lunes, 9 de septiembre de 2013

magnolia inquieta



la foto es mía

o ni eso

fue la máquina la que realizó el logaritmo para presentar así  la magnolia

la magnolia no es mía y era flor desgarrada en su árbol por imperativo de fuerzas vegetales

ni siquiera el sueño era mío

por no ser, no era yo ni la mosca que escuchaba la historia

realmente no sé si tenía papel alguno en la  atenta escucha

¿puedo narrar tu sueño si siento la presión en el pecho que......

?

 a veces arde el alma a la altura del pecho y no porque quiera lágrima

se quema y ya está

no hace daño a nadie

ni pasa a la historia

ni narra el romance



realmente no sé por qué estaba yo ahí, junto a la mosca, escuchando la historia

estar ahí es mi sino

en mi lápida podría poner:

                               estaba ahí y atendía cuando le contaban historias

ya sé que no es mucho pero la alternativa era:

                              estaba ahí tan idiota como siempre



 era tan niño

 e infantil era la presión en el pecho

porque a veces el corazón no puede respirar el contenido que lo desborda

no tiene branquias

y saberlo no es consuelo

ni tampoco consuela contar una historia que, al fin y al cabo, no es mía

es otro sueño

y la historia que escucha la mosca dice que hay ojos que miran la magnolia a una distancia como infinita, vendados los ojos en una atalaya que es galería, balconada corrida, espacio íntimo que protege de los elementos y da cierta distinción, para no ver que soy yo ahora el que contempla la casa del sueño con sus hermosas ventanas, la mecedora en la que se juega a las muñecas, se lee un poema o se tejen suspiros mientras el magnolio define el patio con sus poderosas hojas verdes,  flores abiertas  que no solo existen en la mirada

 y arriba, en la ventana, hay unos ojos que sienten que han sido salvados de alguna quema por el influjo del sueño

los veo
eso es todo
y no puedo estar arriba
porque son otros
los ojos quiero decir


yo lo cuento aunque sea otra mi historia

ni sepa  tampoco si, cuando se corrigió el camino, había riesgo inminente y el alma y el cuerpo ya se despeñaban

o tal vez faltaban varias jornadas para bordar el limes

que el vértigo afecta aún en la orilla del mar y con las olas quedas

 y es vértigo
no lo dudo

 el caso es que en la angustia por llegar a la casa surgió un vértigo de miembro fantasma
como una flor aparecida

y, de la mano, el magnolio condujo a los ojos hasta el arriba de la ventana

para que allí mirara


y la mosca  chocó contra la ventana

eso es todo




domingo, 8 de septiembre de 2013

Actualidad sadomasoquista



Isinbayeva saltando a gran altura



“Este es un juego político de alto nivel, con intereses internacionales, con dinero, con equilibrios. No siempre limpio. Y está claro que a eso nosotros no sabemos jugar bien”, resumía uno de los políticos desplazados hasta Buenos Aires. (El País, 8.09.13. Tema Madrid 2020)

Miedo me daba anteayer tener que realizar un comentario de texto de las palabras dichas estas semanas en el caso de que la victoria hubiese llegado:


 " Un proyecto de esta envergadura ha unido a los españoles"

 “Estábamos necesitados de buenas noticias, llevamos demasiado tiempo sin tener ninguna"
Hay algo de alivio.

******


Quizás es que, atontada de suyo, mi sesera cree que el horizonte de 2020  queda tan lejos que parece el futuro. Y, por otra parte, a veces me parece que los españoles estamos unidos en el hartazgo y tampoco pasa nada especial: ni los bancos de alimentos tienen superávit, ni las ONG se dedican a atender a otras criaturitas no humanas y también del Señor. Es decir, que por decir unidos que no quede,  pero hay que ver si eso sirve para algo si es un "de cualquier modo" o "a toda costa" o como "conditio sine qua non"

Soy malo.  La perspectiva de un Madrid de nuevo en obras, las inauguraciones, los comités, los asesores, las cintas... me ahogaba el esternón. ¿Se imaginan las comisiones y los intereses especulativos que rodearían los X-mil puestos de trabajo que tan monos eran en las proyecciones arrojadas a los leones hambrientos?

 Nota:ahora dicen que tampoco se ha perdido tanto porque "estaba todo hecho", es decir, que las olimpiadas se iban a hacer con los desechos de la burbuja inmobiliaria.... No hay como releer las cosas para ver el rico mundo de la connotación.

....quizás lo siento por esos reyes del espectáculo corporal que sin becas deportivas no pueden seguir compitiendo en las alturas. Aunque las últimas intervenciones de mi querida Isinbayeva me habían dejado olímpicamente confuso. Es decir: a lo mejor apuesto por la gente que veo correr por las calles aunque no se llamen Isinbayeba. No more heroes o así

 Lo que realmente me confirma en mi ser hispano es la idea de que, en el jugar sucio internacional,  los nuestros (sic- agg) son unos primos. Nuestros rufianes son casposos y garbanceros y, el mito Bárcenas, se nos acabará convirtiendo en una versión 2.0 del toco-mocho, con menos gracia  que Toni Leblanc y con más luces de revista normaduvaliana compradas en un chino como atrezzo.


Coda: La idea, en la que uno puede caer - en el fondo, nuestros corruptores son de regional -, denota nuestra necesidad de buenas noticias y apuesta por nuestra estupidez. Es también viejo juego de los corruptores asegurar que su nivel de negocio es "abarcable" humanamente. No lo niego tampoco. Para algo sirve la encomienda bicéfala. 


Pero no me absuelve. La comunidad está ahí y en ella mi presencia.

....  porque los amigos de los proyectos de envergadura regresarán un día y, bajo la forma de rata provinciana o  sewer rat  an co., llegarán a una ciudad ya no- dichosa  para sacar de ella las últimas asaduras. Quedan muchas inversiones para elevar el ánimo de la patria. No teman que, en la geografía nacional, los que no saben jugar a las corruptelas internacionales, lo hacen aquí de vicio. Será que somos más tontos. O, sencillamente, diferentes.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Miedo III



Izanami e Izanagi

is the spider under the cheese?
(Curso de Inglés)


Me decía que el miedo es instrumento delicadísimo de eso que llamamos "proceso de la vida".  Ya no se usa tanto aquello de la selección natural y me da que hay secreto en este pequeño movimiento, cosa que digo a beneficio de inventario y sin más, aunque sospeche que el concepto de marras es signo de cómo la tontería está ahí fuera, como la verdad en los X- File.

 No. No es que la vida me dé miedo o me disguste hasta el punto de considerar que no es don de esa nada que imaginamos a veces al fondo. Que no. Que no me da miedo el miedo porque lo bebo a sorbitos y nunca he sentido el momento previo al clic de la pistola en la base de mi cráneo. Quizás ahí, en ese jetzt-zeit, now- time, podría dar cuenta notarial de la cosa. Pero son experiencias extremas... No, no te temo en el calor ni el frío de tu presencia. Ni, en el fondo, tampoco al cañón del revólver en la palpitante sien.


