domingo, 11 de diciembre de 2011

Cartografía del Libro de L



 Mira, lector, la belleza del grabado de una  isla. No es la lectura, en inicio, sino visión y podemos asegurar que  la escritura se narra en su sótanos como una de las artes plásticas. Sólo posteriormente se envanece y se torna invisibilidad de alma,  significado y golpe de voz.¿Es este giro ganancia? La respuesta es tarea de investigación en la cual quizás nos embarquemos algún día. El casamiento de la escritura con la oralidad (declamativa) no debe olvidarnos que es ella (la escritura) vieja puta que no obvia el coito con la mirada callada, el ojo sobre la materia y la plasticidad de toda fórmula, poema o relato. La materialidad tridimensional del libro no es un salto desde el espíritu a las cosas sino una transmutación de la materia. Todo sucio, con óxido y con tintura ocre en los zapatos.

La imagen que ilustra esta nota nos remite a la Isla de Juan Fernández, en el Pacífico Sur. No es esa la isla de  L pero mostremos un poco de alegría  en homenaje a Crusoe y a Chile. L no es chileno ni un moderno Robinson (cosas ambas excelentes, sin duda) porque él no ha caído en la isla de L por naufragio reconocido y fundacional de un calendario. L  habita sin referentes exteriores, sin posibilidad de replicar un orden simbólico foráneo en estas tierra que recorre como amnésico. L debe reconstruir lo que los signos hallados en la isla - y otros restos que podemos llamar arqueológicos o protológicos-   le sugieren, intentando comprender las razones ocultas que convierten  los objetos cotidianos en chatarra y trapos, pecios en arena y rastros simbólicos naturalizados por la foresta.

La Isla de L es el espacio en el que habita L.  El porqué de la cartografía insular ( y no continental, por ejemplo) como fondo geográfico para esta fenomenología, pregúntenselo al mar que se deja ver alrededor y que desde algunas de la montañas más altas se muestra como anillo de niebla y esmeraldas. El mar es el generador de ese autismo elegíaco  y podríamos decir, echando mando de una imagen  que será también hito o capilla de este cuento, que

Non est potestas Super Terram quae Comparetur ei. (Job. 41 . 24)

 Portada de Leviathan de Abraham Bosse (1651)

 Es  el mar Leviatán y no es L criatura marina.  Habita L en el desorden de la tierra y por eso escapa a la soberanía de su espada  sin por ello estar libre de los empujes de la  violencia meteora.  El agua cierra su mundo con esos ruidos de inmensos espacios llenos de seres que palpitan en la frialdad de los abismos (ojos sin párpados y branquias de crestería gótica ). Suenan también en la frontera acuática las  monodias de la húmeda calidez de las sirenas, vaginas de escamas hirvientes, cuchillas trempladas en la forja del deseo. L teme la palpitación y por eso sólo trata con cosas. Sin embargo esa música de la vida y el pálpito le rodea. Es música si se quiere siniestra pero, al fin y al cabo, música.

******


(Imagen: Fernando Zobel)



álmate ahora

es preciso
álmate
contra esas fuerzas
que pretenden
desalmar

desarmar

el mundo que nos queda

sólo así podrán leerse
los signos entre nosotros

callados signos

extraviados
afligidos
desplazados

(en estructura racional)

eso que oxida
y dice

entre
debajo
casi

para

desafinarse en
la voz del otro

para arraigar

álmate ahora

la casa mental

no hay sílabas secretas

nada te pronuncia

y yo te almo



 Es este poema de Stalker. Detrás de Stalker se esconde un nombre y sus apellidos, un rostro, unos modos y maneras. Nunca ha sido bicéfala muy nominalista y su vida se construye con iniciales y letras sueltas que, temerosas, se cubren en las celosías del lenguaje. En la isla de L apareció este texto de Stalker  como pergamino dejado por el mar en el interior de una botella. Apilado, como las otras chatarras, en el carro, la posterior lectura parece mostrar que la espesura de un  argumento, su estructura continua de orquesta sinfónica, había sido comida por gusanos, mohos y arcillas ferrosas. De ahí nació el poema, herida en el lienzo de la pantalla, resto mínimo aún inteligible. Quedan las palabras como dentelladas en la piel de la roca, restos de la batalla perdida, prueba de que la víctima ofreció resistencia. La larga serie de argumentos enlazados luchó como virgen devorada por lobo  al ataque de la poética. 

Piensa  L en el alma y quiere y no quiere oír el "yo te almo" del poema en algún recodo de la isla. Quiere y no quiere que aparezca Viernes  o la princesa,  que hagan ruido con sus pies, aunque prometan no pronunciarnos, no decir el nombre de L (luis, lorena, laura, lía, lorenzo, loco, lupus....). 

L teme y ansia - bicéfalo al fin -  la presencia de un ser palpitante l(desafinarse en/ la voz de otro). Teme morir tanto como busca su asesinato.

Mientras tanto L se alma

álmate
contra esas fuerzas
que pretenden
desalmar

En la isla de L hay guerra aunque carezca de habitantes visibles y palpitantes.





