo, por tanto, objetivo fácil para los terroristas que desean acabar conmigo, para mis bajones depresivos que me encuentran dispuesto a recibir disparos en la nuca. Y escribo – aunque no escriba (agg!) – esperando que llegue el encuentro, la princesa que me monte en su caballo y me saque fuera, fuera de lo que no es escritura e, incluso, fuera de la escritura, lejos de todo aquello que no es la música o los rostros de las mujeres bonitas o un buen té con manzanas verdes en el silencio de la mañana o la cerveza y los cigarrillos clandestinos. Huida de la vida, escape, escape, skape...

Escribo para invocar su llegada. Me debe salvar Ella y (mientras tanto) me muevo con su criada morfinómana, la escritura, en formas de lo más diverso, a veces de un modo y a veces de otro. Pero todo es erróneo, fallo, siniestro y avatar frustrado o perversión de clase media. Ella no llega y, por eso, construyo frases y párrafos, enhebro el hilo y lanzo pespuntes. Escribo, espero y me sacrifico en la conciencia de que nada hay salvo el error y las derivas y todas las energías frustradas.

Una mañana de verano estaba yo en el banco descansando de la caminata cuando llegó entre luces y sudor la amiga de Xena, la princesa guerrera. Vista al trasluz creí que podía ser aquella que estaba esperando, cuerpo terso y vientre fecundo. Me hice por ella lesbiana para convertirla en esposa. La formalidad me mata, lo sé. Ahora comprendo que no es ella la que está por venir y anuncian mis úlceras porque después de unos días de idilio retorné a la escritura, lo que viene a ser como si el terrateniente algodonero abandonara en el lecho conyugal a la jovencísima recién casada y se sumergiera en los establos con aquella esclava negra a la que conoce desde la infancia y que ya no es ni siquiera bonita pero es ella, fiel cómplice, llena de trazos de memoria e imperativos de deseo.

En efecto, no era ella – nunca es ella si no es tú - y por eso escribo, incluso y sobre todo cuando no escribo, perfilando a la amazona que me liberará de mi estupidez y de la escritura.

DOS

Nada, inútil, fracaso. Uno más. Otra página. Demasiadas páginas pasadas sin haber escrito nada en ellas (Hemos creado una extraña amistad, el club de los que pasan página).

Escribí en el pasado repitiendo el momento inicial, el primer desagarro en la página en blanco, el primer golpe en la tecla. El resultado era nada ( o casi), la mera posición, el rito del cuaderno y del bolígrafo. Nada. Frases que fueron quemadas como diciendo al mundo ¡lo que te has perdido! Y ocultando en esa filigrana de la pose la nada de la nada. ¡No hay escritura sin Obra! ---- y el eterno principiante, achispado – ni siquiera borracho – en el giro inicial de la mano, cree que escribe, traza y borra con el gesto, sobre todo cuando no escribe. Por eso mantiene el tono, el movimiento inicial (el 0+ n, siendo n pequeño pequeñísimo). En proceso de escritura, in nuce, con la potencia en acto en un subatómico giro de la mirada.

Idiota, llegue a creer que ser escritor era mejor que ser Papa, o rey o constructor o presidente de comunidad autónoma. La hostia.

Pero de la juvenil inocencia han pasado ya muchos años. La idiotez, que persiste, es ahora no más lúcida pero si más zorra. Por eso ahora escribo para salvarme ; ahora escribo sólo para ti y necesito la presencia invisible, la amabilidad, la sonrisa y el sonrojo, las claves del reino de la piel que me devuelven acrisoladas los ojos cómplices en la extraña faena de ver colores. Los cruces y los pasajes donde intercambiamos una mirada. Y sigo pensando que todo lo demás es un puto rollo. No va a llegar nunca la princesa guerrera o su escudera para sacarme de aquí. Y por eso eres tú más importante aunque te sepa en tránsito, pronta a desaparecer, purita contingencia, ironía y solidaridad en precario, todo en precario, que sé que la enfermedad y la muerte y el olvido y la distancia nos acechan a todos (y cada vez más cerca, como un tam tam).


Escribo para ti y tenía que decírtelo. Aunque no sepa tu nombre, aunque tengas muchos nombres o sólo pases por aquí o tal vez no seas ésta sino la otra, insospechada, encuentro en un cruce, entrevista tras los visillos o en el contraluz del disco-pub.

Tortuga bicéfala, 27 de julio de 2009

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