 Me planteo que la vida ha visto nacer en su seno al miedo y, especulativamente, imagino que nació algo más tarde que el hambre que nos hace abrir la boca para comerlo todo, dejando que todo nos penetre y sin más aspavientos nos reviente. Yo es que creo que nacimos tubos y que el tubo que nos constituye se mueve por energía de hambre. Quiero imaginar que en el estado primigenio, quizás ahí sí el paraíso, eramos largos tubos con amplias aberturas,  un poco al modo de esas ballenas inmensas que devoran plancton horandando el mar con esas bocazas en las que, dicen, podrían habitar hasta cien personas. Cien personas en la boca ahogan a cualquiera. Y por eso nació el miedo, para limitar el número de cosas que nos metíamos a la boca-tubo. Y es el miedo un extraño instrumento que racionaliza  la pulsión del hambre, nos fuerza  a cerrar boca o, casi mejor, articula la boca para que signe lo extraño que paraliza el movimiento. El miedo, gesticulando en la boca, impidiendo que simplemente la abramos de par en par, ajusta el impulso a la mitología de lo que hay, metiendo al hambre en vereda para que no vaya allí donde habita el peligro que la consumiría.

  Sin embargo, esa racionalización que implica el miedo, ese cierre de algunas sendas porque nos conducen directamente al pantano o al colmillo de la serpiente, nos amenaza con la metamorfosis en momia, envoltorio que nos paraliza. Quietos ante lo extraño, podemos fácilmente pasar a la segunda parte y entrar en la metamorfosis del grupo: podemos ser víctimas mudas y, a la par, crueles verdugos cruelmente callados..

Resumiendo,

 Seguridad a cambio de miedo solapado
 en las solapas

 un abrigo existencialista abre la boca
(más relajado o
colocado
que el grito de Munch)

.

Abrir la boca al hambre
una boca que no besa, 
solo puerta al enclave magnífico
del tubo
.

Articula la boca el miedo
y el hambre duele

nacen signos
se mueven los labios al beso
cantamos con las lenguas

esas cosas
y también el silencio
del verdugo

el verdugo que tan bien ejecuta su oficio

y luego las víctimas paralizadas
pero esas no importan

domingo, 1 de septiembre de 2013

Miedo II



Goya: Disparate del miedo (1815-19)

 Pienso en la invasión zombi que llega, por el sur, a la ciudad en la que habito. Realmente la opción, como en la novela World War Z, es ir hacia el norte para que el frío paralice la enorme ola del contagio. En Burgos se ha abierto la puerta a los vientos del norte. Burgos zombi, con el Espolón poblado por seres sin alma que buscan contagiar su mal, acabar conmigo, secar mi creatividad y mis emociones en nombre de lo propio y lo impropio.

*****

El miedo.

Jean Delumeau (El miedo en occidente) reflexiona sobre las distintas expresiones del miedo en la cultura europea , francesa especialmente.

 El miedo ¿por encima de la lucha de clases y de otros motores de la historia?

 Hay un miedo con el que uno se acuesta y se levanta: el miedo al hambre. Como mi padre me educó en ese miedo como motor de toda conducta, puedo comprenderlo perfectamente. Son también miedos que acompañan al canto del gallo en la mañana: el miedo a la enfermedad y a  la muerte de los seres con los que uno ha creado comunidad y cercanía Y el miedo a mi dolor en todas sus dimensiones.

Luego hay otro miedo que, en la frontera, es más ambiguo: el terror apocalíptico. El miedo a lo nuevo, en definitiva, que nos resulta enormemente angustioso y, a la vez, un poderoso atractor. El terror al apocalipsis es una excitación sensual que recorre todo el cuerpo y que no termina de plasmarse en una buena erección. Algo de depresión, melancolía y bilis negra hay detrás de ese miedo. El apocalipsis es asunto raro y quizás otro día me apetezca seguir su senda que, ahora mismos, me provoca un ligero bostezo de damisela versallesca en la primavera de 1789.

 Y el miedo a lo extraño. El extranjero, el judío o el moro, el erasmista, la bruja, el pagano. También la aparición en solitario o en grupo del espectro de un tío abuelo, las psicofonías en mitad de la noche declamando poemas versolibristas de difícil evaluación. No es para tomarlo a broma. En el siglo XIX - quizás antes, quizás también después pues yo soy de la segunda mitad del XX y siento la vibración de ese miedo - aparece un extraño por excelencia: la mujer. La mujer Lou-Lou, tentación, enfermedad venérea, hipersexualidad e histeria, bailarina con boa, vagina dentada, puerta dulce del infierno más cruel, escarnio y cornamenta, el coño de tu madre como insulto...  La leche de miedo. Y, en este caso, además provoca(sic) el miedo  la mitad de la población, por mucho que sea cubierta con burka o muselina de salita de estar o mojigateria o portada pin-up. Ella está ahí, a la mano, cerca del tacto, en el aire como aroma.

 Lo extraño provoca miedo, según Delumeau. Y el miedo paraliza el alma y a veces el cuerpo. En ocasiones solo el alma y el cuerpo se lanza a la locura de la destrucción del otro. Es el miedo un instrumento muy delicado de la filogénesis y la ontogénesis. Pero de eso hablaré en otro rato...

Y también en otro momento, cuando el calor de mis pies vuelva a su sitio y la excitación por la presencia de las sombras cese momentáneamente en su batalla, mi alma querrá meditar sobre cómo el miedo a lo extraño se muta en extrañeza y la extrañeza, con otras fuerzas, da paso a la admiración y la belleza, fundamentos de la filosofía y de la comunidad que dicen imposible.

 Hay que indagar sobre el delicado aparato del miedo para saber si podemos recomendar en nuestro prontuario, como nos legó Epicuro, que él es el enemigo al que hay que derrotar.

jueves, 29 de agosto de 2013

Miedo (1)




 "¿Entiende de economía? Me refiero a capitalismo global del bueno, el de antes de la guerra. ¿Entiende cómo funcionaba? Yo no, y cualquiera que diga que lo entiende es un puto mentiroso. No existen reglas, ni absolutos científicos (...) La única regla que entendía la aprendí de un profesor de Historia: El miedo-decía -, el miedo es la mercancía más valiosa del universo. Encended la televisión: ¿qué veis? ¿Gente vendiendo productos? No: gente vendiendo el miedo que tenéis de vivir sin sus productos(...) El miedo es la emoción básica que tenemos, es primitiva. El miedo vende; ese era mi mantra: el miedo vende" (Max Brooks: Guerra Mundial Z, la voz de la ficción es la de un alto directivo de una empresa farmacéutica)

"y mientras tú esperabas que yo lo hicera. yo sabía que tú no lo harías. Curioso, ¿verdad?" (Pseudoanónimo)



 Miedo. La inteligencia es la facultad que nos permite reducir la incertidumbre. Eso vende. La incertidumbre como entidad primaria y, a su sombra, mi miedo, el miedo particularísimo de cada uno, intransferible, oscuro y fluyente,  como una niebla que nos hace perder los límites del cuerpo y el alma. Nos lleva a agruparnos en torno a un fuego o buscar el calor de los otros cuerpos o la irracionalidad de las masas. Eso es poco inteligente ... ¿o no? ¿hay una inteligencia superior a la de mi miedo que me lleva a la entrega a la masa, al fuego de la tribu, al suave tacto del otro? Los que se quedan solos siempre mueren en las películas de miedo.  Si la inteligencia nos lleva a la irracional inteligencia del ser al menos dos (mejor diez, cien, mil), el miedo nos repliega en los árboles que nos rodean. Nos percibimos como pequeños animalitos que convertirán su carne en musgo, arena, agua. Y el alma se despertará en jirones. Mil estados de conciencia fragmentados. Eso me asusta porque me imagino siendo un tubo en el que fluyen sin unidad  ni conciencia emociones horribles.