6 comentarios:

  1. dios santo en el que no creo ... dios menor de los perros y las piedras, en el que sí ... hace muchos, muchos días, que me adentro en la cartografía y las historias de la isla Juan Fernández, para llevar allí, a una réplica distorsionada y escrita de esa isla, a una colonia de criaturas de mis pequeños borradores de Socialismo.

    a principios de este año intenté recorrer los 600 km que la separan de Valparaíso, en barco, pero era temporada de tormentas y los buques pesqueros de la zona respetan esas olas que han hecho carne de naufragio a unos cuantos.

    en El Yunque, en una de las islas, han encontrado un monolito de supuesto origen maya, de 45 metros de altura, alineado con el último eclipse solar total que se producirá en diciembre de 2012 (fecha apocalíptica o inaugural - ¿o son sinónimos?, según el calendario maya que interrumpe en esa fecha su quinto ciclo).

    hace un par de meses un avión se estrelló en la costa. la isla fue arrasada por el último tsunami que sacudió Chile y sus habitantes se salvaron porque una niña tocó una campana en la plaza. en Juan Fernández no hay sirenas de emergencia. hay una campana. toda la isla parece detenida en el tiempo. o atemporal.

    esta coincidencia que no es tal (es una perseverante sintonía fina) me alegra la noche insomne. siento que los integrantes de la colonia custodiarán el sueño de L, aunque L no sospeche su existencia. y que L proyectará sus imágenes en la isla (como sucedía en La Invención de Morel ...).

    un abrazo fuerte.

    P.S.: ha sido la dureza de este año, sospecho, lo que nos subió a ambos este maltrecho y obstinado pesquero rumbo a Juan Fernández.

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  2. P.S. (2): con ese poema de Stalker apretado contra su pecho, L está a salvo. Álmalo.

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  3. Querido L:

    almadamente agradecido entro en tu espacio y recorro el himno elegíaco de tu isla mental. Imagino la existencia de L como un pálpito de naturaleza adverbial, un punto de fuga de la omnipotencia que se ha concedido al verbo y la solidez de los nombres. Al contrario, en tu isla, en tu mente, en tu escritura, todo fluye. Fluye el con-tacto. Fluye la vida (en su ex-centricidad, en su diseminación en margenes que nacen y se autofecundan). Hasta la carencia fluye.

    No hay límite o frontera donde traducir eso: la palabra nómada, nomadificada, trashumante, recorre las costuras del lenguaje y no se desarraiga de su tierra madre, pero tampoco llega a caer en la otra tierra incógnita, en el lenguaje del otro (el cuerpo del otro, inventariado a partir de sus prótesis consumibles)

    la ausencia de traducción marcaría la imposibilidad de una isla, y sin embargo ésta vibra, se ofrece como proyecto, como cubil o estrategia mamífera ante la intemperie

    hay trayectoria, y ahí el devenir-L se adensa, se hace poroso, se abre a la espera y a la carencia

    ¿y qué decir de las palabras de Pájaro? Amo al pájaro. Es él quien en realidad me ha enseñado el sentido de la palabra "almarse". Deberías verla con sus perros, almadamente cachorra, intensamente-ahí

    abrazo no vertebrado, en y desde tu trayectoria

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  4. Pájaro:

    Agradece el habitante de la Isla de L la escucha. Llegan los ecos de vuestra alma en esta tarea de acarreo de pertrechos. Sigo temiendo el pálpito - incluso del perro - y me valgo de las formas que llegan, como cosas y geometrías, a través de este medio tan extraño.

    Año duro, pájaro, que merece la quema de conventos. Pero año a la postre y cita de calendario al que conviene mirar con indiferencia. Año duro que me lleva (nos lleva) a la isla (por azar la de Juan Fernández). Isla para el acarreo de chatarra, trapos viejos, muebles en los que madera se ahogó como la virgen de la tripa hinchada de Caravaggio.

    Tengo el pelo graso de los chamarileros.

    Me gustaría, saliendo del pozo, llegar realmente a la isla. Como viajero, mes disfrazaría incluso de turista. No veo horizonte. Mientras tanto - mientras llega el socialismo - viajo con el pájaro y en sus ojos confío mis emociones.

    Agradecido a su alteza, abrazos

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  5. Stalker:

    me gustó el poema. No sé de los secretos de ese arte que me parece tendente a la desmesura, a la confusión de alma y armadura. No sé por qué me gustó o por qué me rondaba entre otras ideas hasta acabar ganando en la escritura. Las cosas salen rasgando.

    La isla de L aparece entre la bruma y poco a poco me atrapa y despereza. Problemas con lo que vibra los hay. Y con el propio fluido al que tan mal se amolda la escritura (ella tan "como sí", casi, entre...)

    Está bien encontrar restos que se pueden leer en los sitios de otros.

    No sé si hay trayecto. Soy más destructivo que vos.

    Pleitesía a tu poética

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  6. En el subsuelo de esa isla corre un mar que se desplaza al abrir la pestaña. Otras raíces espeleología del alma. El rasgo diferencial más penetrante que como escucho a S. decir atraviesa frontera alguna si realmente existiera. Hace un breve tiempo vengo siguiendo la estela del pájaro que, confieso me avergüenzo de mirar sus alas desafiantes. Me dejaré vagar por esta isla buscando migración, pistoletazos ilustres que disipen la bruma que me rodea, bruma ascendente de mi orilla.

    Un saludo L.

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