Las tribulaciones,pulverizando mis torpes herramientas y la pueril ingeniería emocional con la que estoy dotado, hacen brotar -en el campo de batalla que me habita- sólo los hierbajos de la impotencia y acaban por romper la relevancia de las cosas (su perfil). Todo se relativiza (o nihiliza) en una especie de papilla, fluida y muy desagradable, que ingiero empujado por esa fuerza de la naturaleza que llamamos el día a día. Incapaz de encontrar un camino, la perspectiva de nuevos retos y tormentas (o esperanzas y reinicios) se vaporiza, se inhala sin reacción ni náusea. Todo es atmosférico y nada, nada, parece sólido. (Podría ser un diario, 20.03.12)
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Leo el Libro del amigo y del Amado de Ramon Llull:
“ Hubo discusión entre los ojos y la memoria del amigo, porque los ojos decían que es mejor ver al Amado que recordarlo, y la memoria dijo que por el recuerdo sube el agua a los ojos y el corazón se inflama de amor”(18).
“Preguntó el amigo al entendimiento y a la voluntad cuál de ellos estaba más cerca de su Amado, y ambos echaron a correr, y el entendimiento llegó a su Amado antes que la voluntad”(19)
No puede sorprendernos que las cualidades que del amigo se subrayan – la memoria y el entendimiento – sean aquellas que en el Amado menos se han destacado en la historia de la divinidad. Dios carece de memoria, no juzga en base a los recuerdos (y sus nieblas) sino desde su ojo omnipresente (y abrasador). De igual modo, destacamos y rezamos a la voluntad de Dios, a su querer, más que a su entendimiento (aunque este también sea infinito en su poder). No le pedimos una evaluación objetiva e intelectual de nuestros actos o deseos. Queremos su piedad, su fuerza perdonavidas, su amor. Esta complementariedad mística - al menos en LLull - entre el amigo(memoria y entendimiento) y el Amado(voluntad y percepción), puede ser entendida desde una máxima que cualquiera entenderá:
No destruyas lo que quieras conservar(ni lo otro).
Desde luego, es fácil crear y romper puentes. Sólo la creación nos exige un poco más de paciencia y dedicación. Lo realmente difícil y desazonante es la tarea de reconstruir los lazos quebrados. Para reparar puentes la inteligencia debe jugar con sumo cuidado con la memoria y el olvido, hacerse el tonto en ocasiones, payasear sin dejar de ser serio en las pretensiones. Las causas de la afrenta nunca deben expresarse ni debemos elaborar memorandum de agravios. Pero las huellas achicharradas de las heridas deben poder ser contempladas como en un museo sacro, en silencio, intercambiando miradas.
Todo cuento teológico es un apunte de esa reconstrucción que, cualquier mente inquieta, considera ya, desde el inicio, imposible. Sólo un entendimiento cargado de memoria puede procurarse la faena, sabiendo que la voluntad está aún lejos de la meta (como la tortuga en su carrera imposible con la liebre). Por otra parte, toda la presencia histórica del Dios-Amado es la sucesión de torpes intentos de hacerse con el siglo, con el perfil de las cosas, con la peculiaridad de la creatura.
En un carrusel de instantes se suben y bajan el entendimiento y la voluntad sin coincidir, tal vez la voluntad sea una división demasiado apegada al hábitat acerado como la súplica del mártir. Tal vez el entendimiento al poseer una condición ambiciosa pues no se adapta al aislamiento, y en su contemplar, sea más veloz y mordaz. Desde luego “nada parece sólido”. El amado es lazo, combustible con-templado que se queda en suspenso, inserta su firme desesperación en el altar, en un coito que huele a plazas frías, a una edad que cede paso al destino tal vez.
ResponderEliminarPD. Al leer tu última frase no pude cambiar en mi imaginación tu última palabra por la de “literatura”. Pues también trastoqué mentalmente –al pie de Llul- (amigo, por lenguaje puro, erudito) (amado, por el ser y su función) y me llevó a la criatura, que no Cervantes imaginó pero sí soñó.
Saludos L.
Releo la entrada y mi comentario el cual corrijo. Donde dice (hábitat, debería ser hábito o ética) Y en la posdata obviamente quise decirte “no pude resistirme a cambiar en mi imaginación…”
EliminarLa literatura, en sentido muy amplio, es ella criatura. No sé si "la escritura" puede considerarse sinónimo, en el caso, de "literatura". No lo creo. La escritura es el arma que carga el diablo, el instrumento y el enemigo, espía doble de la comprensión y del engaño, del diablo y del buen dios, de la salud y de la más larga de las enfermedades. No debemos, nosotros, las pequeñas subjetividades encarnadas, tratarla con miramiento. Quizás cuando la escritura se momifica se torna literatura. No sé.
ResponderEliminarLuis,
ResponderEliminarlo has expresado tal cual lo pienso.
cuando la escritura se momifica se torna literatura. síi,
es así.
lo vemos en montones de escritores de "elite".
sus literaturas producen rechazo. urticaria.
hay tanta pose. tanta falsedad. tanto cuento medido.
por eso buscamos en los márgenes y encontramos manantiales de escritura...