 Miedo. Yo lo sentía cosquilleante  porque esperaba lo que aún no era el caso. Mi miedo expectante no se reflejaba en ti porque tú ya sabías lo que yo iba o no iba a hacer. Certeza supongo que intuitiva, golpe de inteligibilidad a todas luces femenino.  Yo espero en la duda, en la pasividad más absoluta del que atiende nervioso al próximo movimiento del ajedrecista, sabiendo por los indicios que se acerca un jaque. ¡¡Qué distinto el esperar y el saber!!

Miedo. Si el miedo es la clave, ¿cuál es el consejo, el alma mater de nuestro prontuario de buenas directrices? La valentía. El valor es el valor (por excelencia primero). Valentía: ni miedo ni  temeridad. Exige inteligencia según los clásicos. ¿Exige?. Si no hay reglas, como apuesta la primera cita¿para qué la inteligencia? ¿Para crear la ilusión de una cartografía a todas luces falsa?  ¿No será más propio, más inteligente, la deserción de toda la inteligencia y la apuesta por el "fuerza y honor" del guerrero,  el ajustamiento pasional a un icono que no admite justificación y que se parece tanto a la muerte?  Memento mori.  No sé si me explico aunque, realmente, tampoco me resulta claro si no resultar inteligible es algo que me asuste .... de momento.¿Llegará el día?

Miedo. No sé realmente por qué se da que yo siga esperando, que me desgarre en una expectativa que no acaba y que asume que es otro el que debe tomar las riendas y actuar. Creo que yo mismo me desdoblo y me miro en esta osadía del escribir. Bicéfalo, me digo: " tú esperas que lo haga(¿lo hagas?) mientras yo sé que no lo harás(¿haré?)". Toda mi acción se diluye. 

Me fundo con la niebla negra del miedo.


martes, 20 de agosto de 2013

La imperiosa necesidad de escribir una del Oeste




No es que tenga demasiadas ganas de contar mis inquietudes internas ni que estime que cabe sacar de todo relato una categoría, moraleja piadosa o entretenimiento. Esta es una simple historia de esas que apelan a la propia vida para legitimarse a través de la prostitución y que suele ser lo que se vomita después del "si yo le contara", condicional perverso y hortera que viola sin escrúpulos toda la literatura que uno estima digna. En el fondo creo que tampoco estamos ante una confesión o terapia, aunque eso nunca se sabe con las gentes que militamos en el borde de la alienación. Un poco de exhibición, sí;  un quinto de mala leche agriada en el hartazgo veraniego, se le supone;  una pieza de ternura entresacada de la banasta de frutas postcongeladas y desaromatizadas del súper, eso va de oficio. O algo así.

*****


 Yo, de niño, me juntaba en los recreos con mi amigo X  junto a una piedra de esas que sirven a los viejos para sentarse y tomar el sol del invierno. Allí  simulábamos que se encontraba nuestro gran almacén de objetos de aventura. Las pistolas, la cartuchera, el caballo, el winchester, la cantimplora y la manta india o mejicana para proteger la montura. Luego salíamos a correr por el inmenso patio. Lo hermoso, al menos para mi,  no era la cabalgada sino ese encuentro en torno a la piedra, la propia existencia del almacén secreto. Los preparativos del viaje por el desierto me hacían disfrutar más que el lento recorrido por los caminos polvorientos o las batallas ganadas. Ese ha sido siempre mi sino. Me fascinan los preámbulos, sobre todo los que no llevan a nada.
Por cierto: si  quieren localizar el escenario de mis juegos  y hacerse unas fotos,  - sé que  hay gentes que persiguen ensoñaciones literarias en la realidad - nada más tienen que ir al Hospital del Rey, zona ahora universitaria en la ciudad de Burgos. Detrás de los edificios modernos, en un placita que aún conserva las viejas casas de mi niñez  y a la que se accede por un bonito arco, tuvo lugar la aventura que ahora he convertido en letra escrita. También merece la pena decir, aunque ya es imposible visitar, que en el interior de ese arco de entrada vivía mi barbero de los cinco años, un señor con pluma y pájaros y peces, dueño y emperador de  una habitación misteriosa en la que yo entré solo un par de veces,  espacio separado por unas simples cortinas del salón de corte de pelo pero que conformaba  el muy distinto mundo abigarrado de las maravillas. 




 En aquellos mismos días, en el inmenso placer de buscar el sueño, cuando me metía en la cama también fantaseaba con  el almacén del pistolero. En este caso, cuando cerraba los ojos a la espera de la bendita inconsciencia, imaginaba una gran cueva en la que me refugiaba todos los días. Esa cueva estaba llena a rebosar de los objetos típicos de la aventura del Oeste y de otros miles de cachivaches. Me recuerdo vistiéndome de vaquero, colocando las pistolas en su sitio, ajustando el cordón de las cartucheras. Lo que no me viene a la memoria es verme salir más allá del umbral de la caverna-general store.  Sí, miraba a lo lejos y me quedaba abobado contemplando el amplio horizonte del atardecer o del amanecer. Quizás porque en ese momento me dormía nunca fui jinete en las grandes llanuras ni me enfrenté a los pieles rojas que, se cuenta, corrían a pelo por las praderas.

 Esas experiencias creo que están en el centro de mi persona y, sin necesidad de que se sientan ofendidos, de mi voz narrativa. Soy un tipo de almacenes, un cabo furrier onírico. Mi deseo secreto siempre ha sido ser dueño de una ferretería.  Yo escribo inventarios. Me fascina esa cueva en la que poco a poco empezó a haber de todo, lámparas de petróleo, barriles de pólvora, harina o frutas. También telas del lejano oriente y  el hábito ensangrentado de un misionero martirizado por los chinos. Peces de colores en recipientes de cristal esférico. Pájaros tropicales, sillas sobre sillas, envolturas diversas, polvo y redes de arañas meditantes. Una infinita barricada.

Uno es así. No he tenido demasiado valor para salir a las grandes extensiones. Han brotado de mi lengua mil excusas para no salir.Por ejemplo, no puedo dejar a los peces solos.

 Pero leyendo una novela de intriga (Miedo de Jeff Abbot) he pensado que a lo mejor lo que siempre he deseado es escribir una novela del oeste o, en lo que es lo mismo aunque mejor, una revisión de la aventura del mago de Oz.  Viajar, salir ahí fuera y arriesgarse a actuar impropiamente, traicionando los deberes y los valores, dejando a los peces morir porque uno está tirando los tejos, desde hace ya diez días, a una pelirroja que baila can can en el salón recreativo y que, además, es experta en Spinoza.

