Ahora sí, antes no ( Hong Sang-soo, 2015)
Ahora sí,antes no
en ocasiones no hay posibilidad de viceversa
en ocasiones sí
en ocasiones
la & se quiebra
en ocasiones queda una coma
luego el ocasional vacío de una sombra
y al final....
al final es un ahora no
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No suele ser así, claro, pues nunca te bañas dos veces en el mismo río. Los protagonistas de la película tampoco: no saben ellos que son héroes de dos historias que son la misma. La pareja es como nosotros y su historia acaba con resaca o con enamoramiento. Somos nosotros, espectadores, los que vemos la excepción sintiéndonos "como si estuviésemos viajando a un país remoto" en el que cada curso de acontecimientos se rueda en dos versiones. Es difícil tratar de aplicar las enseñanzas de la película allí donde no cabe esa excepción, en el ahora incorregible.
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Da miedo pensar en la responsabilidad que pueden llegar a tener los pequeños actos: mirar dentro de una bolsa al salir del templo, beber demasiado y caerse, coger el teléfono para responder a una llamada equivocada. Las consecuencias. Los mismos escenarios y personajes se nos ofrecen en las dos versiones (el antes y el ahora) pero las ligeras variaciones que provocan los personajes - humanos al fin y al cabo, improvisadores - dan lugar a otras historias. Un sí o un no se decide. Qué frágil es todo final. Pero, ¿es tan realmente otra la segunda versión? ¿No son los mismos humanos los que actúan?¿No hay siempre un aire de familia, una secuencia de tópicos definidores de la identidad de cada personaje, que anuncia que tras el final del "sí" se oculta ya el "no" porque al fin y al cabo lo que rompe la dinámica sigue vivo en nuestro modo de ser?
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Fragilidad de las cosas
qué malo es beber para lidiar con esa brecha de contingencias (salvo si el objetivo es hacer un espectáculo para los que miran embobados)
me da resaca en la película el licor de arroz
siento la resaca de algunos bebedores
miro sobrio la borrachera que ralentiza los movimientos y convierten al borracho en un extraño bailarín del que se burlan todos los dioses y todos ellos quieren mover a la vez, condenándolo a la quietud trémula.
borrachos que son estatuas oscilantes
borrachos de ojos rojos que blasfeman e insultan
borrachos que balbucean onomatopeyas
y se quedan dormidos sobre una mesita
borrachos que quieren ligar con la sombra en la que te conviertes al beber demasiado arroz licuado
Disculpas: estaba borracho.
Disculpas: estaba equivocado.
Disculpas: estaba muerto de frío y por eso me metí en tu cama.
Disculpas: estaba deprimido.
Disculpas: estaba vulnerable en aquella época.
Disculpas: estaba encantado con la música
¿Estabas?
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Dos historias de la misma historia (lo sé: es paradoja y es imposible). Dos historias como un juego de siete errores. Busquemos pequeños cambios en la conversación. Las personas son las mismas pero las palabras brotan según esa gramática del azar que tan presente está en nuestros diálogos cotidianos (¡¡Cuánta violencia implicaba el diálogo socrático para intentar vencer al azar!!).
Sin embargo, los pequeños azares no niegan la evidencia de que decimos lo esperado, somos lo que somos, igual de bobos, de listos, de enamoradizos. Un saco de tópicos. Pequeños azares al seleccionar una pausa o sorber un último trago. Esa palabra que sobra y que provoca, en el otro, el insulto. Sin la palabra, chaval, esta noche ya te besaba de nuevo en la boca.
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Dicen en una de las historias: pintar o escribir o filmar para reconfortarse, por autocompasión y consuelo. Mal camino. No hay ahí osadía ni atrevimiento.
Sí.
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¿Por qué decimos una cosa y no otra a nuestro interlocutor? Seducimos, tratamos de enamorar, sudamos amabilidad por los chacras de las bellas palabras. Controlamos la conversación en virtud del objetivo. La verdad es esa mentira que chupa el trasero a la autocompasión para que se ponga en marcha y nos lama el alma. En ese entretenerse de dos se acabará ligando o insultando, se amarán si y solo si hay un malentendido que se resuelve, se diluye, se difiere a un después. Si antes no y ahora sí.
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Dicen: nunca me aburro.
¿Puede haber tristeza sin aburrimiento?
No me aburro porque estoy en constante actividad. Miro agendas, rescato tareas pendientes, reflexiono sobre reintentar construir nuevos castillos y volver a salvar a la princesa tris tras, sí, la que nos dejó por un ogro.
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Orfebrería fílmica. Dice la crítica. Pocos escenarios, pocos personajes. Un patio, un café... ¿quedamos? ¿comemos?Historias de amor in nuce.
Nada permanente, nada que te atrape. Hagas lo que hagas alguien dirá: antes sí, ahora no.
(o viceversa).
Precisa disección,habrá que verla!
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