miércoles, 22 de junio de 2011

Dios nos lee

 Hildegard von Bingen: Liber Divinorum Operum.

 "Yo veo en algunos ingenieros un empeño que va mucho más allá de la resolución eficiente  de un problema funcional. Los veo insistir en aspectos que no van a hacer la obra ni más utilitaria ni más económica;  van a hacerla en todo caso más coherente, más limpia, más clara, más expresiva... en definitiva, más bella. Incluso los veo preocupados por aspectos que no van a poder ser valorados por el usuario, detalles que van a quedar ocultos, espacios que no se van a visitar, estructuras que van a cubrirse. En fin, parece como si hubiese ingenieros, unos pocos, que, para decirlo en los términos de este libro,quizás sin saberlo, también proyectan sus obras como si Dios tuviera que verlas" (Óscar Tusquets Blanca: Dios lo ve)

"Dios lee en el libro abierto de nuestro frágil corazón" (Benedicto XVI)


Dios nos lee.

 Si los teólogos han sido capaces de utilizar todo el imaginario ateo e impío para sus búsquedas de ensueño, ¿no cabe, en justa  contrapartida  utilizar el nombre de dios en vano y trajinar con toda la fantasmagoría del símbolo("Deus") para nuestros triviales paseos por la periferia de los ríos sagrados?

Dios nos lee.

 No se sabe de afición lectora en el señor. Que dios lee en el libro de nuestro (frágil) corazón no aporta prueba alguna al deseo-imperativo (prueba que, de cualquier modo, no necesitamos porque estamos en la parte práctica del asunto) y, por otro lado, no parece metáfora original ni graciosa de Benedicto XVI. Lo que nos interesa saber  es si dios se pasea como lector  por este blog y mis otros espacios de escritura  sabiendo que lo que aquí cuento no es exactamente lo que habita en mi corazón ni puedo apostar por mi sinceridad en el caso.

Dios nos lee.

Lo que quiero postular (en el sentido kantiano) es que dios nos lee preocupado no (sólo) por la integridad moral del que esto escribe sino por la belleza estructural, la forma o la chispa humorística de mi trabajo. Quiero saber si  cabe esperar que un día dios me deje un comentario aunque de facto no me deje ninguno.

 Si dios nos lee, entonces sé que debo atender con más mimo y esmero a lo que brota en la red al presionar "publicar entrada". Dejar este cuidado a mi frágil conciencia no es adecuado por caprichosa.

Si dios nos lee el impulso de mi alma hacia la escritura - que tan extraña relación mantiene con el principio de placer o de felicidad -  encontraría un horizonte de esperanza y mi trabajo artesano (no diré, por modestia, ingenieril) se dirigiría hacia un fin: el oído de ese lector que siempre siempre siempre relee mis textos para encontrar el error y el acierto, la rayada y la chispilla.

Dios nos lee

Dios NOS lee ( no ME lee) porque sé que con él en el club de mis lectores (tan cercano al cargo unipersonal) tenemos ya cerca la comunidad,  la patria de jauja que ama los reflejos de colores y el delicioso fluir de la función. Y, sobre todo, Dios no decepciona.

Dios nos lee.

Dice mi voluntad de escritura: QUIERO que dios sea un ser inteligente y lector finísimo. QUIERO  que atienda a mi escritura sin pensar  si lo que cuento es o no sincero, ni si  refleja mi vida. QUIERO un dios con sensibilidad para los colores y las imágenes que torpes brotan de esta mi existencia que, en realidad, a nadie importa.

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