 Malditos secretos que se acaban contando.

 Abandonaré la cueva en este mi inicio de una carrera literaria. Y que nadie se ría porque soy un tipo armado con un colt perfectamente engrasado.



miércoles, 14 de agosto de 2013

W W Z (La civilización y la imitación inteligente del zombi)


WWZ (2013)



 Debo confesar que descubrir que estamos en plena Guerra Mundial Zombie solo me ha servido para dormir peor y sentir acelerados los efectos colaterales que son de rigor en mi picajosa vida emocional. De nuevo comprendo que ser consciente de uno mismo y del mundo que es el caso, tal y como se empeña en recomendar la filosofía, quizás nos haga dignos pero nos conduce a unas felicidades muy raras, al menos en estos tiempos en los que el dios kantiano que aseguraba el final feliz salió de naja en el el último episodio.

 El poético habitar de mi existencia  en la W W W  no me planteaba demasiados problemas. Sí, acepto que la mala conciencia drogadicta me empañaba las lentes a veces y me decía, en silencio, que algo malo tenía que tener la www si estaba tan rica. Pero, ¿quién está libre de vicios? Además, si yo podía ser objeto de seguimiento por parte de los servicios de inteligencia o las Compañías , ¿qué me podía importar? Creo que la perspectiva me llenaba de orgullo porque no acababa de entender qué interés podía tener el menda y su achicada vida para esos señores tan importantes. Por eso sentirme espiado me ponía más bien cachondo, de un modo ligero y al modo ancianidad activa, pero cachondo al fin y a la postre. Como los célebres elefantes de la canción infantil, me he estado balanceando en la red con más alegría que angustia.

 Pero la visión de la película WWZ ( World War  Z, 2013) me ha llenado de inquietud. No me asusta  la interpretación política que pueda hacerse del relato, digamos los peligros que en la vida del individuo y los grupos cordiales  - la familia convertida por el capitalismo en la última célula revolucionaria - puede producir la infiltración de lo otro, masivo y reiterativo, homogéneo y desazonante, anónimo y cuantitativo, democrático al fin y al cabo. Tampoco me ha llevado al borde del colapso nervioso asumir que el capitalismo es el gran zombi y que su lógica ilógica nos lleva a la destrucción de los pequeños resquicios de libertad individual . Y no hago mucho caso a la idea de que el orden civilizatorio se proteja solo gracias a los muros (como los del estado de Israel). Todo esto es muy angustioso pero, personalmente, lo que más ha afectado es una cuestión que tiene que ver con el ritmo de las opciones salvíficas..

 La verdad es que,  siempre en la inopia,  no había caído en la cuenta de los cambios de velocidad de los zombis contemporáneos. El zombi que yo recordaba era más bien lento, acartonado en sus andares por la putrefacción que le corresponde a su condición de cadáver. Sin embargo, estos nuevos zombis que nos han llevado a esta maldita guerra mundial tienen todo un sofisticado sistema de tiempos.

Los zombis pueden mostrarse como realidades suspendidas, inmóviles, cercanas a su vieja condición de cadáver. Los movimientos que vemos en la película WWZ cuando el zombi está inactivo, podrían ser los efectos típicos de la corrupción de un cuerpo, según nos informa la ciencia forense. La propia corrupción de la carne, la generación de gases y efectos mecánicos, crea esos movimientos compulsivos, torpes. Todo muy natural y, si se me permite, humano. Pero cómo cambian las cosas cuando detectan algún ruido o movimiento violento. Su excitación es tan brutal que pasan de cero a cien en muy pocos segundos, haciéndose capaces de hazañas inmensas -propias de animales sociales perfectos como las hormigas -,  como la superación de los altos muros  de Jerusalem o la creación del atrapa helicópteros que vemos en la imagen  de arriba. Toda una instalación.

   Si los zombis paralizados me recuerdan a las esculturas de Juan Muñoz deterioradas por el paso del tiempo pero con un encanto zen,  los zombis excitados por el ruido me parecen los antihéroes, figurativos solo en apariencia, de un cuadro expresionista,  una de esas acciones pictóricas y medio derviches de Pollock ante el lienzo. Pero mejor lo ven:



 Juan Muñoz


Jackson Pollock




WWZ
 Me sorprende la velocidad de infección del carácter zombi.  La humanidad está perdida a ese ritmo. La película, finalmente, encuentra una opción salvífica no sé si definitiva. Al parecer, los zombis son estructuras como aquellas que imaginaba Richard Dawkins en su gen egoísta: organismos instrumentales, cuerpos que solo buscan el contagio masivo. Por eso, la violencia sobrehumana de su movimiento nos revela la presencia de una fuerza de muy difícil contención. Así se comprende que, en la mutación zombi, los enfermos sean ignorados. Literalmente no existen en el campo perceptivo de los caminantes porque han dejado de ser posibles receptores de la mutación. Por eso, la respuesta civilizatoria ante la barbarie zombi no puede fundarse en la creación de guetos y la construcción de murallas  sino en enfermar todos juntos, asumir que la no-perfección y la muerte nos salva. Casi teológico.

 Pero yo casi prefiero subrayar otro camino. Imitemos al zombi, salvémonos en la apariencia. Seamos una recreación zombi en su estado no agresivo, cuando se mueve lento como un actor de teatro polaco. Que esa teatralidad sea nuestro camuflaje inteligente. Eso podemos hacerlo y ganar al monstruo por abajo, en su estado mínimo. Por eso propongo:

Lentitud,

evitación del ruido,

vivir en los delicados ritmos poéticos, lejos de las grandes sinfonía tecnológicas que tanto excitan a los enemigos.

Ser uno de ello, camuflado en el estado de larva de la muerte.

 Despacito.

 Ya dijo Nietzsche en algún sitio que todo lo que ha merecido la pena en la civilización humana ha exigido tiempo de disciplina. Vosotros, hombre superiores, aprended a tardar más de un día en alcanzar los objetos de la cómoda, y toda una semana para bajar al supermercado.

Despacito.



WWZ

Lo dicho. Y que viva la revolución que, esta vez sí, nos permitirá ganar la guerra.

martes, 6 de agosto de 2013

El público


Isabelle Stoffel: La rendición


¡¡ Hostias!! ¡ No se lo tomen a broma!

 Llevo un tiempo preocupado por la cuestión del público. Perdonen la falta de modestia y eviten la risas: me interrogo con toda seriedad por "mi público", hasta el punto de convertir su presencia en el gran horizonte hermenéutico de mi meditación sobre el mundo.Ni verdad, ni belleza, ni bondad. Ya, ni siquiera, la escritura como alivio onanista o tiro de carreta terapéutico. Ahora el público es eje de mi decir porque, por sorpresa, he tomado conciencia de que tengo un público por ahí.

  Este es un asunto que debe estar a la sombra de toda esta legión de amigos del blog, la facebook o los twitter. Pero la categorización y distanciamiento de la cuestión, hasta convertirla en asunto de muchos, no me libera de la desazón gozosa de esta "conciencia de que tengo un público y a él me debo tanto a o más que a mi propio genio o a la conciencia de clase, género y especie".

 Esto no es broma. Hace unos años no me planteaba esta cuestión  porque escribía en cuadernillos de cubiertas negras a los que nadie tenían acceso y que ni yo releía. Podría afirmar que, como San Agustín, yo escribía para Dios y sólo él era mi público, que trabajaba en la búsqueda de la perfección expresiva porque Dios lo ve (Oscar Tusquets). Pero creo que realmente  nunca me plantee las cosas de esa manera y ni me tomaba en serio a mi mismo ni a mi escritura. Creo que es ahora, y solo ahora, en este momento en el que me pienso en la presencia de mi público humano, gente con penes y vaginas, dedos y uñas, caries y déficit en la recaptación de la serotonina, solo ahora, me digo, la idea de escribir para Dios o con Dios me resulta claro del bosque para edificar mi tienda. Es ahora cuando yo me siento digno y hablo con propiedad de mi obra o, dada mi edad, de mi legado.

Rendido a mi público,  he conseguido finalmente la dignidad como hombre y como artista.

Por eso ahora me preocupo más por las formalidades de mis artefactos: los errores mecanográficos, las faltas de concordancia, los matices de la provocación, las fórmulas de cortesía, mi atención a las peticiones silenciosas de mis lectores. Giros, bises, claridad conceptual y sentimental. Ha sido ver al público y pensar en Dios y, a la vez, todo junto, atender a la gramática y a la ortografía. La figura del "observador imparcial", propuesta por Hume creo recordar para establecer valoraciones racionales en el contexto emotivista, no es exactamente a lo que me refiero. La figura del público no es un constructo teórico para salir o entrar en algún sitio, ni está ahí fuera garantizando un distanciamiento imposible. El público me habita desde el interior de mi alma, como una hinchazón aparecida de improviso al modo de las alas de la mariposa o esa erección no esperada que se despliega cuando,castamente, besamos a una persona a la que amamos.

Él me domina y yo me someto. Vivo en el placer a la rendición.

 Supongo que ya he llegado a una cierta altura en la génesis de mi obra. La aparición del público ha configurado la primera fuerza armada de mi espíritu, que ya no es solo alma, que ahora participa en el devenir de los juegos simbólicos, en el despliegue de las connotaciones.

De rodillas ante mi público, creo que esta rendición me está otorgando un nuevo reino de libertades.

No se rían, por favor. Mediten.


 

sábado, 3 de agosto de 2013

«Show me, show me, show me how you do that trick"






And moving lips to breathe her name
I opened up my eyes
And found myself alone 
Alone
Alone above a raging sea
That stole the only girl I loved
And drowned her deep inside of me


 moviendo mis labios para respirar su nombre
Abrí mis ojos
Y me encontré solo
Solo
Solo sobre un mar de rabia
Que se robó a la única chica que amé
Y la ahogó en lo más profundo de mí



Creo recordar que uno de mis primeros poemas - ya ha prescrito el delito así que puedo confesarlo -  trataba de la misma secuencia que nos describe la canción de Robert Smith, tema que en esta ocasión interpreta más dulce Katie  Melua. Quizás me faltaba el inicio, ese brillante show me, show me how you do that trick, pero en todo lo demás era muy parecido. Mis versos narraban en un tono épico agónico el triste destino de una balsa espacial  que se dirigía hacia la nada y en la que la voz  iba rodeada de cadáveres.  La historia tenía que ver con un naufragio ontológico y acababa muy pronto porque el protagonista del relato estaba solo y vacío, así que su trayectoria era muy limitada. Pero yo insisto en que aquél poema estaba en una atmósfera muy cercana a la del Just like heaven. No tengo pruebas pero, supongo, todos ustedes confían en mí.

 Me gustaría volver a recuperar  los trucos del escritor adolescente que, embriagado, era Rimbaud mismo redivivo, a veces Morrison y en algún punto Robert Smith. Porque allí, en mi pequeño cuarto y enfrentado físicamente a una máquina de escribir que pesaba sus buenos quince kilos, negra, de teclas potentes, tan arcaicamente americana que parecía soviética, en ese punto axial de la historia de esta pobre carne mortal, en el allí que era un jetzt-zeit filtrado por el truco químico de las diversas visiones, allí era yo el rey del poema y de la enciclopedia. También un Voltaire cachondo con camisa maoísta.

 Y ahora, tantos años después, sigo rogándote que me enseñes el truco, que levantes las olas del mar para enmarcar tu espectáculo y que si desapareces, como inevitablemente sucede contigo, al menos me quede con la boca abierta porque has superado al gran  Harry Houdini. No estarás pero como todo ha sido un truco, algo que está entre la magia y el engaño,  aún se me permite tener la esperanza de volver a sentir tu mano navegando en los vientos.

Y tus manos en el viento ya sabes que me gustan.






sábado, 27 de julio de 2013

Poder, coches y chicas

Packard 343 serie 8 y Marion Morgan Dancers (1927)

  Uno, de por sí tonto, se asusta si al salir a la calle se encuentra con este espectáculo de belleza y automoción, turgentes figuras femeninas y estruendo de motor más bello que la Victoria de Samotracia. Y es que L fue futurista y sabe que, como los alcohólicos y los adictos a otras sustancias,  nunca se deja el mal hábito.¡Ah! La novedad, la modernidad, la progresía, lo cool, lo ye ye... Nunca deja (el) uno de ser siervo de ese conciliábulo y sabe que el pacto inicial con el ídolo motórico no admite cese ni traición.  

 Por eso L, de por sí tonto pero al fin y al cabo superviviente en la economía darwiniana, tiene miedo de que al  salir a la calle y encontrarse con las señoritas de belleza clásica y el Packard 343, la sentencia esté trazada en el aire y un golpe seco de flecha le atraviese el pecho.

  ¡¡¡ Ay, dios mío, qué jodido es ser  un traidor infiel a sus viejas filias!!!

 Me fijo en las cariátides que enmarcan el templo del progreso automovilístico y el mejoramiento de todas las clases sociales. Esta hermandad de los humanos en los vehículos de motor está bien lejos de la  bailarinas del viejo cuadro de Matisse



 Las chicas de Marion Morgan son punta de lanza de las potencias del Packard, proyectiles de carne y tersa piel de los cilindros y las vielas. Absorbe el automóvil  la belleza de las mujeres y, en la vampirización, ellas se convierten  en máquinas de morbosa belleza (como la María de la película Metrópolis). Mecanizada la compañía de ballet, las jóvenes adquieren una fuerza como de superhéroes, mujer araña o Supergirl,  capaces de tirar del coche como genuinos caballos (o yeguas) de vapor, abstracción física tras el frágil cuerpo que recuerda a las vestales cariátides aunque ya estén en otro universo.

 Los bailarines de Matisse abrían un hueco, cercaban poéticamente el espacio y creaban la danza. Las jóvenes del Packard son el avance de un sunami, el inicio de la nueva era llena de cosas, el mundo después de Ford que imaginó Huxley en el Mundo feliz. Su belleza es flecha y cuchillo que arrastra todas las factorías de Detroit, el Ruhr, Tokio o Shangai. Son la bomba atómica.

 Y yo, como soy un poco tonto, y a pesar de mi patente de superviviente, caeré de nuevo en el falso amor por las jóvenes bailarinas, engañado, atrapado en la tela de araña de las ensoñaciones, de nuevo futurista, de nuevo creyendo que un coche de carreras es más bello que la Victoria de Samotracia



jueves, 18 de julio de 2013

Fotografía


EDDIE CARMEL
Jewish Giant, taken at Home with His Parents in the Bronx, NY, 1970
Fotografía de DIANE ARBUS


"Muchas personas se inquietan cuando van a ser fotografiadas: no porque teman, como los primitivos, un ultraje, sino porque temen la reprobación de la cámara"
 (Susan Sontag)


  Te ríes de mí, con esa seriedad que tanto me gusta, cuando digo que la sospecha de que todos los que me rodean poseen su propia mente me resulta purita sorpresa  y, en un salto más, maravilla. Nunca cito del todo bien, ni siquiera a mi mismo, y en verdad quisiera decir que en todos los que por aquí y allá navegan, humanos y hasta algún que otro animal, hay alguna cualidad que merece el calificativo de rara. Y es la rareza la que me sorprende, la comprensión luminosa de que en sus cabezas flotan mundos tan morbosos y encantadores como los que en el mío acampan. Y percibo, como lazo de color del mundo,  la extrañeza de los cuerpos y las almas, los perfilados diversos y las locuras afectas al trompicón.

 No te gustas, dices, en esa foto que me ordenas destruir y me amenazas con no volver a  acercarte al extremo de la cámara. No admites la mentira del fotograma, el más que cuestionable afecto a las imágenes que parecen nos dan eternidad y fama momentánea. Crees que no debo forzar el obturador en el futuro. No, no merece la pena alcanzar la gloria en determinadas condiciones y es éste asunto que ya la teología debatió cuando se hablaba de la resurrección de los cuerpos. Resucitar, ¿en qué condiciones? ¿Con los brazos pellejudos y la ojeras de mandril? ¿Con la polla escupiendo piedras y colgando de su deseo de no ser más ya nada? Por eso, prometían los sabios  resurrección en cuerpo glorioso, en acme que denote madurez, quizás los treinta y tres del Cristo o a la tierna juventud.

 Duele no saber que puede dolerte lo que la cámara que se apoya en mi mano te ofrece.  No sé si cuando te fotografío, cerca de los padres o del esposo, en tu casa de Brooklyn  o en la misma playa, estoy encontrando los matices de tu rareza o, por contra, falseando tu ángel. Por eso admito tu riña y destrozo la cámara que a mí, en suertes, me toca.

 No haré más fotografías aunque, sin duda, seguiré mirando todas.

domingo, 7 de julio de 2013

HIPOPOEMA SOBRE OBJETOS ENCONTRADOS (I)



El aire de familia citó a Wittgenstein en la calle más oscura de la academia con clara voluntad de homenaje y asesinato. En la categoría de " buena mujer"  transformado,  intentó  la seducción del célebre compañero de clase del tal Hitler y, en vista del desencuentro, optó por el crimen directo. Crimen aún sin resolver.

 De regreso a su despacho, ideó hipercampos en el aroma de  la sangre que aún caía, con evidente placer, por su muslo. Y ella, suspirando, se dice que si no fuera tan cobarde escribiría novelas eróticas con faltas
de ortografía.

  

*******
  Hemos establecido seis hipercampos o áreas generales del saber a los que deben asignarse cada uno de los textos «informativos» del corpus. Cada uno de estos hipercampos se ha estructurado en áreas temáticas más concretas. La parte de ficción —textos «imaginativos»— se ha considerado, por razones de orden y clasificación, como el hipercampo 7. ( CREA , Centro de referencia de español actual)


Hipercampo 2. Ciencias sociales, creencias y pensamiento. 

Religión 

Lingüística y Lenguaje 

Historia

Sociología 

Literatura

Astrología y Ciencias ocultas 

Erotismo, Sexología 

Psicología 

Ética 

Geografía 

Filosofía 

Civilización, Etnología 

Antropología 

Mitología 

Folclore 

Educación 

Mujer 

Arqueología 

Urbanismo 

Testimonios varios


Hipercampo 7. Ficción: 

Novela, relatos y teatro.

jueves, 4 de julio de 2013

Situaciones de bicefalia (cámara rápida)





 El hombre de Vitrubio también sufre la indigestión de la Bicéfala


"... porque en ese preciso instante sonaron al unísono el teléfono y el portero automático, ambos ruidosos y torturados, y tan abruptamente que parecieron penetrar a través de un agujero diminuto en el gran balón de silencio coloreado en el que él estaba sentado esperando, y primero avanzó hacia el teléfono y luego hacia el portero automático, luego convulsivamente hacia el teléfono y entonces intentó avanzar de algún modo en ambas direcciones a la vez, y finalmente, permaneció allí con las piernas separadas, los brazos agitados y frenéticos como si hubiera algo por el aire, sepultado entre los dos sonidos, sin un solo pensamiento en la cabeza" (David Wallance Foster: La broma infinita)

domingo, 30 de junio de 2013

Consilience. I like that serotonin was the last of neurotransmitters?


Consilience: 
voluntad de unir los conocimientos 
y la información de distintas disciplinas para crear un marco unificado de entendimiento.

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Dicen tantas cosas que no se sabe lo que quieren, más allá de su obvio deseo de cartografiarnos.

Por lo mismo, tampoco sé  si ellos, los señores y las nuevas criaturas , me quieren.

Y esa es una pregunta importante para mi que la neuroquímica traduce en texturas bipolares

Quizás por eso cubro el beso con tenue capa de serotonina.

*****

No sé mi me aman los señores cuando

me redescriben  con seriedad de prospecto médico,

(el prospecto es un texto traducido sin pasión )

 ellos, los señores y las nuevas criaturas,  comunican al neófito que el ondansetrón se usa para prevenir

las náuseas
y
los vómitos causados
por
la quimioterapia,
la radioterapia
y otras cirugías. 

 El ondansetrón 
 antagonista receptor de serotonina  (tipo 5-HT3).

 bloquea la acción de la serotonina, 

*****

es serotonina una su- stancia natural 

neurotransmisor manipulable y, sin embargo, libre

que puede frenar tus deseos de muerte o exacerbarlos

puede causar la serotonina

náuseas y
vómitos

como el existencialismo

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Dicen los señores y las nuevas criaturas

escitalopram 

inhibidor de la recaptación de la serotonina

director invitado de la orquesta  serotoninérgica
del cerebro

aumenta el nivel de serotonina como un Wagner mutado en  los Chemical Brothers




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   Dicen las nuevas criaturas:


 La serotonina ( también) se encuentra en varias setas y plantas
incluyendo frutas vegetales.

la serotonina representa un papel ( importante) como neurotransmisor, en

la inhibición de la ira,

 la agresión,

 la temperatura corporal,

el humor,

 el sueño,

el vómito,

 la sexualidad

el apetito.

(Nota: al bicéfalo le  atraen la ira y la agresividad, el cuerpo y sus temperaturas- los pies fríos enredados en la cama que el otro nos ha calentado o las manos frías que nos calienta la amiga -, el humor y  sus variaciones, el sueño como faz adolescente de la muerte (sweet sister), el vómito, el sexo, el apetito)


   atracciones todas que nos arrastran como engranajes dentados y son objetos queridos de eso que llamamos nuestra libertad, nuestros amores, las pequeñas cosas que hacen la vida encantadora

practicar el club de la lucha con tu hijo

calentarse la lengua en la espalda

el deseo de ser un indio apache bipolar y cortar cabelleras riendo y llorando

el sueño en las esquinas que unifica en un cajero al director ejecutivo del FMI y al esquizofrénico exclaustrado

vomitar todo el tiempo que hemos estado sin mirar triste la tierra
vomitar segundos, minutos...

ser esclavo de tu propia polla y saber que se piensa con ella por imperativo genético

devorar con las manos salsa de pollo frío,  nata en su boca, fresas,

agua

*****

  La falta de este neurotransmisor puede producir una gran variedad de síntomas, como depresión, ansiedad, irritabilidad, pánico, síndrome premenstrual, problemas de sueño, o dolor muscular.

 Existe el síndrome serotoninérgico pero por hoy cerramos la poética:

El síndrome serotoninérgico se produce cuando la persona toma medicamentos que causan los altos niveles de la sustancia química serotonina para acumular en su cuerpo. El síndrome de serotonina puede producir al aumentar la dosis de una droga o agregar un nuevo medicamento a su régimen.
Ciertas drogas ilícitas y los suplementos dietéticos también están asociados con el síndrome de la serotonina. La serotonina es un químico que el cuerpo produce lo que se necesita para que sus células nerviosas y el cerebro para funcionar.
Pero demasiada serotonina provoca síntomas que pueden variar de leves, escalofríos y diarrea severa, la rigidez muscular, fiebre y convulsiones. El síndrome de la serotonina severa puede ser fatal si no se tratan.
Las formas más leves del síndrome de la serotonina pueden desaparecer en un día de dejar los medicamentos que causan síntomas y a veces, tomar medicamentos que bloquean la serotonina.

(Fuentes.  el por ahí)

Egon Schiele(1910)

miércoles, 26 de junio de 2013

El beso





 El beso de Klim se ha convertido en un sello, en la pulsión burocrática de un impuesto. Fiscaliza el poder el beso de Klim, el beso de los enamorados y convierte el más que sobado cuadro en una pieza de coleccionista. El estúpido filatélico, con perdón.

 Sin embargo, no puede negar el poder el poder del beso, la firma de la conversación en la carne. El diálogo se queda sin palabras y, por un momento, se sueña que no hay vuelta atrás, que se ha iniciado un camino nuevo, una senda desconocida y clandestina. Se sabe del riesgo porque hay mitos que hablan del beso como traición (así Judas). Se conoce, está visto, escrito, dibujado, reconocido.

El beso. ¿Cómo lo has sentido? se pregunta él(o ella) en el centro de su cabeza. ¿Lo esperabas así? No, es mejor. ¿Mejor que qué? Mejor que nada, mejor que todo, mejor que el sabor de la ginebra y la fruta exprimida, mejor que la tentación, mejor que el aire que se ha respirado.

Mejor que toda la escritura.

Mejor que el silencio.

Y, sin embargo, sabemos que el beso está fiscalizado. Por la tentación ética, por lo impropio que nos atosiga,  por el desgaste de la confianza. Por el sexo que late imponiendo su legislación. Todo parece querer cercar al beso que, sin embargo, grita la libertad.

Todo críptico. Todo dedicado a él o ella.

 El beso que convierte un tiempo en un "ahora" que brilla en el cielo.

lunes, 17 de junio de 2013

Azúa: Autobiografía de papel


Sokout (The silence, 1998) Mohsen Makhmalbaf.

 " Siente un rumor de playa desierta  en la garganta
(Chantal Maillard)

"... un vacío clínico en el que tiritamos de frío rodeados 
por una muralla de amenazantes mercancías"
(Félix de Azúa)


 De  Félix de Azúa  (Autobiografía de Papel) solo me distancia lo cercano de sus tesis con mi sentir. Yo, como él, me vivo nacido en otra época. Soy un lejano sosias del John Salvaje de Huxley (Mundo Feliz), incapaz de asumir que Shakespeare ya no juega en los partidos que televisan. Trastornado, miro la pantalla esperando a Pirri y Juanito. Salen Obama y Rajoy.  Como Azúa, creo que somos primitivos incapaces de hacer funcionar  el artefacto sentimental e intelectual que nos había llevado a creer en los poemas, las ideas, la letra, la escritura. El viejo papel que no admite la conexión múltiple de la red social. Soy un decepcionado más en esta democracia total incapaz de decir una frase con sentido a  las generaciones de pasado mañana. Imposibilitado para explicar la propia decepción.

 "La decepción y el desencanto se produce cuando las soluciones que nos han servido para sobrevivir en tiempos revueltos se demuestran como la principal causa de que esos tiempos fuesen revueltos.  O lo que es igual, cuando las esperanzas son nuestro peor enemigo o las medicinas que nos venden agravan la enfermedad que padecemos"

 Soy un viejo primate discapacitado que se deja arrastrar por el impacto visual de las flores en el lago o el movimiento de la niña al son de la cuerda en la película Sokut.  El primate lanza una piedra en el espejo y rompe todo porque lo cree irracionalmente peligroso. ¿Qué peligro esconde el rostro de la niña de la foto? Ug, Ug. No lo sé, pero hay un frío que me cala los huesos.

 Me siento al sol mientras los perros blancos se intoxican y entramos en barrena en un grupo de apoyo que carece de lenguaje. Extremadamente callado, cierro la mente y abro la piel al calor. Recuerdo el invierno y siento que el atardecer me rasga la retina. Por eso estoy aquí, primitivo, rodeado de rostros, incapaz de hacer entrar la vieja cultura de mis libros en las caladas de un cigarro, el sorbo de una cerveza, la opinión sobre las edades, el brillo en los ojos de quien me cuida por si me aburro. Soy una pantera coja y sin dientes que no masticará la carne del guisado que mañana otros se comerán. Masticaré con las encías el cuerno quebrado de un caracol.

 Hay una red que los antiguos decíamos técnica y que " acabará logrando el control más eficaz de las masas desde las grandes  religiones" (Azúa). Tecno-capitalismo, post-capitalismo, post-política, post-poesía. El sin fin de las palabras.

 Acabamos pensando que solo me distancia de la prosa testamentaria de Azúa su cercanía a mi sentir. Y no sé si somos primitivos en una nueva era que amanecerá cuando ya estemos muertos o sí,  en último estertor, debemos voltearnos en un primitivismo buscado, intuido. Un primitivismo inserto en una conversación en la que los sabios se unen al sol con los destructores de sus neuronas.

Como los salvajes cristianos que en el desierto avanzaban nuevos tiempos a pedradas.

 Sonrío. Quedan los pétalos de flor en las uñas de una niña y el golpe de mi mandíbula sin brújula. No sé si muerdo y destrozo la belleza de la niña de la imagen o si, por contra, soy el más fiel de los perros que acompañará su andar hacia el mañana. Casi prefiero lo segundo. Guardaespaldas del salvajismo destructor

 En silencio.

Incapaz de follar con los nuevos paisajes.


lunes, 10 de junio de 2013

¿Por qué me comprasteis un walkie talkie si era hijo único?




 Santi Balmes: ¿Por qué me comprasteis un walkie talkie si era hijo único?
Principal de los Libros. Barcelona 2012
Ilustraciones de Ricardo Cavolo


 En algún momento de la novela,  el camarero Invictus habla de la necesidad de jerarquizar lo que sea que se jerarquice en esta vida que dios nos ha dado. Objetivo: encontrar una buena plataforma de emplazamiento para culminar la percepción y el gusto por la vida (sana o no tanto).
 "Considero que la vida  es un asunto demasiado serio como para desperdiciarlo en talentos de Serie B. En líneas generales, Fernando, nuestra vida ya es, por desgracia, una concatenación de escenas mal encuadradas y con personajes mediocres o directamente infames y lo que uno necesita es belleza, Fernando, evasión.¡Serie A!:"
 Quizás esta ilusión de diferenciar entre la serie A y la serie B - o la cara A  y la cara B de la discografía cósmica- sea el motor de la narración que nos ocupa,  el Geist der Geschichte que se destila tras el  uso y abuso de drogas,  las variadas escenas románticas o esas hermosas explosiones  del amor que habita en los huevos. Algunos polvos que aparecen en la novela son ejemplos impecables del  Jetzt-zeit de Walter Benjamin, el now-time,  el momento en el que el mesías hace su entrada en el mar de las tribulaciones humanas.Y eso, hermanos, sí que da gusto...

 El párrafo de Balmes-Invictus, citado arriba, me recuerda al famoso proemio de La espuma de los días de Boris Vian que, más o menos, dice así:

En la vida, lo esencial es formular juicios a priori sobre todas las cosas. En efecto, parece ser que las masas están equivocadas y que los individuos tienen siempre razón. Es menester guardarse de deducir de esto normas de conducta: éstas no tienen por qué ser formuladas para ser observadas. En realidad, sólo existen dos cosas importantes: el amor, en todas sus formas, con mujeres hermosas, y la música de Nueva Orleans o de Duke Ellington. Todo lo demás debería desaparecer porque lo demás es feo, y toda la fuerza de las páginas de demostración que siguen procede del hecho de que la historia es enteramente verdadera, ya que me la he inventado yo de cabo a rabo. Su realización material propiamente dicha consiste, en esencia en una proyección de la realidad, en una atmósfera oblicua y recalentada, sobre un plano de referencia irregularmente ondulado y que presenta una distorsión. Como puede verse, es un procedimiento confesable donde los haya.
 Que una  novela, la de Balmes,  me lleve a la otra, la de Boris Vian, es capricho mío. Que, incluso, pueda emperrarme  en dibujar tradiciones literarias  para taxonomizar el libro de S.B. ni quita ni pone nada al hecho y al acto de la lectura, siempre tan cercano al movimiento no-ajedrecista de hacer el amor o la amistad.  El amor y la lectura, siempre dispuestos a vomitarse pronto y mal o a demorarse indefinidamente en la hermosa flacidez del miembro.

Y hay más opciones.  Constancio Obs, papá de Fernando e hijo de incesto y extraterrestre, niño prodigio, mutante todo él, Constancito, era capaz de fornicar con su esposa durante long time e, incluso, se salía de su vagina in media res para recoger la cocina y  fregar los platos sin que ella se enterase  del abandono. Constancio dejaba los labios exteriores e interiores de su amante vibrando como mariposas, como puertas de saloon o  alteraciones lisérgicas de las meninges. Pues de igual modo, que es lo que quería decir antes de perderme, en la lectura del libro  uno saca su cosa-mente a ratos de la grata cueva del libraco y se dedica a otras cosas - hacer decretos leyes, corregir test o tejer camisetas -  y  el alma sigue creyendo estar siendo follada por la escritura y  el imaginario balmesiano.  Es un efecto como el que produce el LSD, pequeños recordatorios del trip-----Ornella Muti: amigo Balmes, no podrías haber elegido mejor icono para los tiempos que corren en mi corazón nostálgico. El libro, amigos, traspasa la realidad.





 "¿Por qué me comprasteis un walkie talkie si era hijo único?" es una historia de la transición española, es decir, de los últimos años que nos vieron crecer a algunos. Es una historia que, siguiendo a Vian, se construye como "una proyección de la realidad, en una atmósfera oblicua y recalentada, sobre un plano de referencia irregularmente ondulado y que presenta una distorsión".  Por todo ello, estamos ante una novela realista en el sentido más genuino de la palabra. Y a las experiencias me remito:  era dejar de leer la novela y salir a la calle para comprobar que el mundo, mi mundo, era exactamente como el descrito por Fernandito Obs.  El colorín del mundo de la canción era el hilo musical que acompañaba mis paseos en los días de la lectura. Y, así, he entrado en mi trabajo cantando Por qué te vas en más de una ocasión y para sorpresa de mis pupilos. Y hoy, concluida ya la novela, me he visto a mi mismo protagonizando el vídeo musical de la canción Dancing With Tears In My Eyes con la que casi termina el relato. Todo es de un realismo que enlaza con Galdós por otros medios  más lisérgicos.

En el afán del historiador, Mr Balmes nos trae a las meninges una historia sentimental y pop (sic) de nuestros tiempos de mentes colocadas por todo tipo de psico-tropos, posiciones sexuales inverosímiles y conspiraciones cosmogónicas de alto calado sodomita y nacionalsocialista.

El libro de Santi Balmes no lo hubiera leído de no ser por orden perentoria de  X (que ella no quiere ser reconocida y pixela su rostro en el temor de las redes) o por algún que otro azar. Y como me lo he pasado bien con el relato, pues caben  las gracias al autor de la letra y al otro que le sigue con las ilustraciones o los santos (Mr Cavolo) el hilo narrativo. Y también a la que me entregó el libro para que lo terminara en fecha y hora, por imperativo de amistad, honor y muerte. Sea grato decirlo todo. Y sea preciso decir delicioso. Y que es ella, X, la que es fan de Love of lesbian que, como puede comprobarse, no aparecen en mi reseña.

Y firmo la presente aquí y ahora, sin pretensión crítica, quizás sí recomendando la lectura para renovar nuestra vivencia de la historia reciente y liberarnos un poco de la imaginería matrix.
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BUENOS CONSEJOS (fábula). Este cerdito es ya carne y manteca

  Tiresias you teach us what it means to hold your own (Kate Tempest: Mantente firme ) Lejos del país del verano rumia el ce...